Rouco advierte de que la salida de la crisis es imposible "sin hombres rectos"
Los obispos se reúnen esta semana para analizar la crisis social, económica y política.- Preocupación episcopal por la falta de vocaciones.- La media de edad de los sacerdotes españoles supera los 63 años
El cardenal Antonio María Rouco expuso ante la Conferencia Episcopal su hoja de ruta para afrontar las crisis religiosa, social y económica que sufre España. El líder de los obispos lleva semanas con una actividad frenética, en varios campos, pero le faltaba presentar su estrategia a la jerarquía del catolicismo, reunida en asamblea en Madrid. Lo hizo con un discurso de 5.016 palabras. Le escuchó el nuevo nuncio (embajador) del Papa en España, el arzobispo italiano Renzo Fratini, pero hubo ausencias sonadas. No estaban el hasta ahora obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ni su predecesor, José María Setién. Tampoco el cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo, al que el jueves hay que sustituir, en votación secreta, como miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal.
Los prelados abordan una agenda apretada, por iniciativa de Rouco. Lo hacen en un ambiente de cambios profundos, liderados por el cardenal de Madrid con mano firme. Hay una decena de sedes diocesanas vacantes, y ya es evidente que los nombramientos serán impulsados por Rouco. El relevo de Uriarte en San Sebastián por el obispo de Palencia, José Ignacio Munilla Aguirre, es un síntoma. Un moderado ha sido relevado por un predicador rocoso, tachado de ultra conservador. El cardenal Rouco está escogiendo a eclesiásticos con un perfil muy señalado, con la idea fuerza de poner coto en España a lo que la jerarquía considera "símbolo universal de un laicismo feroz". Se equivocan quienes juzguen los cambios con valoraciones ideológicas clásicas -nada se parece más a un obispo que otro obispo-, pero sí es posible analizarlos en términos de pastoral. Rouco busca la unidad de acción y que los peones de esa acción planten cara a la crisis eclesial sin desentonar en la contundencia del discurso o introduciendo matices nacionalistas.
Pero los obispos son pastores. Poco podrán contra el supuesto laicismo reinante si les flaquea el rebaño. El primer punto del debate abordó la crisis de vocaciones. Rouco dio datos sobre la profundidad de esa crisis. "Los sacerdotes somos menos y de más edad que hace algunos años", dijo. En España hay 23.059 parroquias; 10.615 no tienen sacerdote titular. Lo peor es que la situación lleva camino de empeorar, a juzgar por este dato que Rouco subrayó: la media de edad de los curas en activo es de 63,3 años. "En alguna zona alcanza los 72,04 años", añadió. Tampoco es mejor la media de edad de los obispos.
El cardenal propuso, además, una reflexión a fondo sobre la crisis social y económica que vive España. Este es el contexto del debate: "La crisis económica persiste y, entre nosotros, el desempleo no retrocede, sino que aumenta. Los fríos datos no deben ocultarnos lo que las cifras representan para las personas: familias en dificultades para hacer frente a las necesidades elementales de alimentación, vivienda y educación; jóvenes que ven retrasado su acceso al primer trabajo, e inmigrantes que se encuentran desamparados por hallarse con menos respaldo familiar y social".
También aludió a la crisis de valores. "Los análisis de las causas económicas, sociales y políticas son imprescindibles. Pero no son suficientes por sí mismos. El sistema financiero y económico se ha visto afectado por quiebras de orden ético y, por tanto, dependientes de la conducta de las personas. Sin motivaciones adecuadas es difícil alimentar y sostener conductas éticas. El desarrollo es imposible sin hombres rectos. Lamentablemente hay corrupción e ilegalidad tanto en el comportamiento de sujetos económicos y políticos de los países ricos, nuevos y antiguos, como en los países pobres", agregó.
Esta apelación a la "crisis moral y económica por la que atraviesa la sociedad española" condujo el discurso del cardenal a asuntos de preocupación constante entre la jerarquía. Rouco volvió a insistir en su condena al aborto voluntario. "Cuando una sociedad se encamina hacia la supresión de la vida acaba por no encontrar la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. La apertura a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias al gran número y a la capacidad de sus habitantes. Al contrario, naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una etapa de incertidumbre, y en algún caso de decadencia, precisamente a causa del bajo índice de natalidad. Es el caso de las sociedades europeas y, en particular, de España", dijo.
También arremetió contra el Gobierno socialista, sin citarlo, por la actual política educativa. Antes de reclamar un "pacto escolar" nacional, el cardenal expresó su decepción "por la deficiente regulación jurídica de la enseñanza de la religión y moral católica en la escuela". "Los problemas se remontan a la aplicación normativa de la LOGSE y siguen sin ser resueltos y, por tanto, agravados. La regulación vigente sobre esta materia no se adecua a lo previsto en el Acuerdo sobre Educación y Asuntos Culturales entre la Santa Sede y España. La carencia de una verdadera alternativa académica coloca a los profesores y alumnos de religión y moral en una situación de verdadera heroicidad pedagógica", sentenció.
Descontento con el PP por el aborto
Entre las muchas actividades de Rouco en las últimas semanas ocupó lugar destacado el desarrollo, este pasado fin de semana, del décimo Congreso Católicos y Vida Pública organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación San Pablo CEU con el título La política, al servicio del bien común. También se ha reunido el cardenal con lo más granado del capitalismo empresarial y financiero español para recabar apoyos a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid en 2011. La fotografía del encuentro ha causado regocijo o desolación en la grey católica, poco habituada a ver a sus prelados posando junto a Emilio Botín, entre otra docena de poderosos.
Los católicos más afines a la jerarquía están descontentos con el Partido Popular. Lo han proclamado en el manifiesto final del Congreso de la ACdP. "No basta denunciar la corrupción política, incluida la culpable pavorosa incapacidad de no pocos para la gestión de la cosa pública. Es la hora en que resulta imperiosamente necesaria la presencia de los católicos en el ámbito de la política en su más estricto sentido. La actividad política estricta ha de vivirse como una auténtica vocación y un compromiso moral".
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