¿Podría haberse salvado Jack en ‘Titanic’?: se resuelve la «mayor controversia del cine moderno»
Este 10 de febrero regresa a las salas la película en 3D. Tras 25 años de especulaciones, el director James Cameron ha participado en un experimento científico que trata de despejar las dudas. A tenor de sus hallazgos, el debate no ha sido en vano.
“Él tenía que morir. Es estúpido que sigamos teniendo esta conversación después de tantos años”. Un cuarto de siglo se ha pasado el cineasta James Cameron defendiendo ante la opinión pública la decisión de que Jack (Leonardo DiCaprio) se hundiera en las gélidas aguas del Atlántico norte en el desenlace de su gran epopeya cinematográfica, Titanic.
Una muerte que continúa siendo carne de debate, discrepancia y afrenta para buena parte de los seguidores del icónico filme, ignorantes quizá de que es precisamente su negativa a aceptar el devenir dramático de los acontecimientos lo que confiere a este taquillazo su carácter inmortal. La pregunta de si Jack cabía realmente en aquella tabla junto a Rose (Kate Winslet) continúa tan vigente como en aquel invierno de 1998, así que su responsable, no sabemos si por hartazgo, por honrar el 25 aniversario del estreno o por pura promoción de su nuevo blockbuster (Avatar: El sentido del agua), ha decidido unirse a la “estúpida conversación” y dar respuesta de una vez por todas al dilema más polémico del cine contemporáneo.
El recién estrenado documental de National Geographic Titanic: 25 Years Later with James Cameron rinde tributo a la película ganadora de 11 estatuillas llevando a cabo un estudio científico liderado por el propio director que simula las condiciones que deberían haber afrontado Jack y Rose aquella madrugada del 15 de abril de 1912. Con la ayuda de un laboratorio universitario especializado en los efectos del frío en el ser humano, Cameron recreó una réplica idéntica de la tabla de la película y contrató a dos dobles de acción (Josh Bird y Kristine Zipfel) con la misma edad, altura y peso que los protagonistas. Les colocaron sensores por todo el cuerpo, vistieron una ropa similar y fueron instados a repetir el diálogo exacto del filme. Sumergidos ya en una piscina, y duplicando el tiempo de duración de cada etapa para compensar la imposibilidad de someter a los actores a temperaturas tan, tan gélidas para no comprometer su salud, el equipo puso a prueba hasta cuatro posibles escenarios.
Could Jack have gotten out of the water without compromising Rose’s safety? We put it to the test in Titanic: 25 Years Later with @JimCameron tonight at 9/8c on National Geographic. pic.twitter.com/F3My0ZJtso
— National Geographic TV (@NatGeoTV) February 5, 2023
En el primero de ellos, ambos se suben en la tabla para desmentir el primer mito: sí, los dos cabían perfectamente en ella. Sin embargo, la suma de pesos hundiría la madera en las aguas heladas y provocaría, por tanto, la muerte de la pareja. Sus posibilidades de supervivencia aumentan en la segunda intentona, en la que los dobles colocaron sus mitades superiores en la tabla para mantener sus órganos vitales fuera del océano. Esta opción no convenció a Cameron, que alegaba que el hipotético cansancio acumulado de Jack y Rose tras sobrevivir a un naufragio impediría que mantuvieran esa posición durante demasiado tiempo. Así que no dudó en someter a los dobles a un ejercicio físico extremo para que repitieran la prueba exhaustos.
Hay que esperar a la cuarta conjetura para que se avisten las primeras grietas en el empecinamiento de James Cameron respecto al destino fatal de sus personajes. En este supuesto, Rose le entrega su chaleco salvavidas a Jack una vez ella ya se encuentra subida a la madera, otorgándole así un tiempo valiosísimo al joven para tratar de mantenerse con vida durante un par de horas. “Él se estabiliza. Llegamos a una situación en la que, si lo hubiéramos hecho, podría haber aguantado hasta que llegara el bote salvavidas. Jack podría haber sobrevivido… pero hay muchas variables”, admite finalmente el cineasta. Lo que la ciencia no puede evaluar en este ensayo son los cimientos narrativos del buscavidas interpretado por DiCaprio, que difícilmente habría aceptado el ofrecimiento del chaleco por parte de su amada. “Él pensó en no hacer nada que pudiera ponerla en peligro a ella, ese es 100% su personaje”, sentencia Cameron, no sin antes lamentar no haber optado por alguna otra opción menos ambigua durante el rodaje: “Sabiendo lo que sé ahora, habría hecho la tabla mucho más pequeña para que no existiera ninguna duda”.
Pero no solo el director de Titanic ha sido bombardeado de forma insistente durante las últimas décadas respecto a este debate. Su pareja protagonista también se ha visto obligada a mojarse –nunca mejor dicho– sobre la fatídica conclusión, pero lo han hecho con diferente apetencia. En lo concerniente a Leonardo DiCaprio, ni siquiera estrellas de la talla de Brad Pitt y Margot Robbie, que califica la escena como “la mayor controversia del cine contemporáneo”, lograron sacarle a su compañero algo más que un insípido “sin comentarios”. “Podríais haberos apretado un poco, ¿no?”, le preguntaba entre risas el propio Pitt durante la promoción de Érase una vez en… Hollywood. Winslet, en cambio, exhibiendo su bondad característica, responde cortés ante cada interpelación. ¿La última? Este mismo pasado diciembre en el podcast Happy Sad Confused, abonándose a la teoría probada en el primer escenario: “No creo que hubiéramos sobrevivido si los dos nos hubiéramos subido a esa puerta. Pienso que él cabía, pero no se habría mantenido a flote. No lo habríamos hecho”.
La controversia por fin abordada respecto al final de Titanic no hace sino alimentar la expectación ante el regreso a las salas de la película desde este viernes 10 de febrero. Con motivo del 25 aniversario de su estreno y durante tiempo limitado, estos Romeo y Julieta modernos vuelven a subirse al conocido como barco de los sueños en una versión remasterizada y en 3D, ideal para que las gafas oculten las lágrimas cuando escuchemos por enésima vez aquello de ‘Si tú saltas, yo salto’ o contemplemos indignados cómo Jack se hunde frente a nuestros ojos tridimensionales. Y no nos engañemos: los finales infelices siempre son más memorables.
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