Detectado el virus de la fiebre del Nilo en dos donantes de sangre asintomáticos de Extremadura
Las comunidades afectadas por el patógeno universalizan los cribados ante la evidencia de que hay más infecciones entre la población de las detectadas por el sistema sanitario
La detección del virus del Nilo Occidental en dos donantes de sangre asintomáticos de la provincia de Badajoz y la tercera muerte del año causada por la enfermedad, también en Extremadura y notificada esta semana por el Ministerio de Sanidad al Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC), son las últimas evidencias de la creciente circulación del patógeno en España. Un incremento que está obligando al sistema sanitario a adaptarse a una dolencia, transmitida por la picadura de mosquitos Culex pipiens, que ya puede considerarse endémica en Andalucía Occidental y Extremadura, entre otras áreas del país. El mayor riesgo, según los expertos, es que los datos indican que España está transitando hacia una situación como la que Italia y Grecia, que desde hace una década sufren cientos de casos graves y decenas de muertes al año.
Los bancos de sangre de las zonas afectadas han empezado a universalizar los cribados para descartar la presencia del virus en todas las donaciones, un paso necesario ante la evidencia de que “hay muchas más infecciones en humanos que las que detecta el sistema sanitario, ya que a los hospitales solo llegan los casos más graves que desarrollan cuadros de encefalitis”, describe Miguel Ángel Jiménez Clavero, investigador del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC). La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) está adoptando medidas similares.
Cuatro de cada cinco personas cursa la infección de forma asintomática —lo que no impide que su sangre resulte contagiosa— y el resto suele desarrollar cuadros clínicos con fiebre, dolor de cabeza y en articulaciones, diarrea y sarpullido, entre otros. En algunos casos, se estima que en hasta el 1% de los infectados, el paciente evoluciona hacia formas graves de afección neurológica que llega a ser mortal. Esto es más frecuente en personas mayores e inmunoderimidas, por lo que es especialmente importante prevenir los contagios a personas que reciben transfusiones de sangre y, por tanto, con problemas de salud.
“Cuando los hospitales empezamos a notar un incremento de ingresos por meningo-encefalitis a causa del virus, es que ahí fuera ya hay miles de infecciones y la circulación comunitaria del patógeno está extendida”, declara José Miguel Cisneros, jefe de servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla). Este centro público fue el que más pacientes atendió en el gran brote registrado en 2020 en Sevilla, Cádiz y Badajoz, que causó 77 casos graves y ocho fallecimientos.
“Por cada cada fallecimiento, hay unos 10 casos de enfermedad grave, unos 500 casos de enfermedad leve y unas 2.000 infecciones asintomáticas. Con estos datos, la circulación del virus en una zona supone un riesgo de transmisión a través de los bancos de sangre y órganos”, añade Jiménez Clavero.
Ha sido fruto de estos cribados que Extremadura detectó en agosto dos infecciones asintomáticas en donantes residentes de la comarca de las Vegas Altas (Badajoz), confirma ahora a EL PAÍS la directora de Banco de Sangre de Extremadura, Esperanza Fernández. Son las primeras identificaciones de este tipo que se producen en España.
“La evolución epidemiológica nos ha obligado a ir cambiando de estrategia. Inicialmente, se excluye como donantes a las personas que hayan estado en los 28 días anteriores en zonas endémicas o nuevas áreas donde haya habido casos de fiebre del Nilo. Posteriormente, cuando tuvimos el primer caso diagnosticado en la provincia de Badajoz, empezamos a cribar a los residentes de esta provincia y a los de Cáceres que hubieran estado en ella. La razón de empezar los cribados es que, a medida que surgen nuevos casos, te quedarías sin donantes porque tendrías que excluir a la mayoría. Finalmente, cuando hubo un diagnóstico en Cáceres, universalizamos los cribados en toda la comunidad”, explica Fernández.
El Banco de Sangre de Extremadura recibe de media unas 200 donaciones diarias y los cribados suponen un coste importante, ya que cada prueba molecular adicional para detectar el virus de la fiebre del Nilo —también se hacen de forma rutinaria frente a otros patógenos como el VIH, hepatitis...— tiene un coste de 12 euros, a lo que hay que sumar los gastos de personal, laboratorio...
Cataluña es otra comunidad que ha extendido las pruebas frente a la enfermedad a todos los donantes. “Este año hemos tenido un caso en El Prat de Llobregat [área metropolitana de Barcelona] y evidencias de la circulación en aves. Es una zona muy poblada y con mucho movimiento de personas, así que es imposible acotar las zonas de riesgo”, explica Silvia Sauleda, responsable del Laboratorio de Seguridad Transfusional del Banco de Sangre y Tejidos de Cataluña. Esta comunidad también ha universalizado este verano las pruebas frente a otra enfermedad, el dengue, tras registrar tres casos autóctonos, uno en Cambrils (Tarragona) y dos más recientes en la comarca del Maresme (al norte de Barcelona).
Los protocolos que deben cumplir los bancos de sangre están regulados por una orden ministerial que data de 2016, dentro de cuyas exigencias cada comunidad se va adaptando a la evolución epidemiológica que publica semanalmente el ECDC, los nuevos casos detectados y los antecedentes de cada zona. Los protocolos se activan a finales de junio, coincidiendo con la subida de las temperaturas y el inicio de actividad de los mosquitos. De entrada, se excluyen a los donantes que hayan estado en el último mes en las zonas consideradas endémicas y, a partir de ahí, los bancos van adaptando su estrategia hasta finales de noviembre, cuando el frío interrumpe la actividad de los mosquitos hasta la siguiente primavera.
También lo hace de forma similar la ONT. “El protocolo se activa cada vez que hay un caso fiebre del Nilo u otras dolencias como el dengue en humanos y que implique una zona de riesgo nueva o diferente a las que ya están alertadas en la temporada actual” explica un portavoz. Las pruebas realizadas por la organización no han detectado este año ningún donante positivo.
15 casos en siete provincias
Los hospitales españoles han atendido desde junio una quincena de casos graves de fiebre del Nilo en siete provincias y se han producido tres muertes (una en Huelva y dos en Badajoz), según los datos remitidos por el Ministerio de Sanidad al ECDC. Dos provincias (Sevilla y Badajoz) ya habían registrado casos otros años, mientras Huelva, Cáceres, Valencia, Barcelona y Toledo los han registrado esta temporada por primera vez. Cádiz, Córdoba y Tarragona, en cambio, no han diagnosticado casos en 2023 y sí lo hicieron el año pasado.
El virus de la fiebre del Nilo Occidental recibió este nombre al ser identificado por primera vez en 1937 en el distrito del mismo nombre de Uganda y causó los primeros brotes en humanos en Europa en el Valle del Po (Italia) en 2008 y en el norte de Grecia en 2010. Desde estas zonas, su presencia se ha ido extendiendo por amplias zonas del este y centro de Europa y, en los últimos años, también hacia el oeste del continente. Francia sufre un incremento de casos parecido al español y este año, por ejemplo, se han hecho los primeros diagnósticos en humanos en zonas de la costa atlántica, como Burdeos. En la última década, el virus ha ido alternando años de mayor y menor incidencia, siendo 2018 el que alcanzó las cifras más elevadas, con más de 2.000 casos graves y 180 fallecidos en una quincena de países.
En esta evolución influyen factores como “la climatología anual, cambios ecológicos en el entorno, la extensión de regadíos y fenómenos vinculados a las poblaciones de aves y mosquitos”, explica Jiménez Clavero. El aumento de las temperaturas registrado en los últimos años también influye al extender el número de semanas que los mosquitos encuentran condiciones óptimas para su desarrollo.
Los contagios en humanos se producen cuando, por estas y otras razones, la circulación del virus entre aves y mosquitos se acerca a las zonas más pobladas. La picadura de los mosquitos culex es la principal vía de contagio —entre personas sería necesario el contacto directo con la sangre de la persona infectada— y no existe vacuna ni tratamiento específico, aunque la supervivencia de los casos graves aumenta con las medidas de soporte vital habituales.
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