Buenos Aires declara la emergencia sanitaria por la nueva gripe
Los colegios permanecerán cerrados durante un mes, pero de momento no se clausurarán los locales cerrados.- Dos ministros de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta y Daniel Chaín, se han contagiado
Todas las escuelas de Buenos Aires, provincia y ciudad, permanecerán cerradas un mes, del 6 de julio al 3 de agosto, para intentar atajar el contagio del virus de la gripe porcina, según anunciaron este martes las autoridades sanitarias. Buenos Aires se une así a otras diez provincias argentinas, donde todos los centros educativos estan ya clausurados.
El alcalde de la capital federal, Mauricio Macri, anunció además que se declara la emergencia sanitaria en la ciudad a fin de poder coordinar los servicios sanitarios públicos y privados y dedicar fondos extraordinarios para hacer frente a la crisis. Macri aseguró que no se prohibirán concentraciones de personas ni se cerrarán cines, teatros, centros comerciales ni los estadios de fútbol, tal como habían sugerido numerosos expertos.
El alcalde hizo un llamamiento a la tranquilidad y pidió a todas las personas que tengan fiebre que se queden en casa e intenten aislarse. Los centros sanitarios, que según él están sobreocupados pero no colapsados, se dedican en exclusiva al control de poblaciones de riesgo. Macri, que insistió en que hay tratamientos suficientes para todos los posibles enfermos y que no hay motivo para el pánico, confirmó también que dos ministros de su Gobierno se han contagiado: son el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, y el ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín.
El ministro de Sanidad de la ciudad, que lo acompañaba, Jorge Lemus, se negó a proporcionar datos estadísticos sobre el número de enfermos, pero dijo que el 50% de los ingresados en hospitales generales está infectado con el virus H1N1, porcentaje que sube al 80% en los hospitales especializados.
Las autoridades han decidido adelantar las vacaciones escolares de invierno (que suelen ser dos semanas en las segunda mitad de julio, pleno invierno austral) y añadir, de momento, otras dos semanas de cierre obligatorios. A nivel federal sigue sin adoptarse ningún tipo de decisión: la ministra de Salud, Graciela Ocaña, dimitió el pasado lunes, en desacuerdo con la actitud del gobierno, y el nuevo ministro, el vicegobernador de Tucumán, Juan Manzur, no tenía previsto llegar a la capital ni tomar posesión de su cargo hasta este miércoles.
La ministra Ocaña pidió incluso la suspensión de las elecciones legislativas (que se celebraron el pasado domingo) y la declaración de la emergencia sanitaria nacional, para poder disponer de nuevos fondos y adoptar medidas urgentes contra la propagación de la epidemia, según declaró a Radio Mitre el doctor Jorge San Juan, coordinador de epidemiología del Comité de Emergencia sanitaria. "Nosotros lo sugerimos en las reuniones de expertos, pero era una decisión política, no nuestra", aseguró.
San Juan insistió en la urgencia de adoptar medidas de choque y de facilitar medios a los hospitales y ambulatorios para que compren las medicinas y materiales necesarios para hacer frente a la crisis.
En la capital federal han comenzado a aparecer por la calle las primeras mascarillas (barbijos, se llaman en Argentina), aunque la mayoría de los ciudadanos todavía se mueve por la ciudad con normalidad, toma transportes públicos atestados y acude a cafés y bares sin mayores precauciones.
Según datos oficiales, en Argentina ha habido 28 muertos debido al virus H1N1 y hay más de 1.500 enfermos. Nadie cree, sin embargo, las cifras oficiales, lo que hace la situación más incierta y preocupante. El doctor Marcelo Blumenfield, de la Sociedad Argentina de Infectología, aseguró al periódico Clarín que el número real de enfermos en todo el país puede ser de "decenas de miles". Y el jefe de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral, Enrique Casanueva, mantuvo que, teniendo en cuenta el número de internados, "en la provincia y la ciudad de Buenos Aires puede haber, fácilmente, entre 40.000 y 50.000 casos".
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