Los ataques a la libertad de prensa aumentan en 2018
Reporteros sin Fronteras contabiliza 63 profesionales de los medios asesinados este año, 348 encarcelados y 60 secuestrados
El asesinato del columnista del diario estadounidense The Washington Post Jamal Khashoggi en la sede de la Embajada de Arabia Saudí en Estambul ha sido el que ha concitado una mayor atención y cobertura informativa, pero, para la prensa, 2018 ha sido un año especialmente sangriento. A punto de terminar el año, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) contabiliza 63 periodistas asesinatos, frente a los 55 del año anterior, una cifra a la que se suman 348 encarcelados y 60 secuestrados.
La violencia contra la prensa se ha ensañado en países en paz. Dentro de la Unión Europea, el asesinato del periodista eslovaco de 27 años Jan Kuciak, que investigaba un caso de corrupción, se une al atentado que un año antes le costó la vida a la maltesa Daphne Caruana Galizia. En Estados Unidos, un tiroteo contra la Redacción del diario The Capital Gazette se cobró la vida de cinco personas, un atentado que ha colocado al país entre los más mortíferos del mundo para los informadores.
El odio hacia los medios de comunicación se extiende por todos los países como una epidemia. El presidente de EE UU, Donald Trump, califica a los periodistas como “enemigos del pueblo”, y en Polonia, la nueva ley de medios públicos ha provocado despidos masivos y el estrangulamiento económico de las publicaciones críticas. Los regímenes totalitarios de Nicaragua y Venezuela han redoblado la censura gubernamental. En unos casos asaltan las sedes de los periódicos y en otros restringen el acceso al papel para castigar a los rotativos impresos que no comulgan con el Gobierno. En España, la incautación policial de los teléfonos móviles de dos redactores de Europa Press y Diario de Mallorca ha desatado una oleada de críticas.
Las expresiones de odio, manifestadas por líderes políticos, religiosos y hombres de negocios sin escrúpulos, tienen “consecuencias dramáticas y se traduce en un aumento muy preocupante de las violaciones de los derechos de los periodistas”, alerta el secretario general de RSF, Christophe Deloire. Los sentimientos de odio encuentran en las redes sociales un caldo de cultivo favorable, y desde Facebook y Twitter se fomenta la aversión hacia la prensa.
Ese odio se ha traducido en un notable incremento de la violencia contra los periodistas, que alcanza un nivel inédito. Todos los indicadores —tanto de asesinatos y encarcelamientos como de desapariciones forzosas— han aumentado. Los actos violentos contra los informadores han repuntado respecto a otros años, según el balance de RSF, que eleva a 80 el número de periodistas asesinados mientras ejercían su labor (un 8% más que el año anterior), si se cuenta también a los colaboradores de medios y a los llamados periodistas-ciudadanos.
Con 15 informadores muertos en el ataque más mortífero desde la caída de los talibanes en 2001, Afganistán se coloca una vez más a la cabeza de los países más letales para la prensa. A continuación se sitúan Siria (con 11) y México (9), que sigue siendo el país no involucrado en una contienda bélica más peligroso para ejercer el oficio y donde las medidas de protección (como el botón de pánico)se han demostrado ineficaces. Yemen se ha cobrado la vida de ocho reporteros, algunos de los cuales han muerto a causa de las bombas y otros en prisión, víctimas de malos tratos.
La mayor cárcel
El número de periodistas encarcelados también se ha incrementado: hay 348, frente a los 326 de 2017. Al igual que entonces, más de la mitad están en las prisiones de cinco países: Irán, Arabia Saudí, Egipto, Turquía y China. El régimen de Recep Tayyip Erdogan ha convertido a Turquía en la mayor cárcel del mundo para los informadores. “El hecho de que en 2018 el número de reporteros detenidos haya descendido, respecto a 2017, no debe engañar: muchos periodistas fueron puestos en libertad condicional, pero aún esperan su proceso su juicio en apelación”, explica RSF.
El número de periodistas secuestrados asciende a 60, frente a los 54 del año pasado, y casi todos ellos están cautivos en Oriente Próximo. El grupo terrorista del autodenominado Estado Islámico es el principal raptor (tiene 24 rehenes) y su forma de actuar contra la prensa la han mimetizado los hutíes de Yemen, que tienen en su poder a 16 periodistas.
También un país europeo, Ucrania, utiliza estas tácticas para amedrentar a los medios. Apoyadas por Rusia, las fuerzas separatistas de la autoproclamada República Popular de Donetsk retienen a un locutor que trabaja para Radio Free Europa, acusado de ser un espía. La organización RSF tiene también constancia de la desaparición de tres periodistas: dos en América Latina y uno en Rusia. Una de las pocas buenas noticias del informe es que, por primera vez desde 2003, no se ha registrado ningún reportero asesinado en Irak.
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