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Tribuna
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¿Va a desconectar la NASA el rover ‘Opportunity’?

Esta veterana misión de exploración en Marte y la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter no han recibido respaldo financiero en el proyecto de presupuestos de la Casa Blanca para 2015

El día 14 de junio, la NASA anunciará su decisión de cancelar o no la misión del rover Opportunity en Marte y de la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) en nuestro satélite. En el caso de que la agencia espacial estadounidense decida terminar con estas misiones, crearía un precedente impensable hasta hace muy poco: cortar la financiación de robots exploradores cuando aún conservan la capacidad de suministrar información. La situación de ambas misiones es muy delicada en estos momentos, ya que ninguna de las dos ha recibido respaldo financiero en el proyecto de presupuestos de la Casa Blanca para 2015. Es cierto que el documento hecho público por la Administración Obama es tan sólo una primera evaluación de las prioridades económicas de NASA, y que será el Congreso el que tenga la última palabra. Y también es verdad que no es la primera vez que alguna misión operativa se queda fuera de este presupuesto inicial del Presidente y es rescatada con posterioridad por el Congreso. Pero no es menos cierto que Opportunity acaba de cumplir diez años, y la  LRO cinco, lo que significa que ambas han sobrepasado ya con creces su esperanza de vida.

El problema, evidentemente, es la escasez de fondos. La NASA mantiene en estos momentos seis grandes misiones en el Sistema Solar: la sonda Cassini en órbita de Saturno; la LRO en la Luna; y cuatro misiones en Marte, los dos orbitadores Mars Odyssey y Mars Reconnaisance Orbiter (MRO) y los dos rovers Curiosity y Opportunity. Todos estos robots (excepto el Curiosity) han completado ya su campaña inicial, algunos sustancialmente. Y una vez completada su campaña inicial, cada misión debe presentar a la dirección de la NASA informes detallados de sus actividades en curso y de sus objetivos para el futuro. Esos informes son evaluados internamente para elaborar una lista que determine qué misiones tienen prioridad para obtener financiación durante otros dos años más. Este proceso se ha repetido bianualmente varias veces, y este año los informes se presentaron a mediados de abril.

Ilustración del robot `Opportunity´ de exploración de Marte.
Ilustración del robot `Opportunity´ de exploración de Marte.NASA

El problema en esta ocasión es que el Curiosity ha entrado en los cálculos por primera vez, y aunque el presupuesto de la División de Ciencias Planetarias de NASA ha aumentado ligeramente respecto al año anterior, la del Curiosity es una misión que requiere una financiación sustancial. En definitiva, NASA no dispone de fondos suficientes para costear al 100% otros dos años de las seis misiones: satisfacer completamente las necesidades de todas ellas supondría cerca de un 20% de presupuesto adicional sobre el realmente disponible. Por lo tanto, lo que ha propuesto la Casa Blanca ha sido eliminar directamente dos misiones cuyos costes sumados representan casi exactamente la cantidad que es necesario recortar. Una vez conocido el presupuesto del Presidente, la NASA ha puesto sobre la mesa la alternativa de financiar las seis misiones, pero todas parcialmente, de forma que el esfuerzo se reparta de forma equitativa. Pero esta es una solución que no agrada a nadie y que, de hecho, podría complicar el correcto desarrollo de todas las misiones.

¿En qué situación deja esta falta de fondos a las seis grandes misiones? En principio, Cassini y Curiosity deberían estar fuera de peligro. Aunque la primera lleva en órbita de Saturno desde 2004, y por tanto está ya disfrutando de una extensión de su campaña inicial, su retorno científico ha sido espectacular: desde los más de 100 sobrevuelos sobre Titán que han confirmado la existencia de mares de metano y etano líquidos en el mayor de los satélites de Saturno, hasta las erupciones de material helado que sugieren la existencia de un océano subsuperficial en Encélado, pasando por el estudio de los anillos del planeta o los análisis de sus lunas menores.

Por su parte, el Curiosity llegó a Marte en agosto de 2012, y desde entonces ha suministrado una ingente cantidad de datos de gran valor. Desde la confirmación de que el agua líquida fluyó por la superficie marciana durante tiempos lo suficientemente prolongados como para redondear las rocas de los cauces fluviales (igual que sucede en la Tierra), hasta el descubrimiento de sedimentos que recogen la evidencia geoquímica de que el planeta fue habitable en algún momento en el pasado, pasando por la detección preliminar de compuestos orgánicos por primera vez en su superficie. el Curiosity ha obtenido un éxito de tal magnitud hasta el momento que es difícil imaginar que no reciba fondos para continuar sus operaciones, sobre todo porque se trataría únicamente de la primera extensión sobre su campaña inicial.

Los dos orbitadores marcianos son ya veteranos. El MRO lleva en órbita de Marte desde 2006, y ha proporcionado información con detalles sin precedentes sobre la variedad mineralógica de la superficie marciana, así como imágenes orbitales de alta resolución. El Odyssey ha cumplido ya 12 años en Marte (el récord de un orbitador fuera de la Tierra), y nos ha ofrecido una descripción pormenorizada de la distribución de minerales en la superficie y de hielo de agua en la subsuperficie, aunque algunos de sus instrumentos hace tiempo que no funcionan. Pero ambos cuentan con una importante baza a su favor: son los dos únicos satélites que tiene la NASA en órbita de Marte, y por lo tanto son el canal que emplea la agencia para transmitir a la Tierra los datos que recogen las misiones sobre la superficie.

Los robots que operan sobre la superficie pueden comunicarse directamente con la Tierra, pero de una forma diez veces más lenta e ineficaz que la que proporcionan los orbitadores. La NASA tendrá muy en cuenta esta capacidad en su evaluación final de prioridades de financiación, sobre todo considerando que ya tiene en camino la siguiente plataforma robótica que ha de posarse en la superficie (InSight, en septiembre de 2016) y está ya preparando el siguiente rover, que será enviado en 2020. En consecuencia, la continuidad de los dos orbitadores parece imprescindible. El  Odyssey tiene una capacidad de transmisión de información más reducida que MRO, pero es el único plan b disponible en caso de que el MRO sufriera algún problema. Es cierto que un nuevo orbitador, MAVEN, está en camino y se pondrá en órbita de Marte en septiembre de este año con el cometido de estudiar la atmósfera del planeta; pero el MAVEN únicamente se utilizará como transmisor de emergencia durante su campaña inicial de dos años, aparte de que las características de su órbita harán que sea aún menos eficaz como transmisor que Odyssey.

La NASA mantiene seis grandes misiones en el Sistema Solar

Por lo tanto, el LRO y el Opportunity tendrán que competir duramente para conseguir financiación y seguir activas otros dos años más. Será complicado. El LRO se envió a la Luna con la misión de elaborar un mapa de posibles lugares de alunizaje para misiones tripuladas, una tarea que ya completó en su primer año. Además, a día de hoy, la NASA no tiene planes para volver a la Luna al menos en las próximas décadas.

Mientras, el Opportunity ha recorrido más de 39 kilómetros, su rueda delantera derecha falla en ocasiones, su brazo robótico acumula problemas, y varios de sus instrumentos de análisis científico hace tiempo que no están operativos. Y, aunque resulte paradójico, otro factor en su contra es que la misión ha sido ya un éxito absoluto: el Opportunity descubrió hace años sedimentos depositados en el fondo de antiguos lagos de agua ácida, y el año pasado completó sus descubrimientos sobre el pasado hidrológico del planeta con el hallazgo de arcillas, un tipo de minerales que únicamente se forma en presencia de aguas no ácidas. En todo caso, el rover sigue en movimiento, y acaba de pasar el último invierno meridional marciano a gran altura en borde del cráter Endeavour, donde los vientos son más activos que en las planicies de Meridiani por las que ha rodado durante años. Estos vientos han limpiado los paneles solares del Opportunity hasta el punto de que están por encima del 80% de su capacidad, el máximo en los últimos ocho años; por lo tanto, el rover no tiene problemas de suministro energético para continuar con su trabajo. Y no olvidemos que es el único robot en Marte con acceso directo a materiales del Noeico, la más antigua de las eras geológicas marcianas. ¿Cancelará la NASA la misión de uno de sus robots más emblemáticos, una de las joyas de su programa espacial, capaz aún de responder multitud de preguntas sobre los primeros tiempos de la historia de Marte?

Alberto González Fairén es investigador en el Departamento de Astronomía de la Universidad Cornell, en Nueva York (EE.UU.), y en el Centro de Astrobiología (CSIC) en Madrid, y es miembro de los equipos científicos de los rovers Curiosity y Opportunity.

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