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El Gobierno aprueba este martes el fin de las mascarillas obligatorias en centros sanitarios, farmacias y residencias

La norma entrará en vigor cuando se publique en el BOE, previsiblemente entre el miércoles y el jueves

Pablo Linde
Uso de mascarilla en el interior de una farmacia del centro de Madrid.
Uso de mascarilla en el interior de una farmacia del centro de Madrid.Claudio Álvarez

El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este martes martes el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en farmacias, centros sanitarios y residencias, según confirman a EL PAÍS fuentes gubernamentales. Quedará restringida a determinados espacios de hospitales con pacientes críticos o inmunodeprimidos, quirófanos o UCI. Los cubrebocas son el último resquicio de las restricciones de la pandemia de covid que todavía está presente en la vida cotidiana de los españoles. Su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) —previsiblemente el miércoles o el jueves— dará comienzo a una nueva etapa en la que, como en todos los demás ámbitos, serán voluntarias, aunque recomendables en los ámbitos donde haya personas más vulnerables.

Con el Real Decreto que modificará, el Gobierno sigue la recomendación del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, en el que ministerio y comunidades votaron el 23 de junio a favor de terminar con la obligatoriedad en los ámbitos mencionados. Era una reclamación que venían haciendo algunas comunidades autónomas, como Madrid, y que ya habían adoptado la mayoría de los países de nuestro entorno.

Para sustentar esta decisión, el Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias (CCAES) certificó “el fin de la emergencia sanitaria”, en palabras del ministro de Sanidad, José Manuel Miñones. Es algo que, a nivel internacional, ya había hecho la Organización Mundial de la Salud el 5 de mayo. “Ha sido mucho más que una crisis sanitaria. Ha causado graves trastornos económicos, eliminando billones del producto interior bruto, interrumpiendo los viajes y el comercio, cerrando negocios y hundiendo a millones en la pobreza. Ha causado una grave agitación social, con fronteras cerradas, movimientos restringidos, escuelas cerradas y millones de personas que han experimentado soledad, aislamiento, ansiedad y depresión”, dijo su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Desde la última gran ola de covid en España, el verano pasado, las hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos por esta enfermedad cayeron drásticamente y se han mantenido en cifras bajas de forma bastante estable, con subidas y bajadas muy suaves. El último informe publicado por Sanidad, del viernes, muestra las mejores estadísticas desde que comenzó la crisis del coronavirus: 1.297 hospitalizados en planta y 86 en cuidados intensivos.

Una medida cuestionada

La obligación de las mascarillas estaba siendo cada vez más cuestionada, en un momento en el que la covid ya no está provocando un problema de salud pública. Un artículo de opinión en la revista científica Annals of Internal Medicine, firmado por ocho expertos en enfermedades infecciosas de algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, pedía en abril acabar con ella, bajo el título Uso universal de la mascarilla en centros sanitarios: una estrategia pandémica cuyo tiempo ha terminado por ahora. Argumentaban que, aunque los cubrebocas fueron “críticos” para proteger a la población en un contexto de inmunidad limitada, el escenario ya había cambiado.

Aunque el uso de las mascarillas estaba ya restringido a ámbitos muy concretos, había médicos que se quejaban de que ya no había un beneficio neto, mientras que se dificultaba la comunicación con los pacientes. En las farmacias, el cumplimiento era cada vez más laxo. Ya venía siendo muy frecuente que los clientes entraran sin mascarillas a los establecimientos. “Cada vez más clientes vienen sin ella y no vamos a dejar de atenderlos a todos”, explicaba una boticaria a este periódico durante la primavera.

Este será, previsiblemente, el último paso atrás de las mascarillas obligatorias, después de más de tres años de regulación. El anterior se produjo este mismo año: en febrero dejaron de ser obligatorias en el transporte público. Por entonces había pasado casi un año desde que los españoles habían podido quitársela en los espacios interiores.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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