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Superar el ‘coitocentrismo’: cómo el sexo con penetración está perdiendo puntos

Los expertos explican que reducir las relaciones sexuales a la interacción de los genitales es una costumbre en declive, pues las nuevas generaciones tienen un concepto del placer mucho más amplio

Superar el ‘coitocentrismo’: cómo el sexo con penetración está perdiendo puntos
Fotograma de 'Un amor', película de Isabel Coixet.
Lucía Franco

¿Tener sexo sin penetración es realmente tener sexo?, esta pregunta se la han hecho durante la última década algunos sexólogos. La respuesta ha sido que no, explica el experto en sexualidad y psicología Alberto Álamo. Sin embargo, asegura que “en los últimos años la revolución del placer femenino que ha traído bajo el brazo el movimiento feminista, a través de la popularización de juguetes sexuales como el succionador de clítoris, ha puesto sobre la mesa el placer de la mujer. Esto ha generado a su vez un debate sobre si es el coito lo que más satisfacción genera a las mujeres dentro del sexo”. El concepto del placer para las nuevas generaciones es cada vez más amplio. “Para ellos las relaciones sexuales van mucho más allá de los genitales, la penetración y el orgasmo”, dice la sexóloga, Almudena M. Ferrer. El coitocentrismo ha pasado de moda.

Series como Sex and The City enseñaron a las mujeres de toda una generación que lo que realmente importa después de haber tenido un encuentro sexual con un hombre es si hubo penetración y, claro, que el acto termine con uno o más orgasmos. Es casi como si fuera una coreografía: salirse es arriesgarse al fracaso. En la pantalla todo esto se representa con unos besos al comienzo de la escena, seguidos de un plano en donde los dos cuerpos se funden entre sábanas. Al final, los pies se estiran, dando a entender que el acto ha concluido satisfactoriamente.

Después de la escena, las cuatro amigas discuten cómo ha ido la noche: “¿Pero lo hicisteis? ¿Te corriste?”. Si la respuesta a esas dos preguntas no es afirmativa, parece que la relación sexual ha sido un fracaso. “Las películas y las series nos han enseñado que el sexo funciona así, y por eso después lo hemos replicado en nuestras relaciones”, asegura el experto en sexualidad y psicología Alberto Álamo, que ha visto, sin embargo, cómo esto cada vez ha ido cambiando. Eso, a pesar de que el comportamiento de las personas en la cama haya sido el mismo hace siglos y de que pareciera que sin coito no hay paraíso.

Para la sexóloga Ana Lombardía, que lleva más de 10 años realizando terapia sexual y de pareja, es desde que se ha empezado a hablar del clítoris de las mujeres y, por ende, de su placer, cuando se ha empezado a cuestionar la forma en la que nos hemos estado relacionando sexualmente con nuestras parejas. “Ha habido una revolución del placer femenino, y eso ha hecho que se ponga sobre la mesa que el coitocentrismo no lo es todo, porque la penetración no es lo que más placer genera a las mujeres”. De hecho, solo un 25% de las mujeres tienen orgasmos vía vaginal sin la estimulación directa del clítoris. Y, aunque Freud hubiera calificado de “frígidas e inmaduras” a las mujeres que no tenían orgasmos vaginales, “el descubrimiento del clítoris ha dibujado una sexualidad femenina diferente, muchas veces independiente y mucho más placentera”, asegura Lombardía.

Tradicionalmente, las mujeres han sido penetradas antes de que ellas mismas se atrevieran a masturbarse. “La práctica más habitual de las mujeres en el sexo es la penetración vaginal (74,6 %), por encima, incluso, de la autoestimulación (66,5 %)”, según un estudio del año 2020 del Instituto de la Mujer.

La sexóloga, socióloga y miembro de la junta directiva de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS) Norma Ageitos Urain se remonta a que el conflicto empieza en la forma en la que nombramos a lo que hacemos antes de la penetración. “La palabra preliminares significa que antecede o se antepone a la acción principal, es decir, el coito. Con este término le quitamos importancia a todo lo que sucede en el previo, como si una relación sexual no estuviera completa hasta que el pene entra en la vagina”. Ageitos pone el ejemplo de una carta de un restaurante y hace una analogía entre quedarse solo con un plato principal o pensar que se tiene todo un menú de posibilidades entre las que escoger para generar placer a las dos partes involucradas en el acto. “Lo importante es tener una educación sexual en donde sepamos que lo importa es el deseo y el placer, no llegar a una meta a través de un rito”.

La sexóloga explica que dentro de las sexualidades no normativas, los genitales, la excitación y muchas veces incluso los orgasmos no necesariamente forman parte del sexo. “Se busca explorar otras sensaciones más allá del falocentrismo”. Los datos lo avalan. “Las mujeres heterosexuales son el grupo que menos orgasmos consigue, ya que solo un 65% de las veces que mantienen relaciones llegan al clímax. Contrariamente, en el primer puesto están los hombres heterosexuales, con un porcentaje de orgasmos del 95%, le siguen los gays (89%), los varones bisexuales (88%), las lesbianas (86%) y las mujeres bisexuales (66%)”, según un estudio sobre la frecuencia de los orgasmos llevado a cabo entre diferentes universidades norteamericanas y publicado en Archives of Sexual Behavior.

El placer más allá del falocentrismo

Para Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYClub en España, vivimos en una sociedad coitocentrista: “Creemos que todo el sexo pasa por los genitales y se ha vuelto una sexualidad finalista. Si no hay un orgasmo, es un mal sexo, con lo que no se suele acabar hasta que alguno de los dos lo alcance, usualmente el hombre”.

Bizzotto ha elaborado una encuesta a 195 personas en la que preguntaba cuáles eran sus principales fantasías o propósitos sexuales para el 2024. Esta se ha saldado con unos resultados sorprendentes. Entre más de una docena de posibilidades, entre las cuales estaba desde practicar juegos sensoriales, posturas innovadoras o BDSM, las opciones más votadas fueron el sexo en grupo y explorar la sexualidad más allá del coito. Ganas no faltan.

Sin embargo, según los expertos, el coitocentrismo siempre ha ido de la mano de la religión. “La virginidad es una concepción de la sexualidad enfocada hacia lo genital, y lleva el peso de muchas cosas, con los juicios morales que implica”, asegura Álamo, que recuerda que la única diferencia entre la penetración y otras prácticas dentro de las relaciones sexuales es que puede haber un riesgo de embarazo con la primera.

Algo está cambiando, sin embargo, pues para Álamo “las nuevas generaciones que vienen van a tener relaciones sexuales llenas de un cúmulo de experiencias que no se centran en la penetración”. En esto coincide Almudena M. Ferrer, sexóloga experta en formación y artífice de Bodysex que ha podido notar cómo ahora hay una tendencia a hablar cada vez más de sexualidad y a intentar salirse de lo convencional. “Cada vez somos más conscientes del daño que nos ha hecho el coitocentrismo y estamos tomando las riendas de nuestro placer”. Ferrer cree que llegará un día en donde la gente ya no pregunte: ¿pero follaron o se quedaron en los preliminares? Ese día, entenderemos que el sexo es tan amplio como la forma de entender las relaciones.

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Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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