Los riesgos del fin de la mascarilla en exteriores
La mayoría de los expertos consultados aprueban que se relaje la norma, pero advierten de que hay que mantener la protección en interiores o si no hay distancia de seguridad al aire libre
El fin de las mascarillas será el gran símbolo que consagre que la epidemia de covid en España ha terminado. Pero ese momento todavía no llegará el 26 de junio, cuando esta protección dejará de ser obligatoria en exteriores. El cubrebocas seguirá acompañando a los españoles durante meses en interiores y habrá que continuar llevándolo consigo cuando se salga de casa: en cualquier momento puede ser necesario, ya sea para entrar a un comercio o en una calle concurrida. La mayoría de los expertos consultados por EL PAÍS desde que el presidente del Gobierno anunció que se podrá ir por la calle con la nariz y la boca descubiertas están de acuerdo en que ya ha llegado el momento de una cierta relajación, pero también advierten de que esta flexibilización puede salir mal si la ciudadanía no se conciencia de que habrá muchas situaciones en las cuales las mascarillas seguirán siendo necesarias.
A grandes rasgos, existen tres medidas no farmacológicas para prevenir la covid: la barrera (la mascarilla), la ventilación y la distancia. Rafael M. Ortí Lucas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, explica que siempre deben concurrir al menos dos. Por eso, en su opinión —y la de la práctica totalidad de la comunidad científica—, los cubrebocas nunca fueron necesarios en lugares al aire libre como la playa y el campo, donde por lo general no hay aglomeraciones y donde el aire libre fluye.
Más discutible, a su parecer, es generalizar el uso por las calles. “Si no se puede guardar la distancia, harían falta las otras dos medidas: ventilación y barrera. Al menos, hasta que lleguemos a un punto de incidencia y vacunación que nos permita ser todavía más flexibles”, señala. Esto llegará, según su criterio, cuando en lugares con menos de 50 casos por 100.000 habitantes en 14 días —una situación en la que por ahora solo están Baleares, Galicia, Murcia, Comunidad Valenciana, Ceuta y Melilla— haya una vacunación completa de más del 50% de la población, algo a lo que todavía no ha llegado ningún territorio (la media española es de poco más del 30%).
José Luis Jiménez Colorado, profesor del Departamento de Química de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) y especialista en aerosoles, considera que hay que aprovechar la medida para hacer una buena comunicación a la sociedad: “En exteriores hay menos contagios que en interiores. Pero sigue habiendo contagios cuando se habla cerca de otras personas, como por ejemplo en terrazas. ¿Se ha comunicado que si se está cerca, se recomienda fuertemente seguir llevando la mascarilla? ¿Se aprovecha para incidir en que es muy importante seguir usándola en interiores? ¿Y que el ajuste de la mascarilla a la cara, sin huecos, es muy importante?”, se pregunta.
Los detalles exactos de la norma que regirá el nuevo uso de las mascarillas no se conocen. El anuncio oficial es que el Gobierno aprobará el jueves, en un Consejo de Ministros extraordinario, un real decreto ley que modificará el artículo 6 de la Ley 2/2021, de 29 de marzo, que establece la obligatoriedad del cubrebocas en exteriores e interiores, independientemente de la distancia, hasta que acabe la pandemia. Y que entrará en vigor el sábado 26, pero no en qué términos exactamente.
Desde hace semanas, la Ponencia de Alertas del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) viene trabajando en un documento que articule esta nueva realidad sin mascarillas. Fuentes de este organismo explican que recoge que se podrá prescindir de ellas en espacios al aire libre que permitan mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros con personas ajenas a la burbuja social. Si finalmente se siguen estas directrices, la mascarilla seguiría siendo obligatoria en eventos multitudinarios, calles muy concurridas o lugares como mercadillos al aire libre. También en colas en el exterior o cuando dos personas se encuentren y se paren a hablar, siempre que no guarden la separación.
Por el momento, este documento no ha pasado por la Comisión de Salud Pública, el órgano del CISNS que suele tratar y aprobar estos asuntos. La secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, anunció el lunes que la ministra, Carolina Darias, informaría de los detalles este miércoles en el CISNS, en el que se reúne con los consejeros de las comunidades autónomas. Pero fuentes cercanas a Sanidad explican que también sería posible que haya que esperar a que el Consejo de Ministros apruebe el decreto ley para conocer la letra pequeña de la nueva realidad. No sería la primera vez que el Gobierno procede así en esta crisis sanitaria.
En el escenario previsto, José Martínez Olmos, profesor en la Escuela Andaluza de Salud Pública, afirma que hay que hacer mucho énfasis en que la población ha de seguir con la mascarilla a cuestas para ponérselas en casos necesarios, y que los no vacunados han de ser especialmente escrupulosos a la hora de usarlas cuando no haya distancia suficiente. “Por supuesto en espacios cerrados y transporte público habrá que seguir llevándola un tiempo más”, subraya.
Martínez Olmos hace hincapié en concienciar a los más jóvenes, los que han tenido durante toda la pandemia menos riesgo de caer gravemente enfermos por la covid, pero que ahora son los más susceptibles de contraer la enfermedad, a medida que la población de más edad va protegiéndose con las vacunas. Según el último informe de Sanidad, más de 8 de cada 10 mayores de 40 años ya han recibido al menos una dosis. “Por supuesto que hay cierto peligro de relajación una vez que no sean obligatorias, pero la población ya sabe bien dónde están los riesgos”, zanja Martínez Olmos.
Cada vez más evidencia científica muestra que el mayor riesgo de infectarse por el coronavirus se produce en espacios interiores mal ventilados, donde se comparte el aire con personas contagiadas. La obligatoriedad de la mascarilla en todo momento evitaba el despiste de acceder a lugares cubiertos sin ella. La farmacéutica y divulgadora Gemma del Caño insiste en mantener estas cautelas: “No pongas excusas, si entras en un sitio cerrado, tienes que llevarla puesta. No metas a la gente que trabaja cara al público en el compromiso de debatir contigo. Les da igual que se te haya olvidado. No irías a comprar sin dinero, ¿no? Pues esto, igual”. De Caño recuerda también evitar la tentación de los saludos efusivos o los dos besos al encontrarse a alguien por la calle. El virus sigue ahí fuera, aunque vaya remitiendo.
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