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Cerrojazo al mítico club gay de Moscú

Cierra Propaganda, templo de música electrónica y fiestas homosexuales en Rusia, tras 27 años de tolerancia. Tras la declaración del movimiento LGTB como “extremista” se han multiplicado las redadas

Imagen de la cuenta de Telegram del club nocturno Propaganda de Moscú.
Imagen de la cuenta de Telegram del club nocturno Propaganda de Moscú.
Javier G. Cuesta

Apenas 300 metros le separan de la sede del temido Servicio Federal de Seguridad —el FSB, el antiguo KGB—, pero el club nocturno Propaganda ha sido durante 27 años, pese a su irónico nombre, un símbolo de la Moscú liberal, de la Rusia abierta al mundo. La capital pasará esta página el próximo 27 de julio, cuando el legendario club moscovita eche el cierre. Llega a su fin no solo uno de los templos de la música electrónica en Rusia, sino también uno de los últimos rincones del país en los que el colectivo LGTBI tenía su propia fiesta. Los dueños dicen que finalizan su aventura “sin motivo alguno”, pero su cierre coincide con el recrudecimiento de la persecución de esta minoría desde que el movimiento LGTBI fue declarado “extremista” por el Kremlin a finales del pasado año.

“Todo son conjeturas, puede que tuviera problemas con el Servicio de Impuestos Federales, puede que hubiera problemas con la ideología que tenía el establecimiento antes. Aún no se sabe qué pasó”, ha dejado caer el presidente de la Federación de Restauradores y Hoteleros de Rusia, Ígor Bujárov, en una entrevista concedida al medio NSN. El portavoz de la restauración en Moscú y propietario de una conocida cadena, Serguéi Mirónov, también negó saber el motivo, pero recalcó que “era uno de los clubes más controvertidos” de la capital.

“Gracias por estos años increíbles. Fue una época verdaderamente mágica, siempre la recordaremos”, dijeron los empleados de la sala de fiestas a sus seguidores a través de su canal en Telegram. “El Propaganda está orgulloso de haberse convertido en una plataforma para la expresión propia y la creatividad. Vuestras sonrisas y vuestra energía nos inspiraron a alcanzar nuevos logros”, enfatizaron en la despedida.

Imagen de la cuenta de Telegram del club nocturno Propaganda de Moscú.
Imagen de la cuenta de Telegram del club nocturno Propaganda de Moscú.

El local, restaurante de día y club de noche, estaba lleno este jueves. Decenas de parejas, algunas de ellas homosexuales, cenaban en sus mesas o tomaban una copa en su barra sin ocultar su relación. En un instante, el lugar se transformó en una discoteca y todo el mundo bailaba house con Outsider y Natali F en la misma mesa en la que pincharon muchos djs de fama internacional que llegaban a Rusia por primera vez desde su apertura al mundo.

“No tengo ni idea, no nos han dicho nada”, respondió con un gesto con los brazos a este periódico uno de los camareros al preguntarle por el cierre del club. El resto tampoco comentó ningún detalle más. Uno de los Dj residentes, Serguéi Timoshiov, también fue parco en palabras cuando comentó el cierre al medio Afisha Daily: “La dirección tomó una decisión. Al parecer ha llegado el momento”.

“Dirán que ha sido por dinero, pero es bastante extraño el cierre. Este club tiene nombre, atrae a mucha gente, es un punto de referencia para los turistas. Es raro, puede haber habido algo detrás con las autoridades”, afirma Andréi acompañado en la barra por Mijaíl, su pareja. “Estamos aquí por nostalgia, veníamos hace 15 años, cuando eramos estudiantes en la universidad”, agrega con un punto de tristeza.

El Propaganda organizaba todos los domingos el evento China Town, una fiesta orientada al público homosexual. Este tipo de fiestas comenzaron a ser perseguidas abiertamente fuera de la cosmopolita Moscú después de que el Kremlin promulgase una ley en noviembre de 2023 que declara “extremista” el movimiento LGTBI. Esta medida fue la culminación de la reforma de la vieja ley “contra la propaganda homosexual” de 2013 que emprendió el Gobierno en los últimos dos años. La prohibición de apoyar a esta minoría delante de niños se amplió a hacerlo en público, incluso delante de adultos, y las autoridades proscribieron el cambio de sexo y las referencias LGTBI en películas y libros, entre otras medidas.

Otro evento marcó también un antes y después en la represión de la escena liberal rusa. Una fiesta privada en Moscú de famosos con la temática “casi desnudos” salió a la luz y los defensores de la guerra pronto pusieron en el punto de mira sus participantes. Uno de los principales señalados por aparecer “vestido” solo con un calcetín sobre los genitales, el rapero Vacío, huyó a Estados Unidos tras recibir una citación de un centro de reclutamiento. Por su parte, la discoteca en la que se celebró el evento, Mutaborg, todavía permanece cerrada y su dueño intentó calmar las aguas regalando unas obras de San Nicolás el Milagroso a la Iglesia del Signo del Icono de la Madre de Dios.

Pronto comenzaron las redadas сontra todo tipo de fiestas privadas, tanto LGTBI como de temática sexual. Un club gay de Oremburgo, Poza, fue el primero en ser llevado a juicio bajo el artículo 282.2 del Código Penal por acoger “actividades extremistas”. La directora de la Liga por un Internet Seguro, Ekaterina Mizulina, anunció orgullosamente la apertura del caso gracias a sus denuncias ante las autoridades. Según el canal de noticias Ostorozhno, Novosti, el local había sido el blanco de varias redadas antes en las que fueron incautados equipos y bolsas con ropa de mujer y pelucas.

Otros locales y fiestas sexuales privadas también fueron antes blanco de las autoridades. Por ejemplo, la policía de Ekaterimburgo y otros organismos de seguridad realizaron en febrero “una redada preventiva, planificada y de rutina” contra el evento BDSM Blue Velvet con el objetivo de “estabilizar la situación operativa en la ciudad”, según declaró el portavoz del Ministerio del Interior de la región, Valeri Gorelykh. Unas 270 personas participaban en el evento en el momento de la intervención policial. Los que fueron cacheados contra la pared fueron reducidos en el suelo con las manos en la nuca.

Una multinacional dedicada a la organización de fiestas de temática sexual, Kinky Party, puso fin a su actividad en Rusia en febrero por este enorme riesgo. “Recibimos una advertencia del Gobierno de que es imposible celebrar nuestras fiestas en el formato anterior. Si bien nuestros eventos siempre han cumplido con la ley y han tenido como objetivo crear un ambiente seguro y respetuoso con la libre expresión, hemos sido advertidos de que cualquier evento relacionado con temas sexuales no está permitido”, lamentó la empresa a través de un comunicado días antes de celebrar su octavo aniversario en Rusia.

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