Olas lejanas que rompen el hielo antártico
Los temporales en el Pacífico pueden influir en la fractura de las plataformas en el continente blanco
Las enormes olas procedentes del Pacífico que chocan contra las costas de América, a miles de kilómetros de la Antártida, pueden estar influyendo en el deshielo y provocando que enormes trozos se separen de las plataformas de hielo que bordean el continente blanco.
Un estudio de Peter Bromirski del Instituto Scripps de Oceanografía (Universidad de California-San Diego) plantea la relación causa-efecto entre ambos fenómenos. El trabajo ha sido publicado por la revista Geophysical Research Letters y describe cómo las tormentas que se producen en el océano Pacífico Norte provocan un oleaje que transfiere una energía suficiente para desestabilizar las plataformas de hielo antártico.
Pero la cuestión no es tan simple. Las olas que alcanzan la costa oeste de América producen además al romper una vibración de la tierra sólida costera que se manifiesta en forma de zumbido sonoro subsónico, inaudible para el oído humano. En el mar esta energía se transmitiría hacia el sur generando las llamadas ondas u olas "infragravitatorias", de periodo muy largo, hasta llegar al continente helado.
"Esto nos da una indicación de la cantidad de energía de las olas que están impactando contra las costas. Es posible que cuando se entienda mejor este proceso se pueda aplicar a la investigación de la estructura del manto superior y la corteza terrestres", según Bromirski.
Existen sismogramas archivados durante décadas que conforman un historial de microseísmos generados por las olas a lo largo de la costa oeste americana. El registro de la energía de estas olas sirve como un indicador retrospectivo del cambio climático y la aparición de tormentas violentas desde 1930.
En el estudio publicado por Bromirski y sus colaboradores (Olga Sergienko de la Universidad de Princeton y Douglas MacAyeal de la Universidad de Chicago) se propone que "el viaje al sur de las ondas infragravitatorias puede ser un agente mecánico clave que contribuye a la producción y/o ampliación de las zonas de grietas en las plataformas de hielo antárticas", y que las ondas infragravitatorias también pueden producir el impacto necesario para iniciar por sí mismas el proceso de desprendimiento de grandes pedazos de hielo de las plataformas.
Los investigadores utilizaron datos sísmicos recogidos en la plataforma de hielo de Ross para identificar las señales generadas por las ondas infragravitatorias que se originaron a lo largo de las costas del norte de California y de Columbia Británica, y analizaron el modelo de la cantidad de estrés que sufrió la plataforma de hielo de Ross como respuesta a estos impactos.
Bromirski afirma que es muy reciente la tecnología que se está usando y que es necesario desplegar sismómetros en el hielo durante largos períodos de tiempo para capturar estas señales y sacar conclusiones fiables.
Sin embargo, el estudio también determinó que cada uno de los desprendimientos producidos en la plataforma de Wilkins en 2008 coincidió con estimaciones de la llegada de las ondas infragravitatorias. Por ello los autores señalan que esas ondas pueden afectar a la estabilidad de la plataforma de hielo provocando la aparición de grietas, la reducción de la integridad de hielo a través de fracturas y el inicio de un colapso de desprendimiento, todo ello favorecido por el fuerte derretimiento de la superficie ".
De acuerdo con esta teoría, si se incrementasen tanto la frecuencia como la energía de estas ondas infragravitatorias debido a un aumento en la intensidad de las tormentas de origen climático, esto podría contribuir o favorecer el colapso de la plataforma de hielo en la Antártida.
Sin embargo, ésta es una cuestión que todavía no está lo suficientemente contrastada y para hacerlo se necesitarían más datos instrumentales. Según esta teoría, al aumentar la frecuencia de onda de las ondas infragravitatorias y, por tanto, su energía inducida, debido a la mayor intensidad de las tormentas asociadas al cambio climático, ésto contribuiría a desencadenar el colapso de la plataforma de hielo. Pero esta posibilidad debe comprobarse más. Según Bromirski, "es necesario obtener más datos de la Antártida para hacer esa conexión con seguridad".
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