9.000 toneladas de papel robado y un negocio millonario: así operaba la mafia de los cartoneros de Madrid
La Guardia Civil y la policía local acaban con una red que sustraía el papel de los contenedores y lo exportaba a Asia. Hay 42 detenidos y el Ayuntamiento calcula que ha perdido 16 millones de euros
Entre los miles de folios que se guardan en varias cajas en la sede de la Unidad Central Operativa Medioambiental (Ucoma) de la Guardia Civil hay un plano de la ciudad de Madrid. Está lleno de manchas de colores. Los agentes del Seprona han necesitado cinco meses de seguimientos para completarlo. En el mapa aparecen perfectamente delimitadas con colores las 18 rutas de un enorme entramado de robo de papel en la capital. Los integrantes de esta red se habían repartido Madrid —y los contenedores azules de donde extraían el cartón y papel— calle a calle. "Chamartín, Retiro y la calle de Alcalá eran las zonas más jugosas", explica uno de los agentes. "Son las áreas con más comercio y, a veces, iban dos veces en un día a por el papel", añade.
El Ayuntamiento de Madrid estima que este robo de papel le ha causado unas pérdidas de 16 millones de euros desde 2015, según ha informado la Guardia Civil este viernes. Ese papel que los ciudadanos depositan en los contenedores se vende luego a las plantas para que sea reciclado y convertido de nuevo en materia prima.
La Operación Hartie —papel, en rumano— se ha saldado con 42 personas detenidas a las que se les acusa de delitos contra el medio ambiente, organización criminal, robo y hurto de residuos y blanqueo de capitales. Además, durante la investigación los agentes han descubierto también el presunto traslado ilícito de miles de toneladas de residuos al sudeste asiático —China e India fundamentalmente— lo que constituye también un delito.
En la operación ha participado también la Policía Municipal. Este cuerpo, tras años de sanciones a los recogedores ilegales de papel que no servían para acabar con el problema, pidió la colaboración del Seprona. La operación comenzó a finales de enero de 2019 y el 27 de junio se detuvo a esas 42 personas. La mayoría formaban parte del entramado de recogida y eran de origen rumano. Pero también se ha detenido a otros tres ciudadanos de nacionalidad española que eran los responsables de la planta en la que acababa el papel y el cartón que se robaba de los contenedores azules. Los agentes de la Guardia Civil detectaron el robo de 9.300 toneladas de papel y cartón solo durante 2019.
El robo del cartón de los contenedores era algo conocido y denunciado por la Policía Municipal desde hacía tiempo. Pero esta operación va más allá y, además de detener a los responsables de la planta que ayudaban a blanquear el papel sustraído, se ha detectado la exportación ilícita de miles de toneladas hasta Asia. Gracias a las facturas y la documentación intervenida en la operación, los agentes han localizado 278 traslados que consideran ilegales desde 2016. Cada uno de esos traslados se corresponde con un contenedor que se enviaba a China, India, Indonesia y Corea del Sur y en el que se mezclaba el papel obtenido de forma legal y el robado de los contenedores. En total, la Guardia Civil calcula que se exportaron 67.300 toneladas de papel —por un valor de 10 millones— desde 2016.
En la operación se ha conseguido retirar de la circulación hasta 11 camiones que empleaba la organización para esas 18 rutas. Y, desde el pasado verano, los investigadores sostienen que no ha vuelto a operar este entramado. Las rutas se repartían por familias y tenían sus límites. Si no, había consecuencias. Durante la operación, por ejemplo, uno de los camiones fue quemado como represalia por invadir una ruta que no le correspondía, explican los investigadores.
Exportación sin control
La operación ha sido coordinada por la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo y las diligencias las lleva el Juzgado de Instrucción 16 de Madrid. Los investigadores de la Guardia Civil destacan los problemas que van asociados al traslado ilícito de residuos. Según el instituto armado, la empresa investigada "no comunicaba a las autoridades" los traslados, "por lo que no se ejercía control sobre los mismos" y "se desconocía si habían tenido el tratamiento adecuado" cuando llegaba a Asia.
Asia en general, y China en particular, han sido durante años el destino de los residuos que generaba Occidente. En Asia se compraba ese cartón para reciclar y lograr de nuevo materias primas. Pero muchos de esos plásticos y papel llegaban mezclados con otros residuos que los hacían difícilmente reciclables. Y esto ocurre, entre otros factores, por la falta de control en el origen.
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