La identificación de bebés en el punto de mira: el error es improbable pero no imposible
Los profesionales defienden el sistema actual de asignar un codificador neonatal al recién nacido y a la madre, aunque un experto reclama un DNI infantil
El caso de las niñas intercambiadas al nacer en el hospital de San Millán en Logroño en 2002 ha reabierto un debate antiguo sobre el sistema de identificación de los recién nacidos en los hospitales españoles. También ha vuelto a despertar los miedos ancestrales de los progenitores sobre la correcta identificación de sus hijos al nacer. La inmensa mayoría de los profesionales sanitarios defienden que en la actualidad no hay margen de error en el proceso de ident...
El caso de las niñas intercambiadas al nacer en el hospital de San Millán en Logroño en 2002 ha reabierto un debate antiguo sobre el sistema de identificación de los recién nacidos en los hospitales españoles. También ha vuelto a despertar los miedos ancestrales de los progenitores sobre la correcta identificación de sus hijos al nacer. La inmensa mayoría de los profesionales sanitarios defienden que en la actualidad no hay margen de error en el proceso de identificación, y que por tanto el caso que se ha conocido, ahora no podría ocurrir. Pero no todos están de acuerdo con esta rotunda manifestación y existen especialistas que defienden que el error es improbable pero no imposible. Antonio Garrido-Lestache, reputado pediatra con sesenta años de experiencia y que ha consagrado gran parte de su vida a defender ante la comunidad científica la necesidad de un documento de identidad infantil, es uno de los médicos que continúa exigiendo mayores garantías para la identificación inequívoca de las personas desde el mismo momento de su nacimiento, un derecho reconocido internacionalmente en la Convención sobre los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989 y también específicamente en la legislación española.
Según un artículo publicado en 2017 por la Asociación Española de Pediatría (AEP) el sistema para identificar a un recién nacido debería cumplir varios requisitos imprescindibles: que se realice en el mismo momento del parto antes de cualquier separación posible entre la madre y el hijo y verificar esta identificación durante toda la estancia hospitalaria y en el momento del alta. Pero también añade otros conceptos como el de fiabilidad, que permanezca a lo largo del tiempo y que permita una rápida resolución frente a posibles dudas de identidad.
Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería y exresponsable de la Maternidad de O’Donnell de Madrid, hace hincapié en lo improbable del error: “La identificación de los pacientes es prioritaria en un hospital y en el caso de los nacimientos se ha ido mejorando y añadiendo filtros de garantía. Hace unos años se hacía con la huella dactilar de la madre y la planta del niño, pero esto tenía limitaciones porque es muy difícil conseguir recoger huellas de forma correcta: es complicado que un recién nacido plante el pie correctamente y además la piel está muy arrugada, también en los dedos de la mano. Todo eso hizo que se observaran fallos en este sistema hace ya casi dos décadas y no se realiza en muchos hospitales”. Una afirmación que avala la Asociación Española de Pediatría en su informe, aunque matiza que se debe a la “baja calidad de la toma de dichas impresiones por parte de personal sanitario no cualificado en toma de huellas, lo que impide que tengan valor identificativo por sí solas en más del 70% de los casos”.
Isabel Salgado, matrona supervisora de enfermería del departamento de Obstetricia del hospital Vall D’Hebron de Barcelona, describe el protocolo que se sigue de forma habitual para identificar a un recién nacido. “Utilizamos un kit específico que se usa en toda España. La madre tiene su identificación como paciente individual y además este kit destinado a la identificación del binomio madre-recién nacido”. El codificador neonatal, que es su nombre técnico, consiste en diferentes piezas con un mismo número y con un código de barras exclusivo para cada madre-recién nacido. Este código va impreso en una pulsera que se coloca a la parturienta, en otra que se pone en el tobillo del bebé nada más nacer y también en la pinza que cierra el cordón umbilical en el momento del nacimiento, una pinza que ni se puede abrir ni se cambia hasta que se cae el cordón. Si se trata de un parto múltiple se utiliza un codificador diferente para cada neonato y por tanto la madre debe llevar varias pulseras, una por cada uno de los códigos de sus hijos.
“Además”, continúa explicando Salgado, “esa misma pegatina con el código único de identificación se incluye en el carné de salud del niño y en la hoja de ingreso de la madre”. En el hospital Vall D´Hebron también es obligatorio que justo tras el nacimiento, el padre o acompañante acuda al servicio de admisiones para que se digitalice la hospitalización del recién nacido y se le pueda añadir una segunda pulsera al bebé con su nombre y apellidos.
La AEP afirma que a pesar de la mejora que ha supuesto este sistema, tampoco es infalible: “Remotamente existe todavía la posibilidad de perder una pulsera holgada o la pinza del cordón si el recién nacido precisa, por ejemplo, la canalización de los vasos umbilicales”. La misma entidad señala en su escrito de 2017 otros métodos más novedosos para identificar a los bebés: sistemas biométricos electrónicos para la lectura e impresión de huellas dactilares tanto de la madre como del recién nacido y el análisis de ADN. Respecto al primero continúan las dudas sobre la calidad de su valor identificativo. Sobre el segundo se abren interrogantes sobre su guarda y custodia.
Análisis de ADN
El Gobierno de La Rioja, salpicado por el escándalo de las dos niñas nacidas en el hospital de San Millán, aclara que, actualmente, en sus dos hospitales de gestión pública junto al codificador neonatal se realiza “una muestra de sangre del cordón umbilical para realizar análisis de ADN exclusivamente para casos en los que exista duda de identidad”. Este método ya se aplica en hospitales de otras comunidades autónomas como País Vasco, Andalucía o Murcia. Y también está en proceso en algunos hospitales de Cataluña, como el Vall D’Hebrón de Barcelona. Isabel Salgado y Guadalupe Fontán coinciden en que este es el único procedimiento que “garantiza sin lugar a duda” que un recién nacido es hijo de una madre concreta y creen que este método será puesto en marcha en breve en todos los hospitales. Pero también existen lagunas en la garantía de huella genética porque, como señala Fontán, su aplicación real no solo tiene que ver con su coste, sino también “con el tiempo que debe guardarse esa información y con la custodia de la misma”. Detalles importantes que están por resolver. “La legislación”, explica Fontán, “obliga a la identificación inequívoca del recién nacido, pero no llega a detallar cómo debe realizarse, por eso cada comunidad y, a veces, cada hospital, decide sus propios protocolos”.
Emili Villegas, matrona del hospital Vithas Granada describe cómo se realiza en la actualidad la identificación del bebé por ADN en los hospitales de la Comunidad de Andalucía: “Existe un documento de la Junta de Andalucía que se envía a los hospitales. Tiene el aspecto de un pliego que se dobla sobre sí mismo en cuyos laterales lleva unas tiras adhesivas que al finalizar el proceso sirven para lacrarlo y que quede sellado como si se tratara de un sobre. En el interior hay cuatro círculos perfectamente identificados, en dos ponen madre y en los otros dos recién nacido y están destinados para verter en ellos unas gotas de sangre de la madre y otras recogidas del cordón umbilical del bebé en el mismo momento del nacimiento. La documentación incluye tres códigos, uno de ellos va pegado a una tarjeta que se llevan los papás como certificado de que se ha hecho la identificación correcta de su bebé y las otras dos pegatinas, con idéntico código, van a la pulsera que se pone al neonato en el hospital y a la historia clínica de la madre. Ese documento se guarda en el hospital y se custodia de 1 a 5 años dependiendo del centro. En ese tiempo si los padres tienen algún tipo de duda se tendrían que poner en contacto con el centro sanitario y acudir con el resguardo que se les entregó al nacer su bebé y se rescataría ese documento de la historia clínica en papel de la madre para cotejar la sangre materna y la del niño y comprobar que coincide con la recogida en el momento del nacimiento”.
En este escenario la AEP apuesta por la combinación de los codificadores neonatales junto con una muestra de sangre materna y sangre del extremo placentario del cordón umbilical como el método más recomendable de identificación del recién nacido. Un método, este último, que recomiendan debe extenderse por todas las comunidades autónomas pero que también debe realizarse con ciertas garantías: “siempre con el consentimiento materno y siempre con el único fin de garantizar y poder comprobar la identificación madre-hijo, pero no para ser utilizado para realizar pruebas de paternidad ni para cualquier otro tipo de estudios genéticos ni de investigación”.
Conviene recalcar que todo este proceso se da en mitad de la situación de estrés que genera cualquier parto para la madre y el padre del niño que va a nacer. María, que dio a luz recientemente a su hija Carmen, recuerda cómo identificaron delante de ella a la niña con una pulsera que colocaron en su tobillo, pero solo se percató de que la pinza del cordón umbilical llevaba una pegatina con el mismo código de barras después de su regreso a casa. “Creo que la pulsera de la niña tenía los mismos datos que pusieron en la que me colocaron a mí en la muñeca en el momento de ingresar en el hospital, pero sinceramente en esos momentos no me fijé mucho en esas cosas”. También tiene que hacer memoria para recordar que en algún momento tuvo que poner su huella en un papel y que hicieron algo parecido con su hija. “No sé si fue la huella del pie”, dice, “uf, no tengo claro cuando hicieron eso”. Solo se queda totalmente tranquila cuando afirma que su hija no se separó de ella en ningún momento hasta que salieron juntas del hospital.
Pilar Maicas tuvo a su segunda hija, Lucía, hace un año en el hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza. “Fue un parto rápido y en todo momento yo o el papá estuvimos con la niña. Pero seis años antes tuve a mi primer hijo, Sergio, y el parto resultó más complicado. Tuvieron que utilizar ventosa y durante más de un cuarto de hora después de nacer ni yo ni mi marido vimos la cara de nuestro hijo. En el momento no pensé en nada pero tiempo después si llegué a plantearme que en ese tiempo puede ocurrir cualquier cosa. Nadie te explica realmente cómo identifican a tu hijo hasta que te dan el certificado de nacimiento y una hoja con datos como su peso o la hora de nacimiento”.
En esta sencillas descripciones de un nacimientos recientes, unos más de los 338.435 que se produjeron en España en 2020, ya se detecta que la llegada al mundo de un niño no es la situación más propicia para que una madre esté pendiente de los detalles de identificación de su hijo y que madre o hijo pueden requerir atenciones puntuales que exijan que se separen. La pregunta sigue en el aire: ¿Es totalmente fiable el sistema de identificación que se sigue actualmente?
Una reclamación histórica
A Antonio Garrido-Lestache, que en la actualidad tiene 90 años y continúa alzando su voz para garantizar la identidad de los recién nacidos, los sistemas le siguen pareciendo insuficientes. Una denuncia suya provocó que la ONU incluyera en una de sus convenciones de 1989 el derecho del niño a la identificación, resolución que firmaron todos los países con la excepción de Estados Unidos y Somalia. Y su insistencia para implementar un DNI con las huellas dactilares de los recién nacidos impulsó que la Comunidad de Madrid incluyera en la ley de Garantías de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia de marzo de 28 de marzo de 1995 que “todos los niños y niñas tienen derecho a ser correctamente identificados en el momento de su nacimiento, de acuerdo con los métodos más avanzados y precisos, mediante un documento de identificación infantil que se entregará inmediatamente tras el alumbramiento”.
Para Garrido-Lestache, a falta de la implantación de una identificación por ADN generalista, real y perdurable en el tiempo, lo más fiable, sencillo y económico de hacer sigue siendo ligar la huella dactilar de la madre con la de su hijo justo en el momento del nacimiento. “Es falso que no sea fiable, lo que ocurre es que hay que hacerlo bien. La huella dactilar de una persona está completamente formada a partir de los 120 días de vida intrauterina y he demostrado con análisis realizados por el grupo de Identificación Dactilar de la policía española, aportando 1.500 huellas dactilares de recién nacidos, que es un método absolutamente fiable ya que concluyeron que todas ellas ‘eran perfectamente identificables”. Según el experimentado pediatra, el truco consiste en volver al bebé hacia abajo para que de forma casi natural extienda la mano. “Yo logré la primera impresión dactilar de un bebé en 1990 utilizando este método y con una tinta especial. Parece fácil pero no lo es, lo tiene que hacer personal especializado en dactiloscopia, pero si se realiza correctamente es absolutamente fiable porque las huellas dactilares persisten hasta la desintegración de los tejidos. La clave es que esta función la debe hacer personal identificador especializado. Es más, ahora la tecnología biométrica permite que existan aparatos sencillos y fiables para tomar y reconocer las huellas de los recién nacidos, que supera lo que antes se realizaba con tinta. Me sigue resultando incomprensible inaugurar hospitales con la última tecnología y no ocuparnos de esta identificación que es un acto mínimo pero de absoluta relevancia para el futuro del recién nacido”.
Garrido-Lestache sigue abogando por el que considera el sistema más sencillo, económico y seguro: mediante huella dactilar y un DNI del recién nacido que además podría incluir muestras de sangre de la mamá y el neonato y, a posteriori, todas las vacunas que reciben los menores y que al final muchos no recuerda en la madurez. Otros profesionales opinan que con la información que ha generado el caso del intercambio de bebés ocurrido en Logroño hace casi 20 años, los futuros padres y madres van a comenzar a demandar el servicio de muestra de ADN –que actualmente no está generalizado– y que estas solicitudes, unidas a las de los sanitarios que abogan por este sistema, van a provocar a corto plazo que esta necesaria identificación inequívoca del recién nacido se regule en una legislación con un protocolo único de obligado cumplimiento para todos.