Cómo un traumático divorcio llevó a Scarlett Johansson al mejor papel de su vida
La intérprete mejor pagada de Hollywood también es la gran favorita para llevarse el Oscar a mejor actriz por Historia de un matrimonio, filme que rodó mientras atravesaba una convulsa separación.
A lo largo de las nueve décadas de vida de los premios Oscar, los académicos han evidenciado una incuestionable inclinación a rendir tributo a aquellos intérpretes que se dejaban la salud –física y emocional– con tal de bordar un papel. Ganar o perder peso de manera extrema, asimilar la discapacidad de un personaje hasta trasladarla a su vida íntima o cambiar drásticamente de personalidad son algunas de las herramientas utilizadas por los defensores del método. Los De Niro, Day-Lewis, Bale o Theron pueden dar fe de que una estatuilla bien vale una metamorfosis pero, en algunas ocasiones, la línea que separa lo ficticio y lo real consigue nublarse por completo. Ese es el caso de Scarlett Johansson, que ahora agradece al destino la oportunidad de interpretar a una actriz que experimenta un traumático divorcio mientras ella misma pasaba por otro –no menos convulso– en la vida real. ¿El resultado? El papel más brillante de su prolífica carrera según la crítica y una casi segura candidatura para llevarse el Oscar a la mejor actriz del año.
“La situación personal de Scarlett no era una razón para no hacer el papel, era una razón para hacerlo”, asegura Noah Baumbach, director de Historia de un matrimonio y uno de los más respetados de la escena indie de Hollywood. El día que se citó con la intérprete de 35 años para proponerle protagonizar su película, desconocía que esta se estuviera divorciando de su segundo marido, el periodista Romain Dauriac. Antes de que pudiera contarle nada sobre el argumento, ella pidió una copa de vino y comenzó a desahogarse acerca de la complicada situación que vivía. “Lo que pensaba en aquel momento era, ‘O le va a encantar esto o lo va a odiar”, confesaba hace días en The Hollywood Reporter el cineasta, que se basó en su propia separación de la también intérprete Jennifer Jason-Leigh (Los odiosos ocho) para escribir la cinta que arrasó en festivales como Venecia o Toronto.
Por suerte para él, Johansson pensó que el timing para interpretar a una actriz que se divorcia de un director de teatro neoyorquino (Adam Driver) era perfecto. La intérprete pone el acento en lo mucho que significa Historia de un matrimonio para ella y en su función canalizadora a la hora de superar su propia experiencia. Como esos cantantes que cada vez que sacan un nuevo disco lo califican como ‘el más personal hasta la fecha’ pero de verdad, participando de manera decisiva en el proceso de creación del personaje. “Obviamente yo tenía mi propia perspectiva fresca del tema. Quisimos construir algo que viniera de un lugar real así que hablamos mucho, no solo de nuestras experiencias personales con el divorcio, sino de todo tipo de relaciones íntimas. Hablamos de la familia, de nuestros padres, de nuestros romances pasados. Nicole es una amalgama de todas esas cosas”, explicó el mes pasado en The Hollywood Reporter.
Johansson se ha mostrado especialmente apelada por la soledad que embarga a su personaje en el filme y que había experimentado en primera persona. “Hay una gran soledad en ser una madre soltera, lo he sentido en el pasado. Existe esa soledad y ese constante sentimiento de duda, de no saber qué estás haciendo y de no tener nadie en quien apoyarte para relanzarte (…) También pasas mucho tiempo a solas con tu hija sin la compañía de un adulto, y puede ser difícil si dura mucho tiempo. Te cuestionas tu vida, ¿cómo he llegado aquí? No te sientes así todo el tiempo… pero esos momentos llegan”, confesó en USA Today.
Johansson y Romain Duraic se casaron en 2014, tras dos años de relación y solo un mes después de tener a su primera hija, Rose Dorothy. La separación en 2017 fue una experiencia traumática para la actriz, no solo en el plano personal sino también en el mediático. Desde el momento en el que Johansson presentó los papeles para divorciarse de Dauriac, las dos partes se enfrascaron en una batalla legal por la custodia de su hija en común. Los abogados del periodista hicieron público el deseo de este de quedarse con la tutela de la niña y llevársela a Francia, alegando que la apretada agenda laboral y consiguientes viajes de la actriz perjudicarían a la menor. Johansson se negó a responder a cualquier acusación al respecto de la disolución de su matrimonio –que Dauriac calificó como un “ataque por sorpresa”–, limitándose a pedir respeto en su nombre y en el de todas las madres trabajadoras.
La prensa sensacionalista y reaccionaria cargó inmisericorde contra la actriz. ¿La razón? Ser ella la que pedía el divorcio de su segundo marido cuando este había aparcado temporalmente su carrera en el periodismo para que Johansson pudiera conciliar su trabajo en Hollywood. Martin Daubney, actualmente diputado del Parlamento Europeo por el Partido del Brexit, llegó incluso a escribir un artículo en The Telegraph asegurando que “el divorcio de Scarlett Johansson es la prueba de por qué los hombres tienen miedo de ser amos de casa”. En una muestra más de que la vara de medir no es igual para ambos sexos, y a pesar de que incluso Johansson se había mudado a París, el político le pedía “continuar su cruzada a favor de la igualdad de género dándole la mitad de su fortuna a Dauriac”. Ambos llegaron a un discreto acuerdo pocos meses después, quedándose la actriz con la tutela de la niña.
La separación del periodista galo no ha sido la primera para la neoyorquina. En julio de 2011 Johansson se divorció de otra estrella de Hollywood, el actor Ryan Reynolds, con quien había contraído matrimonio en 2008. La vida en común de la pareja no superó los dos años de vida y apenas se dejaron ver juntos en público, por lo que muchos hoy ni siquiera recuerdan que dos de los intérpretes mejor pagados de la meca del cine mantuvieran una relación sentimental. En una entrevista con la edición estadounidense de la revista Cosmopolitan, la protagonista de Los Vengadores dejó entrever que el final de la relación se debió a la competitividad entre ellos. “La logística de estar con otro actor puede ser un desafío. Tiene que haber un acuerdo claro sobre cómo compartir el tiempo, especialmente cuando las carreras de las dos personas van al mismo ritmo. También puede ser muy desafiante si la trayectoria de una es más exitosa que la otra”.
La crítica califica de “descomunal” la interpretación de una Scarlett Johansson que añade un nuevo papel inolvidable a los de Lost in translation, La joven de la perla o Match Point. Los halagos son tan unánimes y superlativos que las quinielas para los Oscar ya la sitúan como una de las dos grandes favoritas para hacerse con la estatuilla de mejor actriz, en dura pugna con la Judy Garland de Renée Zellweger.
Esta sería la primera nominación y el primer Oscar de la actriz mejor pagada de la industria cinematográfica en 2019 por su rol como Black Widow en la franquicia superheroica de Marvel. “Verles actuar [a Johansson y Driver] era como estar viendo a dos de los mejores deportistas competir entre ellos. Es una de las experiencias más gratificantes que he tenido como cineasta”, explicaba Baumbach, que actualmente mantiene una relación con la directora Greta Gerwig (Lady Bird), en la misma entrevista en la publicación estadounidense.
La actriz señala a su hija Rose como culpable de haber conseguido mantenerse fuerte emocional y físicamente a la hora de compatibilizar sus dos divorcios, el de la vida real y ficticio. “Cuando la miro me siento llena de esperanza y positividad. Está bien regodearse en el dolor un rato, pero después tienes que levantar el vuelo”, comentó la intérprete a USA Today, que también estrena en esta temporada de premios la comedia negra Jojo Rabbit. En el aspecto sentimental, quizá la tercera sea la vencida para Johansson. La neoyorquina volverá a pasar por el altar de la mano del guionista y presentador del mítico programa de sketches Saturday Night Live, Colin Jost, después de dos años de relación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.