De Audrey Hepburn a Gal Gadot: la intrigante historia del diamante que salta de actriz en actriz
La nueva adaptación de la obra de Agatha Christie ‘Muerte en el Nilo’ rescata una de las joyas más famosas de la historia: un diamante que solo han lucido Audrey Hepburn, Mary Whitehouse y Lady Gaga.
Tras Asesinato en el Orient Express (2017), el próximo 18 de diciembre Kenneth Branagh estrena su segunda adaptación de un clásico de Agatha Christie; en este caso se trata de la obra de 1937 Muerte en el Nilo. Será de nuevo una cinta llena de estrellas: Armie Hammer (Call me by your name), Annette Bening, Rose Leslie (Juego de Tronos), Emma Mackey (Sex Education) o Gal Gadot. Pero el protagonista más deslumbrante será probablemente el collar de diamantes que luce esta última en varias escenas, una réplica del diamante amarillo de Tiffany & Co., una de las piedras preciosas más icónicas de la historia de la joyería.
El diseñador de vestuario de la cinta, el español Paco Delgado, trabajó junto a un archivista de la casa neoyorquina para hallar entre sus piezas las más acordes a cada personaje. Pero el collar de Gal Gadot estaba claro desde el principio, sería el que presume del Diamante Tiffany, un icono que solo han lucido tres personas en público: la socialité Mary Whitehouse en una gala en 1957 en Rhode Island, Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes en 1961 (aunque solo para las fotos promocionales de la película) y, el año pasado, Lady Gaga, para recoger su Oscar por Ha nacido una estrella.
“Queríamos que [el diamante] fuera el protagonista”, explicaba esta semana Delgado en WWD. Por ello la intérprete de Wonder Woman lo luce con un sencillo vestido nude, cortado al bies y con bordados de pájaros en un lateral. “Estas gentes eran los jet-setters de la época”, añadía el diseñador, que se ha inspirado en diseños de la época de Chanel, Schiaparelli o Balenciaga. Un despliegue de vestuario para 14 personajes protagonistas que cambian de ropa, cada uno, unas diez veces. Todos aderezados con joyas de Tiffany & Co. de algunas de sus colecciones más clásicas como Victoria o las creaciones de Jean Schlumberger. Y el diamante amarillo, por supuesto.
El original es una piedra preciosa de valor incalculable al que también se conoce como Diamante Tiffany por su célebre propietario. Considerado uno de los descubrimientos minerales más importantes del siglo XIX, apareció en las minas Kimberley de Sudáfrica en 1877 y fue adquirido por Charles Lewis Tiffany por 18.000 dólares.
La piedra original presumía de unos increíbles 287,42 quilates, pero tras ser esculpida en París por el reputado gemólogo George Frederick Kunz se quedó en otros nada desdeñables 128,54. La forma también contribuyó a crear la magia: de talla cojín, el experto tardó un año en dar con el perfil definitivo que cuenta con 82 facetas (24 más de lo que es habitual) que favorecen el reflejo de la luz. Un efecto que recreará ahora el filme de Branagh para procurar dos horas de evasión entre destellos, barcos y pirámides.
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