EE UU enfrenta una tormenta social y política por el coronavirus
Biden anuncia que los empleados federales deberán elegir entre inmunizarse o someterse a pruebas y usar mascarilla, ante los brotes de la variante delta y las reticencias de un sector a vacunarse
El presidente Joe Biden anunció este jueves, en el penúltimo intento de la Casa Blanca por frenar el repunte de la pandemia de coronavirus que afecta a más de dos tercios del país, que los empleados federales deben vacunarse o, de lo contrario, someterse a pruebas de covid-19 y llevar mascarilla, independientemente del trabajo que desarrollen. Nunca antes se ha visto al presidente tan preocupado, implorando a sus conciudadanos que acudan a vacunarse, rogándoles responsabilidad para acabar con la pesadilla.
La medida del mandatario demócrata pretende alentar la vacunación en Estados Unidos, que no alcanza todavía al total del 50% de la población, en medio de crecientes brotes debido a la variante delta del virus. “Estamos ante la pandemia de los no vacunados”, declaró el presidente en un discurso desde la Casa Blanca, al recordar que 90 millones de habitantes seguían sin vacunarse. Biden insistió en varias ocasiones en que ni las vacunas ni las mascarillas debían ser un asunto político. “No se trata de Estados rojos [republicanos] o Estados azules [demócratas], se trata de la vida o la muerte”, proclamó el presidente. Desde el púlpito que ofrece la Casa Blanca, glosó las virtudes de las vacunas con el objetivo de que la gente acuda a un lugar y obtenga, de forma gratuita, su inoculación. “No solo se trata de protegerse a sí mismo, sino de proteger a los demás”.
El presidente habló de “libertad”, referida a quienes ondean esta palabra como un derecho para no vacunarse. Biden fue muy explícito al decir que la libertad conlleva “responsabilidad” y que ser responsable se traduce en vacunarse. Durante su discurso, el mandatario narró cómo gente que se encuentra hospitalizada grave pide entonces la vacuna. “No, lo siento, es muy tarde”, dijo Biden poniéndose en la piel de un médico ante un paciente contagiado y no vacunado.
El miedo y la desinformación eran para Biden los dos motivos más importantes por los que la población de EE UU estaba poniendo en riesgo a sus familiares, amigos, vecinos. “Ahora, vayan ahora y vacúnense”, animó. La única manera de superar la pandemia y dejar atrás el mortal virus es escuchando a la ciencia e inoculándose, dijo el mandatario. El presidente finalizó su discurso con un gesto que suele hacer cada vez que comparece ante la prensa para hablar de coronavirus: sacó del bolsillo de su chaqueta una nota en la que cada día actualiza el número de muertos en EE UU por la pandemia. La cifra de este jueves por la mañana era de 609.441 fallecidos. “Son más muertos que los que provocaron [para los estadounidenses] la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Vietnam, los ataques del 11 de septiembre, y las guerras de Irak y Afganistán”, finalizó el presidente.
I know people talk about freedom, but with freedom comes responsibility.
— President Biden (@POTUS) July 29, 2021
Your decision to be unvaccinated impacts someone else.
Please get vaccinated. For yourself. For the people you love. And for your country.
Biden no obliga a los ciudadanos a vacunarse, pero está determinado a servir de ejemplo al sector privado, empresas e instituciones para que los trabajadores regresen a sus lugares de trabajo. El Gobierno federal es el mayor empleador de Estados Unidos, con más de dos millones de trabajadores civiles y cerca de 570.000 asalariados trabajando en el servicio postal norteamericano. El mandatario anunció más incentivos para la gente que se vacune, como obtener 100 dólares a cambio de inocularse o pagar las horas de trabajo que las empresas dicen que se pierden por acudir a obtener un pinchazo.
Aumenta la politización de la pandemia
Cada día que pasa, la politización de la pandemia es mayor. Los republicanos del Congreso expresan estos días sus quejas después de que las autoridades sanitarias anunciaran la necesidad de volver a las mascarillas, incluso en el caso de las personas vacunadas. Como ejemplo del enfrentamiento existente en el país está el caso del gobernador de Florida, Ron DeSantis, que el pasado miércoles sacaba a su hijo de un campamento de verano en el que debía llevar mascarilla. “Los expertos han comunicado sus temores legítimos de que las mascarillas dañen más que protejan, ya que pueden tener un impacto negativo en su aprendizaje, en el habla y en su salud emocional y física”, declaraba el jueves el republicano.
Ante la tempestad social y política que llegó para quedarse, son muchas las voces que se alzan de ambos lados, ya sean aquellos a favor de la imposición de los cubrebocas o quienes siguen defendiendo su derecho a no vacunarse. Todo esto cuando más del 70% del país vive en zonas donde hay “alto” o “importante” riesgo de contagio. Este jueves, Washington, la capital de la nación, anunciaba el uso obligatorio de mascarillas en lugares cerrados, desandando así lo andado desde el mes de abril.
En la batalla política, la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, calificó el pasado miércoles al líder de la minoría en el Congreso de “idiota”, después de que Kevin McCarthy expresara que la nueva normativa recomendada por las autoridades sanitarias para que las personas vacunadas vuelvan a llevar mascarilla era “contraria a la ciencia”. “No se equivoquen”, dijo el republicano, “la amenaza de volver a las mascarillas no es una decisión tomada de forma científica sino una conjura por parte de un Gobierno de izquierdas que quiere que vivamos perpetuamente en estado de pandemia”.
Desde el comienzo de la crisis del coronavirus, los líderes republicanos han insistido en que las recomendaciones para protegerse de la covid-19, como el uso de la mascarilla, infringen la libertad individual. “Las órdenes sobre vacunas y mascarillas: ¡Acoso, control, inconstitucionalidad, amenazas a la libertad!”, escribió en Twitter el representante republicano por Georgia Jody Hice. Ese es el nivel de polarización política que se vive cada día en EE UU respecto a la covid-19.
Hasta la fecha, Nueva York y California ya han advertido de que, a partir del próximo 6 de septiembre (festividad del día del trabajo en EE UU), van a requerir a todos los empleados públicos que se vacunen o se sometan a pruebas semanales de coronavirus. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, aseguró que estaba trabajando con los sindicatos para poner en marcha el programa de forma “rápida y justa”.
Desde esta semana, los trabajadores de los hospitales que gestiona el Estado de Nueva York (y que tengan contacto con pacientes) estarán obligados a vacunarse, sin opción de sustitución con una prueba. Otros Estados como California han anunciado ya medidas similares y, según varios medios, el Gobierno que encabeza Joe Biden está considerando hacer lo propio con los empleados de la Administración federal.
Todos los Estados muestran un repunte de contagios, pero la variante delta está haciendo estragos en Misuri, Arkansas, Luisiana y Florida. Desde este miércoles, en Arkansas es obligatorio llevar mascarilla. A principios de julio, Luisiana tenía un promedio de menos de 400 casos por día y ahora suma más de 2,400, la mayor cifra desde enero. Jacksonville, Florida, tiene una media de más de 900 casos al día. Respecto a la semana anterior, los casos en EE UU han aumentado un 65% y las muertes por coronavirus un 22%.
Alrededor del 97% de los pacientes hospitalizados con coronavirus no han sido vacunados, una cifra que da la medida de la necesidad de la vacunación. El total de casos en EE UU asciende a más de 34 millones de personas y las muertes superan las 610.000. Para gran pesar del presidente Biden, menos de la mitad de los ciudadanos estadounidenses (y el 59% de los adultos) tiene la pauta de vacunación completa. Dentro del segmento de población a partir de los 65 años, el 90% tiene al menos inoculada una dosis y el 80% está totalmente vacunado. Las cifras de vacunación caen cuando baja la edad, solo el 59% de quienes tienen más de 18 años tiene la pauta completa de inmunización.
Total hypocrisy. https://t.co/ZXYpPgF9Mt
— Kevin McCarthy (@SpeakerMcCarthy) July 29, 2021
Justo cuando algunos Estados se preparan para abrir los colegios en dos semanas, como es el caso de Virginia, aumentan los casos de covid-19 entre niños. La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) informaba la semana pasada de más de 23.550 casos de covid-19 en menores de edad, entre el 8 y el 15 de julio, casi el doble de lo que se informó a finales de junio. Hoy cerca de 39.000 niños sufren la enfermedad y unos 400 han fallecido por su causa.
La directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés) ha hecho hincapié en la necesidad de tomar en serio el virus y la amenaza que supone para los más pequeños. “Es un error decir que solo 400 de estas 600.000 muertes por covid-19 han sido en niños”, dijo Rochelle Walensky, en una audiencia de la Comisión de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones del Senado. “Se supone que los niños no deben morir. Por lo tanto, 400 es una gran cantidad”.
Hasta el momento no se ha dado luz verde a ninguna vacuna de covid-19 para los menores de 12 años. Las compañías farmacéuticas Pfizer y Moderna siguen realizando ensayos clínicos, pero es probable que pasen meses hasta que esos niños puedan recibir una vacuna.
Ante un mapa cada vez más cubierto de rojo y naranja, debido al grave aumento de casos, la Administración de Biden ha decidido mantener en pie las restricciones existentes para quienes quieran viajar a Estados Unidos. Según fuentes de la Casa Blanca, citadas por la agencia Reuters, “al menos de momento” seguirá estando prohibido ingresar en EE UU para aquellas personas que no sean ciudadanos estadounidenses y hayan estado los últimos 14 días en alguno de los 26 países de la Unión Europea que pertenecen al espacio Schengen, Irlanda, Reino Unido, China, India, Sudáfrica, Irán o Brasil.
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