El arte como juego
El Museo Oteiza repasa el componente lúdico de la creación - La exposición incluye trabajos de Duchamp o Mallarmé
El historiador y filósofo holandés Johan Huizinga (1872-1945) escribió en 1938 que "la cultura misma ofrece un carácter de juego". Lo hizo en una de sus principales obras, Homo Ludens —"egregio libro", según Ortega—, que ha inspirado la última exposición que el Museo Oteiza de Alzuza (Navarra) ha organizado en colaboración con el Topic de Tolosa.
Comisariada por la responsable didáctica del centro, Aitziber Urtasun, y con la ayuda de Kutxa, Homo Ludens. El artista frente al juego suma 75 trabajos, algunos inéditos, que indagan en la constante presencia del componente lúdico en la mayoría de movimientos de vanguardia del siglo XX tanto como en las obras más actuales. "Además, también queríamos desvincular el juego del mundo infantil", añade Urtasun.
"Queríamos desvincular el juego del mundo infantil", explica la comisaria
La muestra, abierta hasta el 13 de febrero, se estructura en cuatro áreas
La muestra, que se podrá visitar hasta el próximo 13 de febrero, se divide en cuatro áreas. Poéticas visuales recoge los juegos con palabras, lo realizable con un papel y un lápiz. El poeta Stéphane Mallarmé (1842-1898), el único autor del siglo XIX al que recuerda el museo, abre la sección con su "revolución" lúdica: cambiar la disposición física y tipográfica tradicional del poema en un libro.
El escultor Ángel Ferrant recogía en sus paseos por la playa conchas, piedras y demás objetos para construir esculturas. Incluso el propio Oteiza, más sobrio en su arte, empleaba embalajes y corchos de botellas de cava para crear obras originales. Fragmentos de la realidad, el segundo apartado de la exposición, refleja del artista con todo tipo de material.
Un ajedrez de la Bauhaus con piezas abstractas o un puzzle realizado con trozos de cartón se pueden ver en Juego(s), que a través de creaciones de artistas de la talla de Marcel Duchamp (1887-1968), repasa los trabajos que combinan la destreza del jugador y el propio sentido del juego.
"Es la primera vez que exponemos obras tan actuales en el museo", explica Urtasun con respecto a la cuarta sección de la exposición. Ludopatías críticas incluye trabajos realizados durante los últimos diez años en los que el juego se emplea para hacer crítica social en torno a cuestiones como la guerra o el abuso de poder. Una de ellas, de Eugenio Ampudia, presenta a varios futbolistas que en un partido sustituyen el balón por un libro de arte, ejemplificando la banalización del talento. Y el polaco Zbigniew Libera construye un campo de concentración empleando piezas de Lego.
"Creemos que era muy importante que el espectador pudiese participar en la muestra", comenta la comisaria. Por ello, en una sala aparte y con una luz más general, Diego de Pozo ha instalado Cuatro amantes, cuatro inversiones, una peculiar ludoteca que ahonda en los conflictos personales a través de una reflexión de carácter melancólico, una sensación que se acentúa con una selección de canciones que acepta las propuestas de los visitantes.
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