Bienvenido, míster Cao
‘American Factory’, producida por los Obama, muestra la cara oculta del maná inversor chino
La política parece burlarse de nosotros: tenemos a tres septuagenarios disputándose la Casa Blanca y a Barack Obama jubilado a los 58 años, dedicando su tiempo libre y el dinero que ganó con sus memorias a producir, junto a su esposa Michelle, documentales como el que se llevó el Oscar: American Factory.
Otra ironía: el presidente que fue adalid de la globalización nos alerta de sus efectos más nocivos. La película, en Netflix, cuenta qué ocurre en Dayton (Ohio), en el frío y deprimido Medio Oeste de EE UU, cuando cierra la General Motors y llega en su lugar un fabricante chino de parabrisas, Fuyao. La inversión es maná para una ciudad desesperada y el nuevo patrón, el milmillonario Cao Dewang, es recibido como un mesías. Pero...
Los equipos de Ohio enviados a China a conocer los dominios del amo Cao se sienten marcianos en medio de las manifestaciones de culto a la compañía y sumisión absoluta. Y los nuevos jefes chinos en Ohio no tardan en mirar a los empleados locales como vagos aferrados a sus turnos y sus derechos, desleales con los sagrados objetivos, merecedores de ser sustituidos por robots.
El apellido Obama debió ayudar a abrir puertas: nada deja de ser grabado. El propio Cao y sus gerentes, por ejemplo, no disimulan ante las cámaras su empeño en reprimir el sindicalismo. Así que vemos en toda su crudeza algo más que un choque de culturas. Lo que está en el punto de mira son las conquistas que en Occidente costaron dos siglos de huelgas, sudor y lágrimas.
Cuentan que la película hace furor en China, pirateada porque no hay Netflix. Y que alienta el debate de por qué, en vez de exportar su modelo laboral, no asumen algo del occidental. Será si los robots no acaban con ambos, claro.
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