La lucha contra las nuevas variantes de la covid-19, lastrada por la baja secuenciación
España no alcanzará el 5% recomendado por la UE hasta el verano, según los expertos. Conocer las mutaciones es clave para diseñar mejores estrategias frente a la pandemia
España no alcanzará antes del verano el objetivo recomendado por la Comisión Europea de secuenciar genéticamente al menos el 5% de casos positivos por coronavirus. Un objetivo que es una de las principales bazas para luchar contra las nuevas variantes peligrosas del patógeno, ya sea porque son más contagiosas, como las descubiertas en el Reino Unido, Brasil y Sudáfrica; reducen la eficacia de las vacunas, la última de ellas; o puedan causar cuadros clínicos más graves.
Esta es la opinión de los investigadores y responsables hospitalarios consultados por EL PAÍS. Con un matiz. Como el lunes recordó el director de emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, ese 5% es un “dato relativo” que depende de la incidencia que tenga la enfermedad en cada momento en un país. El 5% de los 7.000 casos notificados el pasado viernes, por ejemplo, son 350 secuenciaciones. Esta misma cantidad no llegaría ni al 1% de los 44.000 nuevos casos notificados el 20 de enero.
Se trata, por tanto, de que un país tenga la capacidad de seguir secuenciando de forma sostenida ese 5% aunque registre picos de incidencia, algo de lo que España carece, según admitió Simón el lunes. “La verdad es que hay pocos países que puedan hacerlo con la situación actual, con la excepción del Reino Unido, Dinamarca y alguno más”, defendió.
La secuenciación permite detectar las nuevas mutaciones que sufre un virus y, por tanto, da tiempo para tratar de adelantarse a los cambios que estas van a provocar en términos de salud pública. La Comisión Europea recalcó el pasado miércoles la necesidad de ampliar la capacidad de los Estados miembros para “identificar nuevas variantes, monitorizar su propagación entre la población y vigilar su impacto en la transmisibilidad”. Con este objetivo, y para desarrollar test específicos, la UE ha creado un fondo dotado con al menos 75 millones de euros.
Tomás Pumarola, jefe de servicio de microbiología del Hospital de Vall d’Hebron (Barcelona), asegura que “secuenciar es importante porque permite saber qué variantes están circulando entre la población y detectar otras nuevas que puedan aparecer”. “Si lo sabemos”, añade, “podemos prever cómo afectarán a las curvas epidémicas y esto es clave para diseñar mejor las estrategias para hacer frente a la pandemia”.
Multiplicar la capacidad de secuenciación de los hospitales y centros de investigación españoles, un proceso que ya está en marcha, es algo que requerirá tiempo, esgrimen los expertos. “Es un objetivo factible, pero no de implantación inmediata. España no tiene ahora mismo la capacidad de dar el salto de una forma rápida”, explica Fernando González Candela, investigador de la Fundación Fisabio y una de las figuras de referencia en este terreno en España. “Hay que comprar equipos, establecer procedimientos, formar al personal... Es una formación muy especializada que lleva su tiempo. La implantación va a ser irregular. Algunas comunidades con grandes hospitales que ya secuencian pueden llegar al objetivo en pocas semanas, mientras otras van a necesitar mucho más tiempo. Idealmente, las bases del sistema deben estar montadas en cuatro o cinco meses”, añade González Candela.
El Hospital Vall d’Hebron venía realizando desde marzo “unas 20 secuenciaciones a la semana”. “Ahora tendremos que hacer unas 200. Por ahora ya estamos en 150”, explica Pumarola. Jesús Oteo, director del Centro Nacional de Microbiología (CNM), señala que este organismo partía de unas 100 a 200 secuencias semanales. “En una primera fase de escalado estamos a punto de alcanzar una capacidad de 750 y podríamos llegar a las 1.500”, apunta.
Pero la red sanitaria, en su conjunto, “todavía no está rodada para llegar al 5%”, añade Juan Carlos Galán, jefe de virología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Como otros expertos, señala que deben superarse las “trabas burocráticas y logísticas”, además de la necesidad de un impulso político claro.
Diagnósticos específicos
Jordi Vila Estapé, presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, recuerda que hasta la llegada del coronavirus era la investigación y algunos diagnósticos muy específicos (bacterias multirresistentes a los antibióticos, mutaciones de los virus del VIH y la hepatitis C...) los que acaparaban las secuenciaciones hechas en España. “También la vigilancia de la gripe cada temporada, por ejemplo. Pero en volumen eran cifras mucho más pequeñas que las que se plantean ahora. La secuenciación asume ahora un gran peso en la vigilancia epidemiológica”, añade.
Una muestra de ello es que no existen cifras publicadas sobre la capacidad real de secuenciación en España, aunque varias fuentes la sitúan cerca de las 500 muestras semanales. Como recuerda González Candelas, esa cifra no es comparable a los nuevos objetivos. “Un hospital puede hacer muchas una semana concreta. Otra cosa es que pueda mantener el ritmo de forma sostenida en el tiempo. Y eso es lo que se quiere hacer ahora”, precisa.
La nueva estrategia de Sanidad, recogida en un documento actualizado el 12 de febrero y que por ahora reduce el objetivo de secuenciar al 1% de los casos positivos, pretende extender la capacidad por todo el territorio, con una “red de laboratorios de referencia” con centros en “todas las comunidades”. La red será coordinada por el Ministerio de Sanidad, y el Centro Nacional de Microbiología (CNM) actuará “como nodo central” en “lo referente a los aspectos científico-técnicos”.
Pese a las carencias actuales, los expertos rechazan que España esté muy rezagada respecto al resto de Europa. “Se cita siempre al Reino Unido, que secuencia el 10%. Pero eso es un caso especial. Si miramos las bases de datos mundiales, España tiene la misma o más secuenciaciones que Francia, Alemania o Italia”, concluye Galán.
Siete cambios en el virus que están bajo la lupa de Sanidad
El documento también recoge dos más detectadas en el Reino Unido (una de ellas relacionada con Nigeria), otra en California y una más en Río de Janeiro. Sobre tres de ellas aún se está investigando si tienen algún impacto real sobre la salud pública, mientras la codificada como VOC 202102/02 —de la que se han detectado 23 casos en el Reino Unido y uno en Holanda— se considera similar a la variante británica, con un “posible mayor escape a la respuesta inmune”.
Sobre la variante británica, el informe destaca que es “dominante en el Reino Unido e Irlanda, y se observa una rápida sustitución de las otras variantes circulantes en otros países europeos”. Es “más transmisible, probablemente más letal y no parece que escape a la inmunidad”, adquirida tras haber pasado la infección o ser vacunado.
De la sudafricana, el informe apunta que existe una “alta prevalencia en Tirol, Austria a partir de un brote epidémico” y que “probablemente [sea] más transmisible”, aunque lo más relevante es su capacidad de reinfección a personas que ya han pasado la enfermedad o han sido vacunadas. De la brasileña hay “pocos datos aún sobre transmisibilidad y virulencia”, aunque al igual que la sudafricana puede sortear la respuesta inmune de algunas personas.
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