Mediaset pondrá fin a ‘Sálvame’ el próximo 23 de junio
El espacio, que acaba de cumplir 14 años, fue buque insignia de Telecinco y todavía lideraba las tardes televisivas
Justo cuando acaba de cumplir 14 años, Sálvame, buque insignia de Telecinco y uno de los espacios que ha vertebrado durante años la programación de la cadena de Mediaset, llega a su fin. Según ha adelantado El Mundo y ha podido confirmar EL PAÍS, el programa presentado por Jorge Javier Vázquez tiene los días contados. Será el viernes 23 de junio cuando emita por última vez.
Aunque sus datos de audiencia han descendido en los últimos años (en 2022 promedió 1.215.000 espectadores y un 13,2% de cuota de pantalla, muy lejos de los casi dos millones que lo seguían de media cada día en 2011 y el 18,1% de cuota que lograba —si bien eran otros tiempos para las audiencias televisivas—), el final del programa llegará cuando todavía es líder en la mayoría de las tardes. Sin embargo, tras la salida de Paolo Vasile del grupo de comunicación el pasado 1 de enero, el cambio de rumbo de la nueva cúpula, encabezada por su presidente, Borja Prado, y por el consejero delegado, Alessandro Salem, había sido patente, y este será el golpe de efecto más evidente en esa nueva dirección.
El formato ya había perdido presencia en las tardes de Telecinco en diciembre de 2022 con la llegada de dos concursos a partir de las 19.00 (25 palabras y Reacción en cadena) y el paso del último fragmento del programa a Mitele Plus, la plataforma de pago de Mediaset. Además, el nuevo código ético del grupo de comunicación incluyó cambios que parecían hacer referencia directa tanto al programa como a sus presentadores y colaboradores. Entonces, desde La Fábrica de la Tele, productora del espacio, se aseguró que no se veían esos cambios como un ataque al formato o que pudiera estar en peligro, sino que algunos de ellos habían sido solicitados por los responsables del propio Sálvame.
Entre los cambios que introdujo la ampliación del código ético de Mediaset se encontraba la prohibición de que los presentadores o colaboradores de programas de entretenimiento (como es el caso de Sálvame) emitieran opiniones o comentarios políticos. Tampoco se permitía atacar o criticar a otros espacios de Mediaset, a sus presentadores o colaboradores. Además, desde la dirección del grupo se invitó a evitar hablar de determinados personajes que hasta entonces habían sido algunos de los protagonistas de las tertulias de Sálvame y otros programas, como Rocío Carrasco, Kiko Rivera, Bárbara Rey o José Ortega Cano.
La prohibición de hablar de asuntos políticos no afecta, sin embargo, a espacios como El programa de Ana Rosa, que incluyen tertulia y una fuerte carga política. Precisamente Quintana es quien apunta El Mundo como la sustituta de Sálvame en las tardes de Telecinco. Su productora, Unicorn Content, es la responsable, además, de Fiesta en las tardes de los sábados y domingos de Telecinco, más enfocado en el entretenimiento, a diferencia del programa matinal.
Cuando se anunciaron los cambios en el código ético, y como pudo saber EL PAÍS, Óscar Cornejo, uno de los responsables de La Fábrica de la Tele, productora del formato, acudió a la redacción del programa para reconocer delante del equipo el valor del espacio e invitarles a seguir trabajando sin miedo pese a los cambios en el grupo de comunicación.
Recientemente, el espacio se había visto salpicado, además, por la llamada Operación Deluxe, que investiga la posible filtración a uno de los colaboradores del programa de datos confidenciales sobre decenas de famosos.
Se desconoce el destino de Jorge Javier Vázquez tras el final del programa del que era el principal presentador. Como explicó él mismo en una reciente entrevista en La 2, su contrato con Mediaset seguirá vigente hasta 2025, por lo que todavía podría encargarse de otros formatos. Ahora está al frente de Supervivientes, uno de los realities estrella de la casa.
Un formato propio
En sus casi tres lustros de existencia, Sálvame ha inventado un género nuevo, lo que algunos analistas televisivos han definido como un neoreality. Lejos de las habituales tertulias en las que los colaboradores opinan sobre acontecimientos o noticias externas, Sálvame se transformó en un reflejo de la vida de sus participantes. Lidia Lozano, Belén Esteban, Kiko Hernández, Kiko Matamoros, Rosa Benito... sus vidas y su forma de ser eran los protagonistas de un formato que se extendía durante horas y que generaba dinámicas internas. En Sálvame se podía ver a los colaboradores merendar, llorar, reír, disfrazarse, recibir mensajes y llamadas en directo. Los pasillos de Mediaset eran una extensión más de su plató. Fueron inventando un formato nuevo en tiempo real ante los ojos de los espectadores.
El fallecimiento de Mila Ximénez en 2021 fue uno de los golpes más duros que sufrió el programa. La periodista y colaboradora era uno de sus pilares fundamentales y algunos analistas televisivos señalaron su muerte como un punto de inflexión en el formato. Otro momento crítico llegó con el despido de Paz Padilla, hasta entonces una de las principales conductoras del programa, por “incumplimiento de su obligación como presentadora”. Meses después, el grupo de comunicación y la humorista retomaron su relación laboral, aunque no ha regresado a Sálvame.
Por sus características distintivas, Sálvame se convirtió pronto en columna vertebral de un modelo de televisión impulsado por Paolo Vasile que tenía en su centro la televisión en directo y la creación de un microcosmos propio, con personajes y tramas que surcaban todos los programas y cadenas del grupo. En Sálvame y otros programas de Mediaset se generaba contenido e incluso creaban personajes propios que más tarde podían saltar a otros espacios del grupo, en una televisión que se retroalimentaba y que durante años fue líder de audiencia en España.
Sin embargo, el modelo de televisión de Mediaset empezó a mostrar sus grietas cuando hace ahora 18 meses Antena 3 le arrebató el liderazgo de audiencias. El propio Vasile explicaba así a EL PAÍS la pérdida del trono: “Esto tiene dos explicaciones: un ciclo muy largo de liderazgo y el desgaste de programas, que es inevitable”.
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