Más conciliación, felicidad y productividad: los beneficios de la jornada intensiva, que solo hacen el 20% de los españoles
La llamada jornada intensiva mejora la conciliación familiar en un tiempo en el que los niños no van al colegio, aumenta la motivación y favorece un buen estado de ánimo. Las bondades del horario estival juegan a favor de los empleados, pero también de las compañías, a pesar de que muy pocas lo aplican.
Después de la llegada de las ansiadas vacaciones estivales, el inicio de la jornada intensiva de verano es la fecha más esperada del calendario para decenas de miles de trabajadores en nuestro país. Este horario laboral implica desempeñar nuestra actividad profesional de manera continuada, sin pausas para comidas ni largos descansos. Eso sí, se sigue respetando el descanso de quince minutos que corresponde por cada seis horas de trabajo, regulado por ley. El número de horas suele reducirse de ocho a siete, pero no existe una pauta generalizada, por lo que todo dependerá de la política de cada compañía. A pesar de que los estudios señalan las ventajas de la jornada continua tanto para los empleados como para la empresa, el horario de verano no está recogido como un derecho de los trabajadores. Cada empresa ofrecerá la posibilidad de implementar esta jornada atendiendo a su propia decisión o si aparece indicado de forma expresa en el convenio. Así lo explica Nacho Travesí, cofundador de Cobee, plataforma especializada en la gestión de planes de beneficios para empleados: “Para poder contar con un horario específico para los meses de verano, deberá estar indicado en el convenio colectivo o en el contrato. También es cierto que no todas las compañías pueden ajustarse a esta fórmula de trabajo, ya que, por su tipo de negocio, es muy difícil poder ofrecer una jornada en esas condiciones”.
En España, se calcula que solo dos de cada diez trabajadores disfruta de jornada continua en verano. Una cifra recogida en la encuesta sobre Horario Laboral realizada en 2022 por InfoJobs, donde se apunta además que “las mujeres son las que más disfrutan de jornada intensiva específica en verano (un 22% frente al 20% de hombres) y, en general, las que están más a favor de la jornada intensiva”, recoge la plataforma de búsqueda de empleo.
Por lo general, la jornada intensiva puesta en práctica durante los meses de calor implica adelantar la hora de entrada para evitar tener que pasar las tardes en la oficina. Un horario similar al que ofrecen algunas compañías los viernes, por ejemplo. Las ventajas para los empleados son obvias. Pueden disfrutar de un mayor tiempo libre y aprovechar la posibilidad de mejorar la conciliación familiar en una época en la que los niños no tienen colegio. Algunos expertos señalan también que la jornada continua permite ahorrar en cierta medida ese presupuesto diario destinado al café de la pausa de la mañana o las comidas cuando no hay tiempo de preparar el táper. Más allá de eso, la coach ejecutivo/ laboral Cristina Gutiérrez Campos destaca “un aumento de la sensación de felicidad” entre los trabajadores, lo que se traduce en una mejora del rendimiento profesional. “Según estudios, la sensación de felicidad de los empleados aumenta en más de un 80% la productividad por varios motivos. Por un lado, se afronta el día con más optimismo. Por otro, se planifica y gestiona mejor el tiempo para poder terminar su jornada laboral y conciliar posteriormente con planes familiares, amigos…”. Y añade otros beneficios implícitos como son “la desconexión tecnológica e incluso hay empleados que aprovechan para actualizarse con formaciones en el tiempo que les queda libre tras la jornada laboral”.
Menos “presentismo”, más productividad
El aumento de la productividad es la piedra angular de los defensores del horario de verano. Numerosos estudios señalan en esa dirección al afirmar que, a partir de las ocho horas de trabajo, la motivación decae y el rendimiento se resiente. Sin embargo, con la jornada intensiva se mantiene la fatiga a raya, algo que repercute de manera positiva, no solo en el estado de ánimo del empleado, sino en el funcionamiento de la propia empresa. En 2019, la consultora PageGroup lo corroboró en un estudio donde se afirmaba que “al disponer de menos tiempo para trabajar, el empleado presenta una mayor capacidad de concentración y planificación”. Una correcta organización de los tiempos de trabajo y de las tareas a desempeñar es clave para realmente cumplir el horario laboral y no terminar haciendo horas extras no remuneradas. En opinión de Travesí, “conseguir que los empleados se ajusten al horario de la jornada intensiva es el gran reto al que se enfrentan las empresas en este aspecto. Por ello, será importante organizar muy bien el tiempo de trabajo, priorizando las tareas y marcando los tiempos para cada una de ellas”.
La jornada estival confronta, por tanto, con el llamado presentismo, ese afán de ‘calentar la silla’ tan arraigado en la cultura laboral española (según datos de Eurostat, en nuestro país se desempeñan más horas de trabajo semanal que en Francia, Alemania o Italia), y deja claro que la productividad se puede incentivar reduciendo el tiempo que pasamos en la oficina. En la encuesta sobre Horario Laboral de InfoJobs mencionada al comienzo de este artículo, cifran en un 63% el número de trabajadores entrevistados que reconocen ser más productivos con este horario.
Los cambios en la jornada laboral que están por llegar
Las olas de calor aumentan su frecuencia año tras año y las altas temperaturas pueden llegar a impedirnos desempeñar ciertas actividades profesionales con normalidad. El calor, especialmente peligroso para quienes trabajan al aire libre en las horas de mayor temperatura, está obligando a modificar la legislación en materia laboral. El mes de julio de 2022 fue el más cálido en España desde que hay registros, según cifras de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Agosto fue el segundo más caluroso desde 1961. Unos datos que confirman lo que cualquiera puede experimentar en primera persona cuando sale a la calle a pleno sol en esta época del año: los veranos cada vez son más abrasadores. Por ello, hace solo unas semanas, el Gobierno publicaba en el Boletín Oficial del Estado una norma donde se indicaba que “deberán tomarse medidas adecuadas para la protección de las personas trabajadoras frente a cualquier riesgo relacionado con fenómenos meteorológicos adversos, incluyendo temperaturas extremas”. Esas temperaturas extremas a las que se alude corresponden a la alerta naranja (de 37 a 40 grados) o roja (40 a 44 grados) declarada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en episodios de calor.
Pero en el horizonte se atisban otros posibles cambios en relación con el número de horas que pasamos trabajando. El adelanto electoral ha dejado en el cajón una ley que tenía por objeto modificar la organización de las jornadas laborales. La llamada Ley de Usos del Tiempo de Trabajo y Racionalización Horaria, promovida por el ministerio liderado por Yolanda Díaz, incluía entre sus propuestas la progresiva reducción de la jornada laboral, pasando de las 40 horas actuales a 37,5 horas semanales en 2026 y 32 horas semanales en 2032. También se contemplaba la recomendación de finalizar el trabajo a las 18 horas. De momento, la ley no llegará a fraguarse, pero las propuestas han permitido que la reducción de la jornada laboral (así como la cacareada jornada de cuatro días) forme parte del debate público.
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