Los desarrolladores de coches inteligentes mantienen la apuesta tras el accidente mortal de Uber
Las empresas tecnológicas de dispositivos de conducción afirman que evitarían más del 50% de los accidentes
Los desarrolladores de coches inteligentes mantienen la apuesta tras el accidente mortal del vehículo autónomo de Uber en Tempe (Arizona), en el que falleció una mujer este lunes. Aseguran que más de la mitad de los atropellos actuales, salidas de carril y colisiones frontales se evitarían con los sistemas actuales de ayuda a la conducción. En el caso de EE UU, aseguran que era inevitable por la falta de visibilidad y la supuesta imprudencia de la víctima. Pero están dispuestos a perfeccionar unos sistemas sobre los que consideran que no hay marcha atrás.
El accidente, el primero con atropello mortal, ocurrió cuando el vehículo se encontraba en modo autónomo y con un piloto en el asiento del conductor, una medida que no es exigible en Arizona, aunque sí en otros Estados, como en California.
La autoridad norteamericana de tráfico (National Transportation Safety Board) ha enviado a un equipo a analizar las circunstancias del siniestro y la “interacción del coche con el entorno, otros vehículos y usuarios vulnerables, como peatones y ciclistas.
Por el momento no se ha determinado si el siniestro se ha debido a un fallo tecnológico de los sensores, que no identificaron a tiempo la presencia de la mujer, o si fue inevitable por las circunstancias de falta de luz, visibilidad o la presencia de algún objeto que impidió el trabajo de los sistemas de detección.
Elías Izquierdo, director de Mobileye, una empresa de Intel dedicada a dispositivos inteligentes de ayuda a la conducción, defiende que los “sistemas de seguridad no causan accidentes, sino que los evitan” al funcionar como elementos de aviso y prevención. Pero advierte que los implantados actualmente no deben ser considerados como sustitutos del conductor. “Sirven para lo que están diseñados, para ayudar”.
Izquierdo defiende que estos sistemas, de haber estado implantados en todos los vehículos que circulan en España, habrían evitado un 54% de las colisiones frontales, un 58% de los atropellos y un 68% de las salidas de carril, según un estudio avalado por la Dirección General de Tráfico. En total, 51.000 siniestros.
Esta cifra, comparada con el único atropello mortal registrado por un vehículo autónomo y la muerte de un conductor en 2016 por la colisión de un Tesla Model S, hacen pensar que el siniestro de Tempe no debe condicionar el desarrollo de una tecnología que avanza mucho más rápido que el sector del automóvil a la hora de incorporar de serie los sistemas de seguridad. En la actualidad, menos de un 30% de los vehículos de España circulan con la tecnología de asistencia que convierten a los coches en parcialmente inteligentes.
Izquierdo asegura que la incorporación de sistemas inteligentes ya se ha impulsado en otros países, como Israel, donde son obligados para los vehículos de más de 3,5 toneladas y en autobuses. El resultado desde el comienzo de los incentivos, en 2012, ha sido una reducción de entre un 12% y un 15% de los accidentes.
Defienden que son mucho más fiables que las personas a la hora de conducir, ya que el factor humano está detrás del 93% de los siniestros, según datos de la DGT. Por esta razón, los desarrolladores de coches con avanzados sistemas de seguridad creen que la carrera es imparable, pese al mediático accidente de Arizona. Para impulsarlo, defienden la creación de una legislación y un sistema de incentivos que los generalice y abarate su implantación en los vehículos.
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