Los memes son una herramienta fundamental para las comunidades extremistas y para teorías de la conspiración
Un estudio identifica el lenguaje de internet simplificado en una imagen con texto como una fórmula básica de representación de la visión del mundo de los colectivos abonados al bulo

Los memes no son un simple juego de imagen y texto con más o menos ironía o gracia. Según el Instituto para la Seguridad y el Comportamiento Digital (IDSB por sus siglas en inglés) de la Universidad de Bath, constituyen el principal “lenguaje de internet para comunicar narrativas en formatos simples compartibles”, “representaciones culturales” que aúnan e implican a los colectivos. Pero esta popular herramienta de comunicación no es inofensiva. De acuerdo con un estudio de la institución británica, publicado en Social Media y Society, para las comunidades más extremistas y seguidoras de la teoría de la conspiración, son fundamentales para compartir y difundir “su visión del mundo”, reforzar los vínculos y transmitir engaños. Lobos con piel de cordero en la comunicación en línea.
Para la profesora de comunicación y periodismo en la Universidad Hebrea de Jerusalén Limor Shifman, autora de Memes en la cultura digital (MIT Press), estas creaciones son “unidades de cultura que se difunden de persona a persona y reflejan las mentalidades sociales generales de una manera accesible y emocionalmente resonante”. Esta característica de mensaje de digestión rápida tiene especial relevancia, según la investigación del IDSB, en las comunidades donde bullen las teorías conspirativas, “donde los usuarios sienten que están interactuando con otros como ellos, como pensadores alternativos de ideas afines”.
“Estas comunidades atribuyen los acontecimientos sociales a complots ocultos y al poder manipulador de una élite en la sombra. Al revelar ‘lo que realmente está pasando’, los miembros se posicionan como una minoría ilustrada, en marcado contraste con la mayoría desinformada de la población en general”, explican los investigadores.
Y en ese contexto donde los memes muestran su mayor eficacia: “Dada su capacidad para destilar y comunicar narrativas, es probable que desempeñen un papel importante reflejando y, por lo tanto, reforzando los entendimientos colectivos o la visión del mundo conspirativa de los miembros de la comunidad”.
Emily Godwin, autora principal del trabajo, detalla esta conclusión: “Los memes juegan un papel importante en el refuerzo de la cultura de las comunidades de teóricos de la conspiración en línea. Los miembros gravitan hacia los memes que validan su visión del mundo conspirativa y se convierten en una parte importante de su narración. Su formato simple y compartible permite la rápida propagación de creencias dañinas”.

Al contrario de lo que cabría imaginar, su capacidad de transmisión no depende de su originalidad, sino todo lo contrario. De hecho, durante la investigación, se identificaron los 20 más utilizados, entre los que destacan PNJ o Wojak (una representación básica de una persona casi sin rasgos), Soyjaks contra Chads (dos hombres enfrentados), Lisa Simpson en la pizarra, una mujer gritando a un gato o el archiconocido de un hombre que se da la vuelta para mirar a una mujer mientras camina del brazo con otra. También se repiten los roles atribuidos a los personajes y las representaciones culturales, que se resumen en una élite engañosa, egoísta y sombría que manipula al resto, una mayoría ilusa y desinformada y la superioridad del grupo como “minoría ilustrada y comprometida con el libre pensamiento y la investigación independiente”.
Estas representaciones no solo multiplican el mensaje, sino que tienen un efecto añadido de elemento cohesión. Así los explica Godwin: “Los temas generales crean un marco general de entendimiento que guía a los miembros a través de conversaciones sobre preocupaciones colectivas. Debido a esto, actúan como un bálsamo para los desacuerdos que surgen, reduciendo la posibilidad de fractura por diferencias menores. Esta cohesión permite que ideologías peligrosas echen raíces y florezcan”.
Otra misión de estos mensajes es atraer a nuevos miembros adeptos, según explica Brit Davidson, profesor asociado de análisis en IDSB y coautor del estudio: “El humor de los memes es, probablemente, un factor clave para atraer nuevos miembros a estos grupos, incluidas personas que pueden desconocer el contexto completo y el impacto de la desinformación”.
Las personas más vulnerables ante la desinformación disfrazada de memes son las crédulas, que presentan menos capacidad de reconocer falsedades, y los desconfiados, que son “más susceptibles al pensamiento conspirativo”, según un estudio publicado en PLOS Global Public Health por Michal Tanzer y equipo del University College de Londres.
De acuerdo con Tanzer, el principio básico es un concepto que denomina “confianza epistémica” que es la predisposición para considerar significativo y generalizable a otros contextos lo que otros comunican. Este modelo de confianza elude los necesarios procesos de verificación y actualización. Chloe Campbell, coautora del estudio y de la misma institución, advierte que estas condiciones afectan no solo a la capacidad de resiliencia psicológica de las personas, sino también al funcionamiento social.
Esa confianza ciega sobre lo comunicado lo pone también en evidencia en Nature Human Behavior un equipo de la Universidad Estatal de Pensilvania en un análisis de más de 35 millones de publicaciones durante tres años en Facebook, aunque los patrones hallados se repiten en otras redes. Los investigadores encontraron que alrededor del 75% de los contenidos se comparten sin que el redifusor consulte siquiera el enlace incluido. Los contenidos políticos extremos, tanto de derechas como de izquierdas, se redistribuye de esta forma más que los temas neutrales.
“Fue un hallazgo sorprendente y aterrador que, más del 75% de las veces, las publicaciones en Facebook se compartan sin que el usuario haga clic primero”, comenta S. Shyam Sundar, autor principal del trabajo y profesor de la Universidad de Pensilvania. “Había asumido que, si alguien compartía algo, lo leía y lo pensaba, que estaba apoyando o incluso defendiendo el contenido. Se podría esperar que tal vez algunas personas compartan ocasionalmente contenido sin pensarlo bien, pero ¿por qué la mayoría de las redifusiones son así? “.
El propio Sundar aporta una explicación: “La razón por la que esto sucede puede ser porque las personas simplemente son bombardeadas con información y no se detienen a pensar en ella. En un entorno así, la desinformación tiene más posibilidades de volverse viral”.
“El estudio explora los procesos sociocognitivos asociados con dos de los problemas más urgentes de la salud pública mundial en la era digital contemporánea: la alarmante difusión de noticias falsas y la ruptura de la confianza colectiva en las fuentes de información. Nuestra investigación busca explorar los posibles mecanismos psicológicos que trabajan en la configuración de las respuestas de los individuos a la información pública”, señalan los autores.
La investigación incluyó datos del servicio de verificación que Meta ha suprimido en Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la presidencia. Se identificaron 2.969 enlaces vinculados a contenido falso que se compartieron más de 41 millones de veces, sin que se hiciera clic en ellos.
Los trabajos abundan en las formas y repercusiones de la comunicación digital y, aunque los investigadores de la Universidad de Bath se han centrado en el meme y los de Pensilvania en Facebook, el equipo británico admite que el campo de la expresión digital es muy amplio y consideran añadir a los trabajos investigaciones sobre el papel que juegan los emojis, los hashtags, los rituales en línea y la jerga específica de una comunidad concreta, los ingredientes de la cocina de la desinformación.
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