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El donante holandés de semen de los 550 hijos lamenta ante el juez que lo presenten como “un toro rabioso con afán reproductor”

Jonathan M., demandado por una madre y por una fundación que pone en contacto a hijos y hermanos nacidos por inseminación, alega que impedirle seguir donando sería un “intento de castración jurídica”

Captura de Jonathan M., en un vídeo de su canal de Youtube.
Captura de Jonathan M., en un vídeo de su canal de Youtube. Jonathan M.
Isabel Ferrer

Alto, rubio, con ojos azules y cabello largo. Este es el aspecto físico de Jonathan M., de 41 años, el donante holandés de semen que puede tener al menos 550 hijos y ha comparecido este jueves ante un juzgado de primera instancia de La Haya. Demandado por una de las madres, llamada Eva, es la primera vez que un caso así llega a los tribunales en Países Bajos. Jonathan M. la engañó diciendo que no pensaba tener más de 25 niños, la cifra máxima permitida para este tipo de inseminación, y la mujer ha pedido a los jueces que le prohíban seguir con su actividad. Él ha lamentado que lo presenten como “un toro rabioso con afán reproductor”, y considera que imponerle un veto equivaldría a “un grave ataque a su integridad física”. Su abogado lo ha calificado de “intento de castración jurídica”. La fundación holandesa Donorkind, que facilita el contacto entre los descendientes así nacidos, firma a su vez la acción legal. Ambas partes no han llegado a un acuerdo y el fallo se espera para el 28 de abril.

La sala destinada a la sesión estaba llena y han tenido que habilitar otro cuarto para el público. Vestido de gris y con el rostro bronceado, Jonathan M., que se autodenomina “papá donante”, ha asegurado que está “vacunado y sanísimo”. Luego ha calificado las donaciones de su “trabajo”. Lo define como “un servicio con valor añadido”, porque se presta a tener contacto con su prole. Acude, según afirma, a los nacimientos, cumpleaños y entrega de diplomas escolares. Por el contrario, Donorkind considera que este caso es “un extraño experimento social” que debe concluir de inmediato, y su demanda incluía la petición de una multa de 100.000 euros cada vez que reincida. Dentro o fuera de Países Bajos. También solicitaban la destrucción de todas sus muestras conservadas en clínicas de fertilidad. La única excepción sería si una mujer que haya tenido hijos suyos quiere darle un hermano biológico, según explica al teléfono Ties van der Meer, presidente de la fundación. “Creemos que el juez ha entendido que debe prevalecer el interés del menor, y la importancia que tiene todo esto para su futuro”, añade. En 2017, la Asociación holandesa de Ginecólogos y Obstetras advirtió de que el demandado tenía ya 102 hijos con la mediación de 11 clínicas.

Jonathan M. ha señalado en el juzgado que ya no está activo en sus páginas web destinadas a las donaciones de semen, pero si hay padres que quieren un segundo o tercer hijo suyo, acudirá. Por otro lado, repudia convertirse en “el rostro de los donantes masivos”, y teme ser objeto de chantaje. Richard van der Zwan, su abogado, ha recordado que su cliente “es el dueño de su cuerpo, y las personas tienen derecho al aborto, la eutanasia y también a la procreación”. Cuando el juez le ha preguntado que si le parece factible que “500 o 600 hermanos establezcan un lazo fraterno”, el demandado ha contestado: “Eso depende de los padres. Estamos ante un nuevo concepto, y depende de nosotros, los adultos, darle forma”.

En su opinión, la verdadera razón de la demanda radica en el deseo de la fundación de filmar un documental sobre su caso para la plataforma Netflix. Sobre este extremo, Ties van der Meer puntualiza: “Hay gente que prepara un programa y lo sabemos. Nos han pedido información como una de las voces, pero no lo hacemos nosotros”. Mark de Hek, abogado de Donorkind, ha dicho en la sala que hay “siete mujeres embarazadas [de este donante] y varias más con niños de uno o dos años, que se han dado cuenta ahora de la amplitud del caso”.

Jonathan M. estaba obligado a comparecer ante los jueces, y la sesión se había retrasado para que pudiera regresar de unas vacaciones. Su cara ha aparecido ahora en las láminas hechas por un dibujante de tribunales, pero colgaba muchas imágenes suyas en sus anuncios de Internet. Cuando hablaba con las futuras madres, prometía que no superaría los 25 hijos. Por eso Eva, la demandante, lo eligió como padre biológico de su hijo. Ahora quiere proteger el futuro del niño, preocupada por las repercusiones para su salud mental que todo esto pueda acarrearle.

Desde 2004, las donaciones anónimas de semen están prohibidas en Países Bajos y existe un registro nacional que contiene información médica sobre el donante que pueda ser relevante para su descendencia. Se trata de datos como sus características físicas, estado civil e hijos previos, su carácter (creativo, introvertido…), junto con el apellido, fecha de nacimiento y lugar de residencia. A partir de los 16 años, los hijos pueden consultar este listado, que se conserva durante 80 años. El problema es que las clínicas de fertilidad no comparten entre ellas esta información, y de ahí que la actividad sin freno de Jonathan M. solo fuese descubierta en 2017. A partir de ese momento, muchas de las mujeres que habían requerido sus servicios revelaron sus casos, pero su semen ya se había estado usando dentro y fuera de su país durante años.

La normativa holandesa permite la donación de semen, óvulos y embriones, y “las parejas heterosexuales, de lesbianas y solteros tienen acceso a estos tratamientos”, según el registro. El pago al donante solo cubre una dieta por desplazamiento. Hasta 2019, se ha mantenido un tope de 25 hijos por donante por considerarse que así no hay riesgo de incestos involuntarios entre hermanos que puedan llegar a encontrarse en su vida adulta.

Desde ese año, el cálculo se hace de otra forma, aunque el resultado final es similar: una misma persona solo puede donar a 12 mujeres. Teniendo en cuenta que, en estos casos, las madres receptoras suelen tener entre uno o dos hijos, el cómputo roza los 25 hijos o bien la mitad. Los hijos concebidos entre 1990 y 2004 también tienen acceso al archivo nacional, aunque la información es incompleta. En su caso, la mejor solución es recurrir a una prueba de ADN. En junio de 2022, Donorkind recibió 1.415 solicitudes de información relativa a los donantes.

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