Tres misterios que rodean al ‘Panamá Hat’, el sombrero que nunca pasa de moda
Investigamos la historia de este accesorio que tiene el poder de convertirte inmediatamente en un turista elegante aunque no salgas de tu ciudad.
1. El misterio de elegirlo bien
El famoso sombrero de Panamá está rodeado de ciertos misterios que trataremos de resolver en este artículo. El primero pasa por el efecto inmediato que produce llevarlo puesto. Tanto el modelo de varón como el de mujer convierten a quien se lo pone en un turista elegante aunque no salga de su ciudad. Pero para llevarlo con gracia y saber si lo que lucimos en la cabeza es de calidad es necesario recurrir a un curso acelerado en sombreros. Referirse a un ‘Montecristi’ o a un ‘Cuenca’ es hablar de lugares que, como ‘Pile’, acogen a tejedores artesanos que guardan el secreto de su buen hacer como un tesoro propio de ser considerado desde Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2012. Si en cambio, el argumento es el número de filas por pulgada, se estará juzgando del proceso: cuántas más filas, más calidad y menos sombreros, hay productores que apenas hacen cuatro o cinco unidades al año. Si se trata de distinguir entre un ‘Derby’ (de ala no deformable), un ‘Fedora’ (el clásico de los años 40), un ‘Homburg’ (rígido y formal), un ‘Havana’ (el más juvenil) o un ‘Óptimo’ (el clásico Panamá que por su aspecto bien podría llevarse a un safari en Kenia) lo más adecuado es que el curso sea directamente de etiqueta.
2. El misterio de su autenticidad
El otro intríngulis del Panamá está en reconocer el auténtico de la copia. Quienes se lo puedan permitir estarán seguros de su compra adquiriendo uno en Pile el pueblo ecuatoriano en el los comerciantes más sibaritas, como Brent Black acuden desde los años ochenta a comprar las pocas unidades que siguen tejiéndose a mano en un proceso completamente artesano que dura meses.
Eso sí, el desembolso que garantiza esta tasación no es para todos los públicos: pueden llegar a costar entre 2.000 y 30.000 dólares y son los favoritos de actores como Harrison Ford, Peter O’Toole, Charlie Sheen, Pierce Brosnan o Anthony Hopkins.
Los anteriores pueden presumir de cubrirse con los más prestigiosos de la actualidad pero no alcanzarán a confirmar si su ‘Panama Hat’ es del mismo modelo que caracteriza a Hemingway, el que se le presupone al Gran Gatsby de Scott Fitzgerald, el que solía llevar García Márquez o el ‘Fedora’ claro que identifica a Gay Talese. Hoy en día también se pueden ver modelos de mucha calidad en las cabezas de celebrities como Jennifer Aniston, Resse Whiterspoon, Miranda Ker, Jessica Alba, Naomi Watts.
3. El misterio de su nombre
Hay registros de formas primitivas de este sombrero de unos 4.000 años A.C., y los primeros conquistadores de los siglos XV y XVI ya se fijaban en cómo los nativos protegían del sol su cabeza con una especie de toca sin forma, hecha de fibras muy flexibles y resistentes de un material llamado “jipijapa” o “paja toquilla”.
Pero etnógrafos, investigadores y expertos en moda no se ponen de acuerdo en torno a la razón por la que el sombrero ecuatoriano “paja toquilla” pasó a llamarse “Panama hat”. Y, aunque el accesorio se hizo famoso en todo el mundo por obra y gracia del presidente de EEUU Tehodore Roosevelt, tampoco se ha resuelto el misterio de qué obra, qué gracia ni qué fecha explica mejor este cambio de nacionalidad.
La historia más conocida es incompatible con los archivos y las referencias documentadas pero es la más popular: en ella se cuenta que a principios del siglo XX, en medio de la construcción del Canal de Panamá que une el Atlántico y el Pacífico, Roosevelt repara en la deshidratación de los trabajadores y decide importar más de 50.000 sombreros de Ecuador para mejorar sus condiciones y la prensa internacional interpreta que el sombrero es originario del país del istmo.
Otros, cuentan las crónicas apócrifas, dicen que fue el propio presidente quien, un caluroso 15 de agosto de 1914 mientras inauguraba el Canal, recibió un accesorio blanco adornado con una elegante cinta negra y asumió que era típico de Panamá.
Sin embargo, los estudiosos no han encontrado rastro de fotos de Roosevelt inaugurando o visitando el Canal, ni alusión alguna al sombrero ni en su cabeza ni en testas ajenas en las noticias de la época. Lo que sí se ha podido demostrar es que en 1902, antes de que Roosevelt inspeccionara ninguna obra, el presidente republicano escribió una nota de agradecimiento a un ministro peruano agradeciéndole un presente navideño en el que se menciona un “Panama hat” que sí aparece en algunos archivos fotográficos familiares.
Otras versiones, hablan de Napoleón III encantado con un sombrero idéntico al panameño en la Francia de la Primera Exposición Universal de 1855. Según esta interpretación el complemento se bautizó como el país del canal porque, en esa época, Francia era la potencia que intentaba excavar la primera ruta viable entre los dos océanos.
Por si la confusión fuera poca, dos monográficos de Martine Buchet sobre el panameño desactiva cualquiera de las anteriores leyendas y explican que durante la fiebre del oro –previa a la Exposición Universal, a la construcción del canal e incluso al nacimiento de Roosevelt– una crónica del New York Times ya menciona el “panamá hat”.
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