Portugal declara el estado de alerta por el coronavirus
“Es una lucha por nuestra supervivencia”, anuncia el primer ministro de Portugal, António Costa
Portugal ha declarado el estado de alerta por el coronavirus. El primer ministro, António Costa, compareció en la noche del jueves para anunciar a partir del lunes el cierre de escuelas, discotecas y la prohibición del desembarco de viajeros de cruceros, entre otras muchas medidas, aunque no el control fronterizo. “Es una lucha por nuestra supervivencia y por la protección de la vida de los portugueses”, anunció el primer ministro. De las escuelas infantiles a la Universidad, todos los centros de enseñanza de este país de 10 millones de habitantes quedan cerrados desde el lunes y hasta el 9 de abril.
Discotecas y bares cierran y las competiciones deportivas se suspenden durante un par de semanas, al igual que los entrenamientos en los clubes de fútbol; los centros comerciales tendrán restricciones de su capacidad para evitar la aglomeración de personas, los restaurantes reducirán su capacidad máxima a un tercio y queda prohibida la visita a los centros de jubilados.
Las medidas extremas anunciadas por el Gobierno portugués contrastan con el escaso número de personas infectadas en el país. Hasta el jueves, apenas hay 112 casos -actualizado a mediodía del viernes-, ninguna de ellos en estado grave y 5.674 personas bajo vigilancia. Diversos especialistas en epidemiología estiman que el pico máximo de la pandemia podría alcanzar en el país los 500 casos a final de mes. De momento, a diferencia de otros estados, hay una mayor incidencia en personas jóvenes que en mayores; apenas un 14% afecta a personas de más de 65 años, en un país donde este rango de edad supera el 28% de total de población.
Antes de anunciar las medidas, Costa recibió en audiencia privada a representantes de cada uno de los partidos representados en el Parlamento. Todos ellos apoyaron al Gobierno, aunque también le pidieron que fuera más allá en sus medidas. Fue el caso del diputado de extrema derecha Chega, André Ventura, que exigió el cierre de fronteras.
Portugal fue casi el último país de la Unión Europea adonde llegó el coronavirus. Durante semanas los informativos han emitido cientos de horas sobre los cuidados de prevención y los preparativos en los hospitales cuando aún no había caso alguno; día a día se contabilizaban las personas recluidas para ser examinadas, aunque todas ellas dieron negativo. La secretaria de Estado de Sanidad informaba diariamente de la situación de los sospechosos, aunque hasta el día 2 de marzo -un mes después que en España- no se descubrieron dos casos positivos, uno importado de Italia y otro de España.
La experiencia de otros países
La alarma generada y la experiencia en otros países ha hecho que Portugal precipite las medidas más restrictivas, aunque casi el 60% de los 112 casos se concentren en el norte, en la región de Oporto. Grandes regiones, como el Alentejo (la quinta parte del país continental), las Azores o Madeira no tienen ningún positivo. Aún así, el Gobierno ha sido empujado ha adoptar las medidas más severas y decretar el estado de alerta. De hecho, el primer ministro contrarió la resolución del Consejo de Salud que 24 horas antes había recomendado no suspender la actividad escolar.
“El primer deber de cada uno de nosotros es cuidarnos y cuidar del prójimo. Es evitar que por desconocimiento pongamos en riesgo la salud de otros. Cada uno de nosotros creemos estar en una situación saludable, pero verdaderamente es que ninguno de nosotros sabe si es portador del virus que involuntariamente transmite a otros”, añadió el primer ministro.
Desde el 8 de marzo, el jefe del Estado, el popular Marcelo Rebelo de Sousa, se recluyó voluntariamente en su domicilio particular de Cascais para realizar una cuarentena de quince días. El test del virus dio negativo, pero guarda el aislamiento. “Estoy solito, no entra ni sale nadie”, explicó por videoconferencia a la televisión pública. “Además del trabajo normal, una persona tiene que cuidar de su casa. Lavo los platos, hago lavadoras y me cocino", añadía. Lo que parecía una exageración pocos días después se ha convertido en un comportamiento casi habitual de los portugueses. Con el buen tiempo, cientos de universitarios, aprovechando el cierre de sus centros, se lanzaron a las playas y su comportamiento fue afeado por el primer ministro. El alcalde de Cascais ha decretado una vigilancia especial en todas las playas de la competencia para que las aglomeraciones que se quieren evitar en centros educativos o comerciales no se trasladen a las playas y otros lugares de ocio. El alcalde de Oporto, foco del contagio, también anuncia más severas que las gubernamentales, con el cierre de parques y playas.
La declaración de alerta y el cierre de escuelas y de otros servicios públicos y comerciales viene acompañada de una inyección económica a negocios y particulares. Los trabajadores que tengan que quedarse en casa para cuidar a hijos menores de 12 años recibirán el 66% de su salario (33% a cargo de la empresa y 33% a cargo de la seguridad social), la misma cantidad que recibirán los autónomos. El aislamiento profiláctico de 14 días tendrá asegurado el pago del 100% del salario, una línea de crédito para el sector turístico de 60 millones de euros, el más directamente afectado. También se retrasan los pagos a la Hacienda de empresas y autónomos.
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