“No tenía sentido que los niños salieran para meterse en un sitio cerrado”

Poco después de que la ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, comunicara que los niños solo podrían salir de casa para acompañar a sus progenitores al supermercado, a la farmacia o al banco, una ola de protestas empezó a recorrer los chats de muchos padres, especialmente los grupos de clase, que en estas semanas de cierre escolar han continuado activos. El anuncio se había quedado lejos de las expectativas para mitigar el confinamiento infantil. También los niños aseguraban sentirse decepcionados.

El Gobierno rectifica y permitirá a los menores de 14 años dar paseos acompañados de un adulto

La rectificación del ministro de Sanidad, Salvador Illa, que aseguró horas más tarde que los niños sí podrán salir a pasear a partir del domingo, fue recibida como un “gran alivio” por muchas madres, como Mercedes Colomer, profesora de inglés, que vive en Alzira (Valencia). “Los niños necesitan salir ya: en las últimas dos semanas hemos notado un cambio de comportamiento importante en nuestra hija; apatía y odio hacia las tareas escolares cuando siempre le han encantado. Y no tenía ningún sentido que se les dijera que podían salir, pero para ir a un sitio cerrado”. Su hija Irene, de nueve años, a la que cuando llegó el anuncio sobre el cambio de criterio del Gobierno sus padres no se habían animado a contarle todavía la primera versión, decía al conocer la segunda: “Estoy muy contenta, tengo muchas ganas de poder salir por fin a la calle”.

Un par de horas antes de la comparecencia de Illa, Sergio de la Fe Melián, presidente de la federación de Ampas Galdós de Gran Canaria contaba la marea de indignación que se estaba extendiendo en las redes sociales, y que empujó al cambio del Gobierno: “Tengo el chat de las asociaciones de madres y padres bullendo. Desde aquí se ven las llamas. La decisión no ha conformado a nadie. Hay familias que están tan asustadas por el riesgo de contagio que no van a salir con sus hijos. Y otras que esperaban como agua de mayo una medida más amplia porque tienen hijos muy inquietos o viven en bloques de edificios donde no tienen ventanas por las que entre la luz del sol”. Su hija, Laura, de nueve años, iba al grano: “Yo no pienso salir para ir al supermercado o a la farmacia porque es un rollo. A mí lo que me gustaría sería salir a patinar”.

Tampoco pensaba aprovechar la rendija abierta por el Gobierno Laura, que tiene 12 años y vive en A Coruña: “Con esto yo me voy a seguir quedando en casa, porque total, salir así es para contagiarme. En esos sitios es donde hay más gente”. Laura está siguiendo la epidemia del coronavirus por televisión y, aunque según la información sanitaria, la covid-19 rara vez tiene consecuencias graves para niños y adolescentes, ella admitía estar asustada: “Me preocupa morirme o contagiar a gente y que se mueran”.

En su casa no hay balcones ni terrazas. Pero sí ventanas con vistas al mar, por las que entra el sol desde el alba hasta las tres de la tarde. Y ahí se sientan Laura y su hermano para recibir sus rayos. Su madre, Nuria Vázquez, aseguraba estar decepcionada. “Yo al súper seguro que no los llevo. Igual a la frutería, que es muy pequeña y entramos de uno en uno, sí. Pero en el súper se cogen un montón de cosas, y ya sé que vamos con guantes, pero me parece más peligroso. Y si lo que les hace falta es tomar el aire, tampoco tiene sentido; están en casa encerrados y se van a otro sitio cerrado… En nuestro caso, además, el súper está a tres minutos, así que el paseo tampoco sería un gran alivio”.

Carlos, que ha cumplido nueve años confinado en un piso del barrio del Botànic, en Valencia, afirmaba: “En la farmacia no hago nada y en el supermercado tampoco. A veces ayudo a coger la comida, pero es aburrido”. “La medida”, añadía su madre, Lucía, “es contraproducente, porque las farmacias y los supermercados son focos de infección. Y además la gente está muy nerviosa en los supermercados. Cuando voy a comprar veo que no están para bromas. Me parece que sería mucho más coherente que pudieran salir a dar una vuelta, a pie, con un patinete o en bicicleta. No para ir a un parque o a quedar con nadie, simplemente a pasear, porque por el aire no se transmite. Eso sería más útil que llevarlos al supermercado para que alucinen con lo marciano que es todo”.

“Ir al súper es muy psicótico, no los vamos a llevar”

Los tres hijos de Beatriz Ramos y Jaime Zúñiga recibieron el primer anuncio del Gobierno sobre la mitigación de la cuarentena de los menores de 14 años como un jarro de agua fría. “Habían dicho que podríamos salir a pasear o a dar una vuelta de media hora. Y ahora ya no podemos. Solo a ir a comprar o al banco. Me parece mal, porque tengo ganas de ir a la calle, llevo muchos días sin salir de casa y estoy aburrida”, comentaba Celia, la pequeña, de ocho años, desde su casa en Madrid.

“Nosotros no los vamos a llevar”, decía su padre. “Es un riesgo y además en los supermercados nada más llegar te tienes que desinfectar y ponerte los guantes, la gente intenta evitarse... Es todo muy psicótico, no los vamos a meter ahí para que nos miren mal. Yo llevo yendo desde el principio y lo he normalizado. Pero a cualquiera que no haya estado en un supermercado desde que empezó todo esto y vaya ahora, le parecerá estar viviendo una situación muy extraña. No nos apetece exponer a los niños a eso”.

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