La igualdad de género y el cambio climático movilizan a los jóvenes
Un informe del Instituto de la Juventud alerta de la precariedad laboral agravada por la covid y muestra las principales preocupaciones de los menores de 30 años
La lucha por la igualdad de género y contra el cambio climático es una bandera generacional para los jóvenes españoles. Así lo pone de manifiesto el Informe Juventud en España 2020, una radiografía social sobre la situación de los menores de 30 años, elaborada por el Instituto de la Juventud (Injuve), adscrito a la Vicepresidencia de Derechos Sociales. Las conclusiones retratan a unos jóvenes en situación laboral precaria y comprometidos con la ecología y el feminismo, que muestran nuevas formas de identificarse y relacionarse. La directora del Injuve, María Teresa Pérez, habla de una generación “solidaria, inconformista y dispuesta a asumir los retos y los cambios”.
El informe recoge las respuestas de 6.467 ciudadanos de entre 15 y 29 años a los que se ha preguntado por el efecto que la pandemia ha tenido en sus vidas, así como por su situación laboral, la emancipación y la sexualidad. El estudio, dirigido por el politólogo Pablo Simón, muestra las preocupaciones de una generación de jóvenes que enfrenta su segunda gran crisis económica y social y pretende servir de base para el diseño de unas políticas públicas de juventud que reviertan el impacto de la pandemia.
Feminismo. Alicia Cañamero, una joven risueña de 26 años y miembro de la Plataforma 8-M, celebra el avance de las mujeres: “Nuestras abuelas asumían cosas que nosotras ya no toleramos, como la dependencia económica”. La lucha por la igualdad de género es la causa que más ha movilizado a la juventud, con un 38%, y una mayoría de ellos, el 83%, considera la violencia machista como un problema social prioritario. Cañamero sonríe: “Compartir vivencias con otras mujeres nos ha hecho fuertes, las redes sociales han ayudado”.
Medio ambiente. El interés por la ecología también evidencia una brecha generacional: el 47% de los jóvenes siente una preocupación máxima por el medio ambiente, frente al 17% de los adultos. Henar Delgado, extremeña de 29 años, cuenta que tomó conciencia cuando cumplió 19, gracias a internet: “Me sorprendió la cantidad de agua que se gasta en la producción de ciertos alimentos y la cantidad innecesaria de plástico que se genera a diario”. Delgado es miembro de la asociación ecologista Pvacas, que anima, entre otras acciones, a recoger basura de los entornos verdes. La joven extremeña defiende las iniciativas locales para mejorar el planeta.
Política y redes. El interés de la juventud por la política se mantiene cerca del 40%, duplicando las cifras de la década anterior. Gema García-Albacete, doctora en Ciencia Política, habla de una generación muy participativa: “Son más exigentes y están dispuestos a reaccionar cuando algo no les gusta”. Además, el estudio demuestra que las redes sociales e internet (46%) son los principales canales de información para los jóvenes, superando por primera vez a la televisión (44%).
Salud mental y sexualidad. El informe de INJUVE arroja que un 25% de jóvenes no se define como “hombre” o “mujer”. Flavi tiene 19 años y se considera una persona no binaria. Lamenta que en su DNI ponga Alejandro López: “No soy capaz de encontrar una explicación a lo que es ser hombre o ser mujer, por eso no me identifico con ninguna etiqueta”. Flavi vive con miedo a que le peguen en la calle por expresarse como es, y cuenta que sus padres lo respetan, pero no lo entienden: “Se piensan que soy una travesti, o en el mejor de los casos un chico maquillado”.
Nuke Quiñones, de 20 años, en cuyo DNI aparece el nombre de “Estefanía”, ni siquiera se atreve a contárselo a su familia: “Sé que no lo aceptarían. Ahora es más fácil explorar tu género y sexualidad, pero todavía hay mucha gente anticuada que nos discrimina”. Tanto Flavi como Nuke utilizan pronombres neutrales y cuentan que sus amigos son el gran apoyo en sus vidas: “La gente de nuestra edad nos comprende mejor, porque tenemos más referentes y hemos crecido con ellos”.
Nuke se define como pansexual, es decir, que siente atracción hacia otras personas independientemente de su sexo o identidad de género. El 16% de los jóvenes se declara como no heterosexual. “Somos más libres en ese aspecto, pero tenemos otros problemas”, apunta Quiñones. La pandemia ha agravado la angustia de ambos. Flavi critica que el Estado no invierta recursos en salud mental: “El psicólogo es carísimo, empecé a ir pero tuve que dejarlo porque me afectaban más los problemas económicos que los psicológicos”. El impacto de la pandemia y, sobre todo, del confinamiento, ha afectado psicológicamente hasta a un 32% de la juventud.
Pornografía. El informe recoge que la iniciación sexual es cada vez más temprana (16 años) y alerta del recurso a la pornografía como escuela de sexualidad. Uno de cada tres jóvenes dice inspirarse en el porno para sus prácticas sexuales. El politólogo Pablo Simón, autor del informe, señala que cuanto menor es el nivel educativo mayor es la propensión a ello, y que la pornografía puede llegar a ser sustituto de la educación sexual.
Emancipación. Un 75% de jóvenes no se emancipa por falta de estabilidad o suficiencia de los ingresos. Sara Remón, licenciada en Bellas Artes, acaba de cumplir 28 años y sigue en casa de sus padres: “Tengo una carrera y dos másteres, pero no consigo empleo”. La joven quiere mudarse con su pareja y formar una familia, pero lo ve imposible: “Él tiene curro, pero es temporal, todo es incierto”. España es uno de los países con la emancipación juvenil más tardía de Europa: la edad media en la Unión Europea es de 26,2 años, y aquí es de 29,5. La situación amenaza con agravarse por la crisis desatada con la covid. Tras la pandemia, ha caído 15 puntos el porcentaje de jóvenes que manejan la opción de dejar de vivir con sus padres. En 2019 un 48% lo planeaba y en 2020 solo un 32,8% se lo plantea.
Temporalidad. Una de las distorsiones más arraigadas en el mercado de trabajo español es la elevada temporalidad de los contratos. Los jóvenes son el colectivo más afectado, ya que sufren una temporalidad 30 puntos superior al resto de la población. Al mismo tiempo, casi un 38% desearía trabajar más horas de las que lo hace. Jazmín Balzameda, de 22 años, lleva años encadenando trabajos temporales y ahora está en paro: “Somos el futuro, pero tenemos unas condiciones laborales que impiden que avancemos”.
Más de la mitad (52%) de jóvenes empleados tiene contratos de ese tipo, según el informe, lo cual impide que adquieran estabilidad económica para emprender un proyecto de vida. Susana Domínguez, periodista de 26 años, trabaja de telefonista desde hace dos meses y su contrato termina en junio: “No me he independizado porque quién sabe cómo estaré en verano… Los jóvenes vivimos al día”. El catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona Antón Costas advierte de que la temporalidad es uno de los factores que más dañan a las empresas y su competitividad, y por ende a la economía social: “Es una pérdida de calidad del capital humano y de la productividad”.
Casi cuatro de cada diez jóvenes desempleados cree poco o nada probable encontrar trabajo en el próximo año mientras que un 66% considera que, tras la pandemia, sus oportunidades laborales serán peores que las de generaciones precedentes. Susana Domínguez es parte de ese 66%. El gran triunfador en las prácticas laborales de los veinteañeros es el contrato a tiempo parcial, en su mayor parte no deseado: “Muchos jóvenes aceptan las prácticas en empresas porque no hay otra opción para progresar en lo que te gusta”, señala Domínguez.
“Los fondos europeos y las medidas sociales de este gobierno deben empezar a dar solución a los problemas de nuestros jóvenes. Tenemos por delante la ardua y estimulante tarea de afrontar la reconstrucción del país poniendo a nuestra juventud en el centro”, zanja Pérez, la directora de INJUVE.
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