Selena Gomez: “A diario escucho que no soy lo bastante sexy”
La artista se sincera con S Moda sobre las expectativas que genera ser una de las mujeres más famosas del mundo, sobre la presión de crecer frente a las cámaras o sobre la necesidad de mostrarse vulnerable. Su línea de maquillaje, Rare Beauty, aterriza el jueves en Sephora.
“Cuando era pequeña solía ir a las sesiones de fotos con mi madre y la veía maquillar a las modelos”, evoca la tejana Selena Gomez, “me encantaba meterme en su neceser para intentar recrear los looks que hacía. Por suerte puedo decir que he mejorado mucho desde entonces”. Hoy es cantante, actriz, productora y magnate de la belleza con su firma Rare Beauty, que llega hoy a Sephora en España. Y todo con solo 28 años (cumplirá 29 a finales de mes).
Empezó pronto. Tenía cinco cuando sus padres se separaron y vio cómo su madre, que la tuvo con 16 años, salía adelante compaginando trabajos en Starbucks, en una cadena de recreativos y en esa pequeña agencia de modelos en la que Selena descubrió el maquillaje. Con solo diez la ficharon en el programa infantil Barney & Friends, en el que compartía planos con Demi Lovato, y con 13 se convirtió en protagonista de la exitosa serie de Disney Wizards of Waverly Place. “Estar expuesto a la atención mediática desde una edad tan temprana conlleva sin duda mucha presión”, reflexiona la artista, que acumula un pelotón de seguidores en Instagram (240 millones) que superan en número a la población de casi cualquier país del mundo. Quizá por ello no se asoma a las redes sociales desde hace años y es su equipo el que cuelga ocasionalmente contenidos promocionales. “Es difícil relajarse cuando sientes que todo el mundo está mirando, juzgando y comentando cada uno de tus movimientos, cada look o cada cambio de vestuario”. Pero volvería a hacerlo: “A pesar de esta presión nunca diría que me arrepiento de haber crecido como lo he hecho. Me siento muy afortunada por tener esta plataforma y la capacidad de cambiar las cosas”.
Es difícil relajarse cuando sientes que todo el mundo está mirando, juzgando y comentando.
Gomez habla con naturalidad de sus inseguridades o de su salud mental: el año pasado reconoció que le habían diagnosticado un trastorno bipolar. Precisamente la salud mental se ha convertido en elemento diferenciador de su Rare Beauty, que podría traducirse como ‘belleza rara’, y donará un uno por ciento de todas sus ventas a un fondo destinado a ayudar a personas con problemas en comunidades desfavorecidas. Además utiliza su proyección y las redes sociales de la firma (2,5 millones de seguidores solo en Instagram) para concienciar sobre este problema y normalizarlo. “Veo la vulnerabilidad como una gran fortaleza”, confiesa, “creo que existe un miedo a ser juzgados que puede frenarnos, especialmente cuando nos abrimos para compartir por lo que estamos pasando”. A ella hablar de su bipolaridad o de su enfermedad de lupus le ha servido para conectar aún más con su audiencia: “He descubierto que mostrarte vulnerable te permite construir conexiones más sinceras con las personas y ayuda a que todos se sientan un poco menos solos”.
La causa le sirve para posicionarse, pero también para diferenciarse de todas las firmas cosméticas que han lanzado sus compañeras del star system en los últimos años: Rihanna, Lady Gaga, Victoria Beckham, Jennifer Lopez o, por supuesto, Kylie Jenner cuentan ya con exitosas compañías que transforman sus respectivas personalidades públicas en líneas comerciales. “Creo que es fantástico que la gente quiera lanzar productos que reflejen quiénes son”, defiende Gomez, “yo no estoy aquí para competir por el espacio, me siento muy honrada por formar parte de esta industria. Quise crear Rare Beauty para desafiar las conversaciones en torno a la belleza. A diario escucho, cada día, que no soy lo bastante sexy o guay, así que quise hacer una marca para alentar a todas y cada una de las personas a ser quienes son y para tratar de eliminar toda esa presión no deseada”.
Un mensaje de aceptación y de accesibilidad completamente orientados a las demandas actuales del sector de la belleza, que ha desechado su ideal clásico de perfección inalcanzable para hablar de expresión personal e individualidad. La filosofía se aprecia hasta en las fórmulas: “Quería que todos los productos fueran sencillos, que estuvieran pigmentados pero que no fueran pesados. Lo que más me gusta de ellos es lo fáciles que son de usar. Mi objetivo era hacer cosméticos que no solo funcionaran bien, sino que cualquiera pudiera usarlos, ya fuera alguien que prueba el maquillaje por primera vez o un artista al que le gusta un rostro lleno de glamour”. Bases ligeras con una cobertura modulable, correctores que se funden con la piel, coloretes líquidos que se difuminan con el dedo o bálsamos labiales que hidratan y dan color. Todo es adaptable para ensalzar diferencias: “No creo que haya una sola definición de belleza. Creo que todo lo que nos hace únicos es lo que nos hace bellos”.
He descubierto que mostrarte vulnerable te permite construir conexiones más sinceras con las personas.
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