Todo lo que siempre quisiste saber del tatuaje y nunca te atreviste a preguntar
Tanto si te quieres hacer uno como deshacerte de él, aquí encontrarás respuestas a todas tus dudas.
El tatuaje ya no es lo que era. De decoración propia de piratas y gente de mal vivir en el siglo XVIII a detalle carcelario en el XIX y el XX, hoy es un accesorio de moda más que luce desde el hipster más recalcitrante al menos llamativo empleado de banca. Además, los famosos y personajes televisivos llevan una década tatuándose como si tal cosa, algo que ha normalizado (y hasta 'glamourizado') aún más el body art entre todos los estratos sociales.
Pero no por común es un tema banal. El tatuaje, mucho antes de lo ornamental, debe ser seguro e higiénico. Eso sí, en 2012 ya no podemos decir aquello de que es 'de por vida' porque, para aquellos que se arrepienten de aquel Piolín que se hicieron en el omóplato en el instituto, las técnicas de eliminación han avanzado tanto que ya es posible borrarlos casi por completo.
Si estás pensando en hacerte tu primer -o enésimo- tatuaje o en acabar con aquel error de juventud, esta guía será tu biblia.
Hola, me quiero hacer un tatuaje, ¿por dónde empiezo?
Para empezar, buscando un estudio de confianza. No esperes encontrar un lugar oscuro que abra hasta altas horas de la noche, con rudos tatuadores fumando mientras trabajan y música a tope. De hecho, si das con algo así es mejor que te vayas corriendo. Los estudios normalmente huelen a desinfección (recuerdan más a la consulta de un médico que a un bar de carretera) y, si bien suelen estar empapelados con posters de tatuajes vintage y de sus propios trabajos, también tienen que tener sellos de Sanidad que certifican que cumplen las condiciones higiénicas. Cada comunidad autónoma tiene unas normativas legales (muy similares) que exigen a los profesionales de este gremio no solo tener una titulación oficial sino que contempla detalles como que el mostrador de la recepción debe ser desinfectado varias veces al día. Hasta para el trabajo más pequeño el artista utilzará agujas nuevas que tiene que abrir delante del cliente, y todo el material no desechable será convenientemente esterilizado. Así, se evitan infecciones y la transmisión de enfermedades como la hepatitis.
En España existen distintas asociaciones y organizaciones de tatuadores donde se puede consultar el buen hacer de un estudio. La UNTAP, ATP o la ATAES son tres de las más destacadas. También hay revistas de tatuajes, en los kioscos y online (Tatuadores, Inked…) pueden aconsejar sobre el artista y el lugar a elegir.
Antes de tatuarte debes cumplir unos requisitos mínimos como ser mayor de edad, no padecer hemofilia o enfermedades cutáneas que puedan afectar a la cicatrización, como la psoriasis. Por lo demás, si se cumplen las condiciones higiénicas y la piel está sana (y se cumplen los cuidados que recomienda el tatuador), un tatuaje es inofensivo. Es más, los hay que afirman que hasta te puedes hacer uno estando embarazada pero, en este caso, es imprescindible consultar al médico.
Otro paso importante es la elección del motivo. Teniendo en cuenta que es algo que tendremos en la piel de por vida (o que costará muchísimo dinero eliminar, como veremos más abajo), es una decisión que hay que tomar en frío. Es decir, que no es recomendable presentarse en un estudio con el primer dibujo que nos toca por haber perdido una apuesta o en estado de embriaguez. Aunque tengamos una idea preconcebida el tatuador puede ser de gran ayuda; puede que pensemos que ese corazón atravesado por una flecha es muy bonito sobre un folio, pero es aconsejable que el artista -con amplia experiencia- opine sobre cómo puede quedar ese motivo sobre la piel.
Piensa en lo que quieres hacerte: ¿nombres de personas? Recuerda que las parejas no son para siempre, ni todas las amistades llegan a la tercera edad. ¿Un retrato? Puede ser un bonito homenaje pero dependiendo de la habilidad del artista el resultado puede ser terrorífico. ¿Una inscripción? Al menos asegúrate de que no tiene faltas de ortografía. Antes de tatuarse hay que barajar muchos factores, incluso las modas. Actualmente se lleva mucho el tatuaje retro pero hay distintas técnicas que vuelven año tras año: la japonesa, la polinesia… Un último punto a tener en cuenta: que los dibujos no quedan igual sobre papel que sobre la piel. Llega el momento de la verdad: ¿duele tatuarse? La respuesta es afirmativa, y quien diga lo contrario está mintiendo. Eso sí, puede resultar más doloroso dependiendo de las zonas. Las peores son las más cercanas al hueso (rodillas, costillas, pecho, pies, manos…), el cuello, los tobillos, interior del brazo, detrás de la oreja, la espina dorsal o cualquier sitio alrededor de los ojos. Nadie dijo que fuera fácil: para tatuarse se sufre -independientemente de que sea en uno o varios colores-, todo depende de tu resistencia al dolor. Muy poca gente lo pasa tan mal como esta señora en manos de un tatuador, lo normal es que sea bastante soportable. Una vez hecho el tatuaje, el cliente se lo lleva a casa cubierto con film de plástico transparente. Así deberá permanecer unos días, lavándolo a diario con un jabón de glicerina y aplicando una crema cicatrizante que se compra en las farmacias.
¿Con qué herramientas se eliminan los tatuajes?
Ni injertos de piel ni el maquillaje más denso. En el siglo XXI el láser es el responsable de la eliminación de los tatuajes, concretamente el del tipo Affinity QS. Es el que utilizan en el Instituto Médico Láser de Madrid, que realiza esta intervención desde 1998, aunque por la proliferación de los tatuajes milticolor también se sirven del Nd-Yag Q-Switched y 532 Q-Switched.
La Dra. Paloma Cornejo Navarro, responsable de la Unidad de Dermatología de este centro, nos confirma que eliminan tatuajes de casi todas las partes del cuerpo aunque las más demandadas son las más visibles: tobillos, muñecas, hombros en el caso de la mujer y hasta la mucosa oral. Los motivos que alegan los pacientes para recurrir a esta técnica son casi siempre laborales (por ejemplo, para entrar en los Cuerpos de Seguridad del Estado), porque les recuerdan a malos momentos de su vida o personas que quieren olvidar y porque ya no se identifican con ese tatuaje.
La pregunta más recurrente es: ¿puede el láser eliminar el tatuaje al 100%? "El Affinity es capaz de borrar la tinta negra, azul, roja y naranja, pero algunos verdes se resisten. Éste es el color más complejo y para él solemos recurrir al láser Alejandrita", nos confirma la Dra. Cornejo. Los resultados no son inmediatos; se suelen necesitar entre 4 y hasta 15 sesiones para eliminar los tatuajes, dependiendo de las dimensiones o de su densidad -los tribales lo son-, así como de su contenido en verde o turquesa. "Tras cada sesión, la piel puede tardar entre siete y diez días en regenerarse. Una vez finalizado el tratamiento puede quedar una hiperpigmentación residual que mejora en aproximadamente un mes pero que en algunos casos será de por vida", añade la doctora.
Los cuidados posteriores no son muy complicados; basta con aplicar soluciones calmantes y regenerantes como la rosa mosqueta. Pasado el tiempo, la Dra. Cornejo también recomienda tomar precauciones al tomar el sol. Es más, incluso se puede volver a tatuar en la zona tratada pero hay que tener en cuenta que "una segunda eliminación será peor y más lenta porque se formará fibrosis", aclara la dermatóloga.
No hay ninguna zona de la cual no se pueda eliminar un tatuaje. Hasta es posible borrar la micropigmentación en los párpados. Eso sí, las técnicas de eliminación son bastante dolorosas. Quienes han pasado por ello aseguran que les ha dolido mucho más que el tatuaje en sí. "Aunque es un tratamiento rápido (se generan diez disparos por segundo con este láser), la sensación de quemazón es muy intensa. Se puede mejorar aplicando una crema anestésica aproximadamente una hora antes de la sesión", especifica la Dra. Cornejo.
Si duele más quitarse un tatuaje que hacérselo, también es más caro el segundo procedimiento que el primero. Desde 600 euros los de menor tamaño, los medianos unos 1.000 y 2.000 los de grandes dimensiones como una pantorrilla o un brazo. Con este dato podemos comprender que aún haya gente muy arrepentida de llevar algo así, pero que el coste de quitárselo le obligue a seguir llevándolo. Aunque solo sea por motivos económicos, merece la pena pensarse dos veces el tatuaje que te quieres hacer.
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