Ocho escritoras eróticas que saben cómo excitarte en 2018
La narrativa picante se renueva con jóvenes escritoras con filosofía feminista y LGTBI, dispuestas a calentar a sus lectores mezclando géneros, experimentando con la literatura y haciendo denuncia social.
Al igual que la nueva juguetería erótica ha rejuvenecido a los antiguos consoladores y las directoras de cine porno han redimido de sus pecados a la pornografía; existe una nueva generación de escritoras que se enfrenta a la erótica con un nuevo espíritu. Muy diferente al de 50 Sombras de Grey; novela a la que, por mucho que nos pese, debemos agradecerle el hecho de que este género ya no necesite forrar las tapas de sus libros para poder ser leído en el metro.
Así como el cine X conforma el imaginario sexual de la gente (es el único lugar donde podemos ver a personas practicando el sexo), la novela erótica hace otro tanto con la educación sentimental. Muchas de estas nuevas escritoras se proponen con sus libros hacer su pequeña aportación para que ese ideario cambie. Primero para nosotras, ya que las mujeres somos las mayores consumidoras de literatura erótica, y luego para el mundo.
Al margen de la novela erótica-romántica-clásica, con autoras como Megan Maxwell, una española que vende como churros, hay mujeres que empiezan a hacer otro tipo de literatura subida de tono, con algunas características comunes: una clara filosofía feminista, mezcla de géneros (erótica con literatura fantástica, de terror, policial, humor, cómic), una vocación LGTBI; y huir, como del mismo diablo, del esquema básico y machista de las novelas tradicionales. A saber: mujer desvalida conoce el amor y al hombre que la redime y que cambia su existencia. En la erótica clásica siempre hay amor y sexo. En la nueva, el amor no es un elemento imprescindible.
La dimensión crítica y reivindicativa que proponen algunas de estas nuevas autoras entronca con los inicios de este género. La historia de la literatura erótica es la historia de la censura o de cómo escapar a ella, no ya sólo por cuestiones sexuales, sino porque muchos autores utilizaron sus libros para denunciar aspectos de la sociedad en la que vivieron. Sexo, sátira y denuncia fueron muchas veces de la mano. El amante de Lady Chaterley (1928) era transgresora, pero no sólo por sus explícitas escenas de cama, sino porque su autor, D.H. Lawrence, aprovechaba la ocasión para hablar del choque de clases sociales o de la emancipación de la mujer. Sería difícil adivinar si lo que más escandalizaba a la sociedad de entonces era que Constance Chaterley le pusiera los cuernos a su marido o que lo hiciera con alguien de una clase inferior.
Permafrost, la primera novela de Eva Baltasar, es un claro ejemplo de esta corriente, ya que su autora no solo trata el tema de las relaciones lésbicas, sino que la obra es una dura crítica a la sociedad, la felicidad ficticia que proporcionan los antidepresivos o el feroz mundo laboral, que devora a sus hijos. El titulo de esta obra hace referencia a esa capa de suelo, permanentemente congelado, que hay en las regiones muy frías. Metáfora de ese barniz con el que muchos seres humanos transitan por la vida.
La novela, publicada en marzo en catalán, ganó el premio Llibreter, va ya por su 7ª edición y pronto saldrá en castellano (en la editorial Penguin Random House), además de en otros idiomas. “Me extrañó el éxito de Permafrost”, confiesa su autora, “porque es una temática bastante underground: una lesbiana con inclinaciones suicidas y con problemas laborales, familiares y de pareja. Pero tal vez eso sea un síntoma de que los gustos están cambiando”.
He aquí algunos de los nombres más destacados en el universo de la nueva erótica escrita por mujeres.
1. Diana Gutiérrez y su editorial Café con Leche
La editorial Café con Leche ha tenido ya sus encontronazos con las redes sociales, versión moderna de la Inquisición en cuanto a sexo se refiere. Amazon retiró de su web una de sus reediciones de clásicos eróticos, Fanny Hill, por considerarla pornográfica y Facebook bloqueó su cuenta al ver la portada de una de sus novelas, ¡Sí, mi capitana!, en la que aparecen dos mujeres piratas en actitud erótica.
Diana Gutiérrez, autora de este último libro, es también directora de esta editorial LGTBI, especializada en libros eróticos y fantásticos, con cuatro años de vida. “Hay toda una corriente de nuevas escritoras a las que les gusta mezclar géneros, experimentar y hacer visible todo tipo de sexualidades. Nuestros libros nunca dejan indiferente, o los amas o los odias. Incluso la fracción más extremista del colectivo LGTBI puede, a veces, ofenderse porque hay penes en una historia lésbica. Como ha pasado con mi libro ¡Sí, mi capitana!, un relato ilustrado de piratas femeninas con mucho humor”.
La saga Un pavo rosa, también de esta autora, ha sido apartada de las ferias juveniles de literatura porque en el argumento dos chicas se van a la cama y una de ellas tiene la regla. A caballo entre los mini escándalos y el despertar de estas nuevas autoras, Gutiérrez echa de menos en este género “más ironía, mejores escritoras y discursos más sutiles. La literatura erótica es difícil, porque no solo tiene que ser buena sino que tiene que excitarnos”.
2. Kendal Frost. Mujeres en el universo gay
Bajo este pseudónimo figuran dos chicas de Vitoria, Leticia S. Murga y Elsa Lacruz, que escriben erótica con elementos fantásticos, centrada en las relaciones homosexuales masculinas. La saga Diabolus in Música (Café con Leche), lleva ya tres libros publicados, tres pendientes de salir al mercado y se quiere alargar con otros tres más. La historia ocurre en un conservatorio de música; con la peculiaridad de que, por una extraña razón, cada nuevo día es igual al anterior.
“Las escenas sexuales son bastantes explícitas”, comenta Leticia. “La pregunta habitual que nos hacen es cómo siendo mujeres podemos describir tan minuciosamente las relaciones gays. Leemos mucho, en Internet hay abundante material gráfico y tenemos amigos homosexuales que comprueban si lo que contamos tiene sentido”.
Leticia, que ya colaboró en la antología erótica Cuando calienta el sol (Café con Leche), estará de nuevo en Empotradoras, compendio de relatos entorno al sexo, financiado por crowdfunding y que saldrá en febrero. Para ella, la erótica tiene poco que ver con “esa literatura en la que la mujer está siempre incompleta y entonces aparece el escocés druida que viene del pasado o el millonario de gustos raros. Mis personajes hacen otras cosas y, aunque pertenecen al colectivo LGTBI, éste no es su rasgo definitorio. De hecho, una de mis máximas: ‘no te enamoras de un sexo, te enamoras de una persona’, es una filosofía que se comparte en mis historias”, señala esta escritora.
7. Lara Herrero y su afán por positivizar las vulvas
Esta sexóloga (con consulta en el centro Senso, en Valladolid), socióloga y autora del blog, Sexo Positivo, publicará a finales de noviembre su primer libro de poemas eróticos, Comisuras, con ilustraciones a cargo de Noelia Maeso. Tras hablar con varias editoriales y no estar contenta con las condiciones, Lara decidió crear un crowdfunding y recaudó el dinero en 30 días.
En su escritura, Herrero trata de reflejar una sexualidad más diversa, sin fronteras ni aduanas. “No solo en cuanto a orientaciones sexuales, sino también sobre fantasías, identidades, cuerpos, maneras de relacionarse y practicas. Por ejemplo, en uno de mis primeros relatos, la protagonista es una mujer que ha sufrido una mastectomía”. Otro de los afanes de esta autora es el de visualizar las vulvas. “En mi blog tengo el proyecto que yo llamo Vulva, te quiero así, y que intenta asemejar esta parte de la anatomía femenina con cosas positivas y desligarla de las malas referencias que se le han atribuido durante siglos (forma fea, mal olor, secreciones…), y que siguen presentes en el lenguaje (coñazo= algo negativo. Es la polla= algo maravilloso)”.
3. Luna Miguel. En busca de la propia sexualidad
A sus 28 años esta prolífica escritora ha tocado ya muchos géneros (poesía, narrativa, ensayo) y en sus obras siempre hay un lugar reservado para la erótica. “Una prueba de que el sexo sigue siendo tabú es que la gente solo ve eso en un libro, aunque se traten otros muchos temas”, comenta.
“Crecí con Harry Potter y Crepúsculo (con bastante erotismo), luego pasé a leer a Bukowski y la Generación Beat (en la que la sexualidad se trataba de forma bastante descarnada) y cuando me sumergí en Baudelaire y la Generación del 27, la mujer pasó a ser ‘el objeto amado’, ‘el cuerpo deseado’, algo casi etéreo. Me propuse buscar una nueva vía para la sexualidad femenina. Más feminista, más real, más en sintonía con Anaïs Nin o Gabriela Wiener”.
Los renglones eróticos de esta escritora fluctúan entre encontrar la propia identidad; algo para lo que la poesía es más propicia (cómo por ejemplo, El arrecife de las sirenas, en las que habla de la sexualidad después de dar a luz); y la denuncia. Su último trabajo, la novela El Funeral de Lolita, que Lumen publicará el 8 de noviembre, trata sobre los abusos sexuales.
Luna prepara ahora en su próximo poemario, en el que trata de redefinir la sexualidad masculina desde el punto de vista de un heterosexual. “Lo he hecho pensando en mi hijo de dos años, tratando de allanarle el camino”.
4. Rocío Vidal y el cómic erótico-pornográfico
En el año 2011, esta dibujante barcelonesa decidió recuperar un género que estaba de capa caída y creó, junto con otros compañeros, Sextories, una publicación independiente de cómic erótico-pornográfico, con la diferencia de que esta vez se iba a hacer desde una perspectiva feminista, irreverente, liberadora e inclusiva hacia todos los tipos de sexualidades.
“Con el comic erótico pasaba algo similar a lo que ocurría con el porno. Estaba orientado exclusivamente a los hombres, sus gustos, la estética que supuestamente prefieren y las prácticas heterosexuales convencionales. Sextories, sin embargo, intenta ser al comic lo que las nuevas directoras de cine a la pornografía. Y esto no solo gusta a ellas sino a todos los que consideren que la forma que ha habido hasta ahora de abordar el sexo era muy limitante y excluyente”, afirma Vidal, co creadora y coordinadora de este proyecto, que sale al mercado dos veces al año y que incluye escenas de sexo muy explícitas.
Rocío colabora con la revista El Jueves y el próximo febrero publicará su primer libro de cómic titulado Machistadas (Penguin Random House). “Gira entorno a los micro machismos que vivimos cada día en la familia, trabajo, sexualidad o pareja”, revela esta autora.
4. Elisa Victoria y las actrices porno
El primer libro de esta sevillana de 33 años, Porn & Pains (Esto no es Berlín) suscitó muy buenas críticas y giraba entorno a cartas dedicadas a las actrices porno, “a las que acabas cogiendo cariño en el ejercicio de la masturbación, y porque son las maestras de toda una generación de jóvenes que han tenido que auto educarse sexualmente con la pornografía”.
En La sombra de los pinos (Esto no es Berlín), su segundo libro, lo fantástico y misterioso le ganan terrero a lo erótico porque, como esta autora confiesa, “mi literatura se parece mucho al comic: hay terror, fantasía, humor y, claro, sexo. No puedo entender que se hable de la dimensión humana dejando fuera la sexualidad. Y todo en proporciones tragicómicas. Creo que la literatura erótica debe ser ante todo de calidad y no estoy muy a favor de separar géneros. Me gusta la idea de que no se sepa muy bien donde hay que poner mis libros. Dan miedo, hacen pensar (Elisa estudió filosofía) y ponen cachondo, ¿en qué sección de las librerías deben venderse?”.
7. Sonia Barba y su Prostíbulo Poético
«Deslizaré mi deseo por debajo de tus pantalones./Me sentaré en el suelo para ver como ardes./ Olvidaré cerrar el grifo de la bañera./La espuma artificial inundará el salón de tu sexo./Juro que lo haré con las cortinas abiertas/y el Sol, Dios del cielo,/deseará no haber nacido». Los versos son una muestra de Dear Pretty Baby (66rpm Edicions), el primer poemario de Sonia Barba, poeta, actriz y directora-madame de Prostíbulo Poético. Un espectáculo que, en abril del 2019, cumplirá diez años en Barcelona, y que ha tenido ya cuatro ediciones en Madrid.
“Actuamos en teatros, galerías de arte, locales, masías…y utilizamos la estética y estrategia de los burdeles de antaño”, cuenta Barba. Las poetas (en su mayoría son mujeres) recitan sus creaciones y también hay ‘privados’, apartados en los que se susurra, en exclusiva, a un cliente. Buscamos que las palabras de las mujeres los atraviesen; y no que los hombres las atraviesen a ellas, como ocurre durante el coito. No toda la poesía es erótica, pero este elemento está muy presente en el espectáculo”, afirma Sonia.
Existen también los Libros Rojos del Prostíbulo Poético, antologías que recogen el trabajo de las poetas que transitan por el burdel. En ellos se puede encontrar un texto de Isabel Llanos titulado Gotitas o la gran Oda al Clítoris, escrita por Bárbara Cabezas Inestal.
Según Sonia, la poesía es el mejor recurso para hablar del sexo. “Va a las vísceras, no al intelecto, nos remueve por dentro y es breve, como el acto sexual. La escritora canadiense Anne Carson dijo “si la prosa es una casa, la poesía es una persona en llamas atravesando esa casa”.
8. Elena Barrio y su fanzine erótico-feminista
Ante redes sociales tan mojigatas y machistas (los pezones masculinos se admiten pero los femeninos no), algunas iniciativas erótico-literarias buscan refugio en el papel. Elena Barrio, Henar Bengala y Patricia Aguilar son el cuerpo y alma de la editorial Glitter Zines, que desde 2015 publica fanzines monotemáticos, en los que el denominador común gira entorno a redefinir la sexualidad femenina y dar la vuelta a los falsos mitos entorno a esta materia.
Mediante poemas narrativos, fotos e ilustraciones, estas tres chicas han hecho una segunda lectura al mito de Lilith, la primera esposa de Adán. “Según cuenta la leyenda, la antecesora de Eva se rebeló, se negó incluso a copular debajo y acabó viviendo con los demonios. Nosotros la vemos como la primera mujer liberada que quiso disfrutar de su sexualidad” apunta Barrio, que señala que también han hecho otro monográfico sobre el mito del rapto de Dafne, según ellas, víctima de acoso por parte de Apolo.
“Elegimos el nombre de Glitter Zines para darle un tono pop. Queríamos quitar hierro a nuestra filosofía feminista para no asustara a nadie”. La editorial también vende camisetas con el símbolo de la vulva y el clítoris, presente en sus primeros fanzines.
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