«Las firmas no tenían mi talla»: Blake Lively y el problema de vestirse tras dar a luz
La actriz ha visibilizado en su cuenta de Instagram los problemas a los que se enfrentó para poder vestirse después del nacimiendo de su tercera hija. «En vez de sentirme orgullosa, me sentía insegura», sostiene.
Cuando Blake Lively acudió al popular programa de televisión presentado por Jimmy Fallon un par de meses después de dar a luz a su tercera hija, Betty, fue ella misma quien se encargó de vestirse para la ocasión. El procedimiento habitual en estos casos es que una gran firma preste el atuendo a la celebridad de turno a cambio de visibilidad y promoción, pero la actriz se topó con que ninguna de las marcas que solían vestirla tenía en su muestrario una talla que se correspondiera a sus nuevas medidas tras el parto. Tampoco le fue fácil encontrar prendas que le sentaran bien en las tiendas y al final combinó una blusa semitransparente de Lanvin y un vestido negro de Net-a-porter con los que logró salir airosa del escrutinio mediático. Sin embargo, un año después de aquella aparición, la actriz y pareja del también actor Ryan Reynolds ha decidido rescatar la foto del look en los Stories de su cuenta de Instagram para visibilizar el problema con las tallas y la ropa que experimentan muchas mujeres.
«No es un buen mensaje el que se manda a las mujeres cuando sus cuerpos no entran en la ropa que las marcas tienen para ofrecerles. Es confuso. Me hubiese gustado sentirme en aquel momento más a gusto con mi cuerpo, como lo estoy ahora. Ese cuerpo me dio un bebé. Y estaba produciendo toda la comida que este necesitaba. ¡Qué gran milagro! Pero en vez de sentirme orgullosa, me sentía insegura«, ha explicado la actriz de Gossip Girl.
No es la única vez que una gran estrella de Hollywood ha denunciado el problema al que se enfrentan las mujeres con tallas superiores a la 36, ya sea durante un momento vital como el posparto o de forma permanente. La modelo Ashley Graham confesó que no acudió a la gala Met 2016 porque ningún diseñador pudo hacerle un traje a medida a tiempo y las firmas no contemplaban en sus muestrarios ningún diseño acorde a su cuerpo. Una historia similar a la que han experimentado nombres como Leslie Jones, Melissa McCarthy (que fue rechazada hasta por seis firmas para vestirla en los Oscar de 2012) o Christina Hendricks. «Todo se vuelve difícil cuando llega la temporada de premios, necesito encontrar un vestido y solo hay disponible de la talla cero a la talla dos (es decir, 34 y 36). Entonces es molesto ver a los diseñadores diciéndote: ‘Nos encanta Mad Men, nos encantas, pero no te haremos un vestido’«.
El caso de Blake Lively es especialmente llamativo teniendo en cuenta su fuerte vinculación al mundo de la moda y su consagración como icono de estilo. Es habitual de las semanas de la moda, de las listas de mejor vestidas –a menos de aquel tiempo en el que había eventos suficientes como para poder hacerlas–, ha sido considerada la mujer más sexy del mundo y las marcas se han pegado por vestirla en los estrenos de sus películas o las de su marido, Ryan Reynolds, uno de los actores más famosos del mundo. Que una gran estrella de su calibre se enfrente a problemas para encontrar ropa que se adecue a su figura y sus circunstancias visibiliza uno de los problemas de la industria que con más apremio se habría de atajar.
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