El ébola avanza sin control
Sierra Leona declara la emergencia sanitaria y Liberia cierra las escuelas
La epidemia de ébola que se extiende por África occidental desde el pasado diciembre vive un pico nunca visto. En sólo cuatro días, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado de 122 nuevos casos y 57 muertes, lo que eleva la cifra de fallecidos a 729 de 1.323 enfermos. Los países afectados adoptan cada vez medidas más drásticas: Sierra Leona ha declarado el estado de emergencia sanitaria, al igual que Liberia, que, además, ha cerrado las escuelas, suspendido la actividad pública no esencial y ha puesto a varios pueblos en cuarentena. En Nigeria, donde ha habido un solo caso, se controla el estado de salud de 59 personas que estuvieron en contacto con el fallecido.
La OMS admite que la llegada de la enfermedad a este último país supone “un avance significativo en la evolución de la epidemia”. “Hay contagios continuos”, dice. La cifra actual de muertes casi triplica los 280 fallecidos del primer brote de esta enfermedad, el de Congo de 1976, que era hasta ahora el más mortífero. Y nada permite aventurar que vaya a remitir a corto plazo.
En este momento, la epidemia parece estar más activa en Liberia (80 nuevos casos en cuatro días y 27 fallecidos), mientras que en Guinea se registraron 33 contagios y 20 muertos, y, en Sierra Leona, ocho casos y nueve decesos. El caso de Guinea, donde se inició la infección, es muy preocupante. A primeros de julio parecía que el virus estaba controlado, con días en los que no se informaba de ningún caso. Pero la enfermedad ha reaparecido con fuerza. Nigeria, por último, tiene con un único caso, el de un funcionario liberiano que llegó en avión a Lagos el 20 de julio y falleció cinco días después. Según la OMS, sus muestras de sangre aún siguen en Nigeria porque ninguna empresa ha aceptado trasladarlas a Dakar, donde debían ser analizadas.
El brote surgió en diciembre en Gueckedou, en la bisagra entre Guinea, Liberia y Sierra Leona, lo que explica que en apenas tres meses surgieran casos en los tres países. Y cogió a todos por sorpresa. Nunca antes el ébola se había plantado en África occidental, una región densamente habitada y con mucho movimiento de población, donde las fronteras se cruzan con enorme facilidad, pues muchas familias tienen miembros a un lado y al otro.
Este es uno de los factores clave en la expansión de la epidemia. El otro es el miedo y el rechazo creciente a acudir al hospital por parte de las personas afectadas, que huyen y contribuyen así a nuevos contagios. La muerte de preeminentes médicos, como Samuel Brisbane en Liberia y Umar Khan en Sierra Leona, refuerza aún más la desconfianza.
Liberia ha sido el país más severo en sus medidas: además de suspender las clases, ha clausurado parte de sus fronteras. El cierre de las escuelas pretende evitar los movimientos de población. También ha puesto en cuarentena a las comunidades más afectadas y ha dado 30 días sin empleo a los funcionarios no esenciales. Para hacer cumplir estas medidas, la presidenta, Ellen Johnson-Sirleaf, ha ordenado el despliegue del Ejército.
De igual forma, Sierra Leona ha decidido actuar de manera más enérgica. El presidente, Ernest Bai Koroma, ha suspendido un viaje oficial para seguir de cerca la evolución de la epidemia y ha declarado el estado de emergencia pública porque “los desafíos extraordinarios requieren de medidas extraordinarias”. Dos importantes aerolíneas, ASKY y Arik Air, han suspendido todos sus vuelos con Monrovia y Freetown.
Lo peor, sin embargo, podría estar por llegar. Hace dos días lo dijo Bart Janssens, director de operaciones de Médicos sin Fronteras: “Si la situación no mejora rápidamente existe un riesgo real de que se infecten otros países”. Todos los Estados de la región se mantienen vigilantes. Senegal, Costa de Marfil o Malí han activado sus sistemas de detección precoz. Incluso en Occidente han empezado a inquietarse. El Gobierno británico ha convocado un gabinete de crisis por si aparece algún caso, y en Estados Unidos, que tiene a dos ciudadanos infectados en Liberia, un médico y una misionera, se habla ya de enorme preocupación y de vigilancia en los aeropuertos.
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