Cómo California aplanó la curva del coronavirus
Más de 80 días después de detectar el primer caso de covid-19, el Estado con 40 millones de habitantes ha superado las proyecciones más optimistas
Tenía que estar siendo esta semana. Las proyecciones de los expertos decían que en estos días de abril los recursos sanitarios de California estarían viviendo un escenario complicado. Las autoridades hacían cuentas. Hay 416 hospitales en el Estado. Suponiendo que las 87.000 camas que hay en California estuvieran disponibles, aun así podrían faltar entre 10.000 y 20.000 camas más en el pico de contagio, más o menos en la tercera semana de abril. Ese pico ha llegado. No faltan camas. Sobran respiradores. California no solo ha esquivado el peor escenario, está superando las previsiones más optimistas. Está aplanando la curva.
El pasado 19 de marzo, el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom se dirigió a los ciudadanos en un tono grave para anunciar una medida sin precedentes en Estados Unidos en ese momento: la orden de cuarentena obligatoria para todo el Estado, con 40 millones de habitantes. “Nuestro destino y nuestro futuro están dentro de nosotros. Al final, son las decisiones y no las circunstancias las que determinan nuestro futuro”. Newsom se puso en lo peor. Todos los líderes se han visto ante un discurso así en algún momento de marzo. Ese día, había mil contagios confirmados y 19 muertos en el Estado.
El día antes, había enviado una carta a Donald Trump pidiendo ayuda federal en la que aseguraba que, según las proyecciones del Estado, el 56% de la población de California se iba a contagiar de covid-19, 22,5 millones de personas. Si el 20% necesitaba hospitalización, el sistema se iba a colapsar. Un dato especialmente inquietante era que se habían detectado 44 casos de contagio local en solo 24 horas. California había registrado el primer contagio local de Estados Unidos, el 26 de febrero. Al anunciar la cuarentena, Newsom dijo: “Esta situación no es permanente. Es un momento en la historia. Vamos a estar a la altura de este momento, y miraremos atrás a estas decisiones como cruciales. Si nos van a criticar, que sea por tomárnoslo en serio”.
Las proyecciones fueron mejorando con los días, pero no lo suficiente. Una semana después, el 27 de marzo, el modelo del Instituto de Métricas de Salud de la Universidad de Washington (IHME), que calcula la curva de la pandemia por Estados, decía que en California faltarían 300 camas de cuidados intensivos y 1.200 respiradores para atender a los enfermos.
Este viernes, ese mismo modelo muestra una curva muy bajita. En el supuesto pico de contagios, sobran más de 24.000 camas de hospital y 1.500 de la UCI. California acaba de prestar 500 respiradores a Nueva York y otros Estados porque por el momento no los necesita. El buque hospital de la Marina USNS Mercy, atracado con gran pompa en el puerto de Los Ángeles para ayudar a los hospitales con 1.000 camas extra, ha recibido apenas 47 pacientes. Un mes después de aquel discurso, Newsom ha superado el miedo al gafe y ya dice abiertamente: “Estamos aplanando la curva”. Más de 80 días después del primer contagio, el número de muertos es menos de mil. Arturo Vargas Bustamante, profesor de Política Sanitaria en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) confirma que “según todas las proyecciones”, se ha aplanado la curva. “Si todo sigue como hasta ahora, se debería mantener la tendencia”.
El caso de California es interesante porque tiene una superficie y una población (40 millones) parecidas a España, el país con la mayor tasa de mortalidad por coronavirus. Tiene el doble de población que Nueva York, donde han muerto ya casi 11.000 personas. Los expertos debaten estos días qué hizo California que no hicieran otros Estados y países.
“Se puede decir que has llegado a una fase de estabilidad cuando deja de crecer de un día para otro el número de ingresos hospitalarios”, explica Vargas. El número de ingresados se ha estabilizado esta semana, hasta el punto de que el miércoles bajó un 1% la cifra de ingresados en UCI, hasta las 1.177 personas. El virus avanza, pero a velocidad de crucero. El doctor Mark Ghaly, secretario de Sanidad de California, ha explicado que esta situación puede seguir así hasta bien entrado mayo, siempre que se mantenga el distanciamiento social.
Las medidas de California “fueron muy duras y además las primeras en Estados Unidos”, explica Vargas. Se tomaron cuando apenas empezaban los contagios. Cuando llegó el 19 de marzo, ya hacía una semana que habían cerrado los colegios de San Francisco y Los Ángeles. Tres días antes, todo el área de la bahía de San Francisco había decretado la primera orden de cuarentena de Estados Unidos. Los bares ya estaban cerrados. “En UCLA llevábamos sin ir a clase desde el 13”, recuerda Vargas. Las grandes empresas de Silicon Valley habían mandado a sus empleados a casa. Disneyland había cerrado. Hollywood se había paralizado. “Esos días parecen haber sido claves. En Nueva York ya había mayor transmisión cuando se instauraron las medidas”.
Una hipótesis que está circulando en el mundo académico es que quizá ayudó a California el hecho de que el mundo estuviera tan pendiente de China. Newsom reveló esta semana que al principio se hizo seguimiento de “miles” de personas que entraron desde China. Aunque el área urbana con más población de origen chino es Nueva York, con 800.000 personas. Las tres siguientes son Los Ángeles, San Francisco y San José, con una población total calculada en 1,2 millones de inmigrantes chinos, según datos de 2015 del centro de estudios Pew. El 40% de las importaciones de China entran por los puertos de Los Ángeles.
“Hubo un mejor control de la gente que venía de China que la gente que venía de Europa”, apunta Vargas. “California es la puerta de Asia en Estados Unidos y Nueva York es la puerta de Europa. En Nueva York hay una gran comunidad italiana que no hay en California. La vigilancia a los visitantes desde Europa no fue tan estricta como con los de China”. Estados Unidos concentró toda su atención y esfuerzo en un tipo de amenaza que entraba por California, mientras los europeos seguían llegando a la otra costa. Por ahora, es solo una hipótesis académica, matiza Vargas.
Por último, los expertos coinciden en que el propio diseño urbano de California ha hecho mucho por el distanciamiento social. “En China, el cierre del transporte público fue clave para ralentizar la expansión del virus”, dice Vargas. “En Los Ángeles (la región urbana más poblada del Estados Unidos con 10 millones de habitantes), el 70% de la población se mueve en su propio coche. El transporte público lo usa muy poca gente comparado con China o Nueva York”.
Los datos son buenos, pero no dejan de crecer. El miércoles se registró por primera vez la simbólica cifra de 100 muertos en un día. Las autoridades recuerdan que en cualquier momento puede haber un brote que dispare las cifras, pero la realidad es que ahora mismo el sistema puede absorberlo. California está cabalgando la pandemia de una forma que nadie anticipaba hace solo un mes. “Uno de mis alumnos es pulmonólogo”, cuenta Vargas a modo de anécdota. “Es uno de los que entuba pacientes. Como no hacía falta, se ha ido a Nueva York a ayudar allí”.
Las áreas de incertidumbre son las mismas que en otros sitios. No hay pruebas diagnósticas suficientes para asegurarse de que se puede anticipar un repunte de casos. A finales de este mes se estarán haciendo 20.000 pruebas diarias. Nadie sabe qué pasará cuando se empiecen a relajar las medidas de cuarentena. Por ahora, la realidad es que en California, en el pico no es un pico, sino una ligera cuesta, y sobra de todo.
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