Argentina avizora el pico de la pandemia y endurece la cuarentena
Los médicos recomiendan al presidente Fernández que suspenda viajes y limite las reuniones
Argentina tiene aún bajo control la pandemia, pero enciende luces amarillas. Los casos positivos crecen desde hace una semana por encima de los 1.000 diarios, con un récord de 1.958 en las últimas 24 horas, y las autoridades sanitarias advierten de la presión sobre el sistema sanitario. El empinamiento de la curva ha llevado a endurecer el confinamiento en la ciudad de Buenos Aires y su extrarradio, donde se registra el 96% de los nuevos enfermos. Y los médicos han puesto fin a las giras que Alberto Fernández realizaba por el interior del país. Desde el jueves, el presidente está recluido en la residencia de Olivos, con una agenda mínima.
El último registro de casos dice que Argentina tiene 37.510 positivos de covid-19 y 948 muertos. Está muy lejos de vecinos como Chile, con menos de la mitad de población y más de 220.000 infectados, o Brasil, donde la pandemia es una catástrofe inconmensurable. Los casos positivos en el gigante sudamericano rozan el millón, con 46.500 muertos. El confinamiento en el que viven los argentinos desde el 20 de marzo logró detener la propagación. En el interior del país, donde la población es menor, los casos se cuentan de a cientos. La estrategia, sin embargo, da signos de agotamiento en Buenos Aires y su región metropolitana. Allí vive casi la mitad de la población del país y es donde se concentra el mayor problema para las autoridades.
La ciudad, de signo opositor, y la provincia, en manos oficialistas, acordaron esta semana restringir el uso del transporte público a aquellos trabajadores considerados esenciales. El resto de los permisos de circulación caducarán este viernes. El miedo se concentra en la provincia. “La evidencia científica da cuenta de una situación compleja de acá a un mes y medio. Debemos evitar llegar al punto al que se arribó en Chile, Brasil y Bolivia, donde la gente se muere en la calle porque están ocupados los respiradores”, dijo el jefe de ministros bonaerense, Carlos Bianco. Según datos del ministerio de Salud de la nación, hoy están ocupadas el 45% de las 11.500 camas de terapia intensiva disponibles en el país. En Buenos Aires temen que si no se reduce la curva de contagios ese porcentaje se disparará durante las próximas semanas, hasta el colapso del sistema.
El problema que enfrentan las autoridades es que el confinamiento, que en Argentina se aplicó con especial dureza, tiende a relajarse en forma natural por el cansancio de la población. “Se sabía que, en la medida en que se liberen actividades, eso iba a redundar en un alza en los contagios”, advirtió Blanco. El ministro de Salud de la ciudad de Buenos, Fernán Quirós, dijo que es posible que si la curva no se aplana “habrá que volver a la fase 1 de la cuarentena”, cuando solo se permitía la circulación de cercanía para comprar alimentos.
Casos positivos en la política
Que el virus circula con más comodidad en Buenos Aires preocupa al entorno presidente Fernández. La semana pasada, el positivo de un alcalde de la región metropolitana obligó al retorno acelerado desde La Rioja (noroeste del país) del ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, quien había estado en contacto con el político infectado y en ese momento acompañaba a Fernández en una gira por el interior. El presidente también interrumpió su agenda y volvió a Buenos Aires. Hace dos días, dio positivo la exgobernadora macrista de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, contagiada por su contacto con un diputado provincial que resultó positivo.
La infección de Vidal puso en alerta el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y a otros opositores que suelen reunirse para elaborar sus estrategias políticas. Rodríguez Larreta mantiene además contacto personal con el presidente Fernández. La evidencia de que el virus ya merodea por la Casa Rosada convenció a los médicos del presidente de que era hora de abandonar las giras por el interior y quedarse en casa. Fernández lleva desde ayer recluido en Olivos, la residencia oficial, y ha reducido al mínimo las reuniones con sus colaboradores. Argentina ha demorado hasta ahora el pico de la pandemia, pero ya avizora que lo peor está cerca.
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