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“Cuando nos han dejado salir, hemos ido a los parques, como haría cualquier animal enjaulado”

La directora ejecutiva de Medio Ambiente de la ONU, Inger Andersen, advierte de que siempre se han extinguido especies, pero nunca al ritmo actual

Esther Sánchez
Dia Mundial del Medio Ambiente
Inger Andersen, en su despacho.ONU

Inger Andersen (23 de mayo de 1958, Jerup, Dinamarca), directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, espera que cuando pase la crisis del coronavirus las personas recuerden que se puede vivir “con menos cosas y ser más felices”, a la vez que se reduce la huella ecológica, porque lo importante es lograr mantener los ecosistemas equilibrados y sin estrés. Desde su formación económica y su convicción de ecologista, es optimista en cuanto al papel principal que va a desempañar el medio ambiente en la salida de la crisis. Pide que se escuche a los científicos, como se ha hecho con la pandemia, para frenar el cambio climático. Las consecuencias de no actuar pueden ser catastróficas, porque, advierte, “no podremos vivir en un mundo con una temperatura que haya aumentado cuatro o cinco grados”.

Pregunta. ¿Hay peligro de que se relegue al medio ambiente para priorizar la recuperación económica debido a la crisis del coronavirus? En España hay autonomías que están modificando leyes con contenido ambiental para favorecer la construcción.

Respuesta. Existe peligro, pero, en general se observa una reacción muy positiva. Por ejemplo, Europa se ha comprometido a emprender una recuperación verde y ahí está el Green Deal [pacto para dotar a la UE de una economía sostenible] y los esfuerzos de países como Francia, donde se propone que se sustituyan trayectos cortos en avión por tren; Luxemburgo, con paquetes para renovar viviendas ineficientes energéticamente; el Reino Unido, donde se discute una propuesta masiva de empleo que tiene que ver con las energías verdes; o en otros lugares del mundo, como Pakistán, con las plantaciones de árboles, y así podría seguir. Existe un esfuerzo para transformar la energía en verde, en renovable, apostar por el transporte colectivo y el reacondicionamiento de edificios.

P. Es usted optimista

R. Soy optimista, pero también realista porque habrá retrocesos. Partimos de un punto en el que las personas han vivido un confinamiento que ha sido difícil y trágico. Pero, al mismo tiempo, han comprobado cómo se limpia el ambiente. Se han despertado con cantos de pájaros, cielos más limpios y han visto como los animales se recuperaban mientras estábamos en nuestras jaulas. Existe una mayor comprensión de que ese es el lugar en el que preferiríamos estar. ¿Cuando nos han dejado salir a dónde hemos ido? A los parques, a la naturaleza, a sitios limpios y verdes, porque los humanos necesitamos eso, como cualquier animal encerrado.

P. Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente ¿Qué ha cambiado el coronavirus?

R. El mundo está empezando a entender que la naturaleza y la salud de nuestro planeta están muy conectados con la salud del ser humano. No se puede seguir cortando nuestros bosques; fragmentando los ecosistemas; contaminando el agua, los suelos, el aire... Estresando a la naturaleza que nos da todo, pero también los virus que están en nosotros, en animales domésticos y salvajes. Hemos entendido la zoonosis, que las enfermedades de los animales saltan a los humanos y que parece que su frecuencia e intensidad en los últimos 10 o 20 años son mayores. Ahí están el MERS, el SARS, el ébola, la covid, el zika y otras muchas enfermedades. Aunque necesitamos más investigación, vemos que en los ecosistemas donde la biodiversidad está amenazada, donde se están perdiendo especies, parece que los patógenos se transmiten más fácilmente y se multiplican más rápido que en ecosistemas equilibrados, donde hay otros organismos que los pueden mantener a raya. Este es el tipo de cosas que estamos empezando a ver, así que sí, el mundo ha aprendido algo.

P. ¿Se deben cerrar los mercados húmedos para evitar la aparición de otros virus, además del estado deplorable en el que están los animales en esas instalaciones?

R. No es tan sencillo. Hay mercados en Europa donde puedes comprar pescado vivo u ocas vivas, por ejemplo, pero no son animales exóticos. En algunos lugares como en África estas instalaciones son vitales para evitar el hambre de gente muy, muy pobre. Lo que es necesario es que los gobernantes pongan freno al comercio ilegal de animales de especies amenazadas y exigir condiciones sanitarias muy estrictas, para que los mercados sean seguros. Ahora se pueden encontrar especies de un continente, por ejemplo América, con cajas encima con animales de otro continente como África, que excretan unos sobre otros y ahí se puede originar el problema. El tráfico ilegal de animales se sitúa en el cuarto puesto de los delitos del crimen organizado [tras drogas, armas y personas], según la Interpol.

P. ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta el medio ambiente?

R. Tenemos 7,8 millones de especies en la Tierra, de las que aproximadamente un millón están amenazadas de extinción si continuamos como ahora. Esto se debe a que el 75% de la superficie terrestre ha sido alterada por la actividad humana. El informe señala el cambio climático como la principal causa de la pérdida medioambiental, porque modifica las condiciones a las que han tardado milenios en adaptarse las especies. En segundo lugar, aparece la sobreexplotación de los mares, los bosques... Además, se ha fragmentado el territorio y transformado una cantidad significativa de tierra para la agricultura. Desde 1990, se han perdido 440 millones de hectáreas de bosque, más de tres veces la superficie de Sudáfrica, para dedicarlas a la agricultura. Hemos introducido especies invasoras, que depredan a las especies propias, y se han contaminado los cursos de agua.

P. ¿Son globales o difieren por países?

R. Cambian dependiendo de la región del mundo. El problema es que esas pérdidas se están acelerando. Siempre se han extinguido especies pero nunca a este ritmo, y ese es el peligro, porque la interdependencia entre especies crea los ecosistemas y no sabemos si estos pueden funcionar si se pierden.

P. ¿Es nuestro estilo de vida el mayor problema?

R. La insostenibilidad en la producción y el consumo se encuentra en el centro del cambio climático y la crisis medioambiental. Debemos desarrollarnos de manera equitativa para que los que dejamos huellas ecológicas muy grandes no las sigamos expandiendo y dejemos espacio para las personas más pobres y que puedan vivir en entornos más seguros y sostenibles. Pero, al mismo tiempo, tenemos que asegurarnos de que nuestra economía de producción permanezca y que sea circular. Hay que ofrecer mejores opciones a las personas. Por ejemplo, la gente ya rechaza las bolsas de plástico y botellas y usa reutilizables o se están instalando placas solares en los tejados. De pequeñas acciones se pasa a grandes. Pero los Gobiernos deben legislar y establecer impuestos que incentiven algunos comportamientos.

P. ¿Está la pelota en manos de los gobernantes?

R. Tomando África como ejemplo, 31 de sus países, casi la mitad, han implementado legislación para regular los plásticos de un solo uso. Cuando viajas a Kenia, donde vivo, en avión te advierten que si introduces una bolsa de plástico en el país te arriesgas a una sanción de 1.000 euros. Y no encuentras bolsas de plástico, por lo tanto es cuestión de buena regulación. Los ciudadanos ejercen presión sobre sus Gobiernos.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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