Luces y sombras de la fama con los protagonistas de ‘Un paso adelante’: “Antes se castigaba el éxito”
La serie cambió la vida de Beatriz Luengo, Mónica Cruz y Miguel Ángel Muñoz. Dos décadas después retoman sus personajes en ‘UPA Next’ y recuerdan cómo vivieron aquella explosión de popularidad
Entre Un paso adelante (2002-2005) y UPA Next (estreno este domingo en Atresplayer Premium con los dos primeros episodios, seguidos de uno nuevo cada semana) no solo han transcurrido 20 años. También ha pasado casi una vida entera para sus protagonistas. La fama que alcanzaron Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 39 años), Beatriz Luengo (Madrid, 40 años) y Mónica Cruz (Alcobendas, Madrid, 46 años) —Pablo Puyol participó de ese estrellato, pero no repite en la nueva serie— fue de esa que lleva a alguien a ver su rostro en las carpetas de los estudiantes en el instituto. La serie se emitió en más de 50 países y arrasó en algunos de ellos.
Ahora, Luengo, Cruz y Muñoz vuelven a interpretar a Lola, Silvia y Rober. Lo hacen con la experiencia y madurez que dan los años y con un arsenal de vivencias a su espalda. En la nueva producción de Atresmedia Televisión, en colaboración con Globomedia, los que fueran los antiguos alumnos de la academia Carmen Arranz son ahora los profesores de una nueva generación de aprendices de bailarines. Sobre el salto a la fama, la gestión del éxito y el vértigo posterior hablaron con EL PAÍS a mediados de marzo en la sede de Atresmedia en Madrid.
Pregunta. Han pasado casi 20 años desde que se despidieron de los personajes con los que ahora se reencuentran. ¿Cómo han evolucionado Lola, Silvia y Rober?
Mónica Cruz. Han madurado, que no todo el mundo lo hace. Estoy feliz de haber vuelto a Silvia desde la experiencia de los años, ahora con otras responsabilidades para ella, como es llevar una escuela y coger el relevo de Carmen Arranz. Enfrentarnos a la serie siendo madres Bea [Luengo] y yo, con todo lo que hemos vivido, hace que tengas muchas más cosas que aportar.
Beatriz Luengo. Hace 20 años ser parte del grupo UPA Dance fue algo inesperado para mí, me lo contaron como la banda sonora de la serie, con un disco para los fans, pero nunca supe que íbamos a sonar en la radio, hacer gira… Cuando explota y nos vemos cantando esas canciones de la serie, me afectó por mi lado músico. Pensé, qué pena no haber aprovechado la plataforma tan maravillosa que es la serie para contar música desde un punto de vista más personal. En esta nueva etapa fue muy bonito hablar con Mediapro y que me preguntaran qué podía aportar. Me han dejado componer para mi personaje.
Miguel Ángel Muñoz. Rober es el personaje que quizá menos ha evolucionado a nivel emocional. Lo hablamos con el equipo, decían que estuviera tranquilo, que el personaje iba a ser muy interesante y evolucionaría, y yo les dije que no se complicaran la vida, que tenía que tener una trama interesante, pero que como espectador quería ver al Tito Rober, y si es un tipo serio que no es sarcástico y no es arrogante a ratos, incómodo e inoportuno, me iba a divertir menos. Y eso está.
P. ¿Pusieron alguna condición para participar en UPA Next?
M. C. No. Cuando llegué a la reunión ya me habían dicho lo de ser directora, pero yo les iba a decir que quería ser una directora en activo, y bailar y dar clase de ballet. Y ellos estaban en las mismas. Aparte se han prestado a escucharnos mucho, me dieron mucha libertad a la hora de cómo se da una clase, cómo te manejas, cómo te comunicas.
B. L. Nos han escuchado mucho y a lo mejor me he metido en cosas que no me tenía que meter. Hablamos incluso de que los bailarines no tuvieran el estereotipo de talla, sino que se pudiera ver como en las clases de baile de hoy en día, bailarines fuera de esa talla típica. Y en los casting de los chicos nuevos, tenía miedo de que cogieran influencers, gente con muchos seguidores en TikTok, que no mantuvieran la esencia del casting abierto nuestro. Fue maravilloso porque era muy difícil para mí acceder a una película o serie, y el casting de la serie fue muy democrático.
M. Á. M. Condición de estrella, ninguna. Pero a diferencia de mis compañeras, yo no tenía nada claro volver a interpretar un personaje que había hecho hacía 20 años y con el éxito que tuvo la serie. Para convencerme tenía que ser un proyecto nuevo y que mereciera la pena, que realmente quisiera estar dentro de él aunque no se llamara UPA Next. Se dieron un tiempo de escritura y llegué a tener hasta los cinco primeros guiones, y era imposible decir que no.
P. ¿Qué consejos han dado a la nueva generación de la serie?
B. L. Te preguntan mucho. Yo tengo necesidad de decirles que lo sientan, que lo vivan. Siento que tuve pocos consejos para lo importante que fue para mí. Mi familia intentaba normalizar todo, y ahora me doy cuenta de que me hubiera encantado que alguien me hubiera sacudido y me hubiera dicho, “niña, despierta, esta oportunidad es algo que nunca vas a olvidar y te va a marcar la vida”. En ese momento no lo veía así, era trabajo, una experiencia más. Ahora lo veo a distancia y han venido muchas cosas importantes en mi vida, pero nada tan importante como esto que me cambió mi vida completa.
M. C. A veces me paro a pensar y fue un proyecto que nos cambió la vida. Todo lo que vino después, vino por eso.
B. L. Hoy en día la gente vive los éxitos sin complejos. Lo muestras y nadie se acompleja por eso. En nuestra época había un cierto castigo al éxito y te quitaba muchos trabajos. Había mucho estigma de que si hacías tele, no hacías cine; si eras bailarín, no eras actor. Ahora todo es mucho más relativo, hay menos etiquetas, menos prejuicios. Me ha hecho el carácter que tengo hoy, pero ser cantante, bailarina y actriz me pesó en que intentaba hacer proyectos como actriz y te decían, “¿pero no eras bailarina?”, o “¿no eras cantante?”.
M. C. Sí, eso menos mal que ha cambiado. A mí me costó asimilar, porque yo no tenía pensado hacer nada de interpretación, mi vida era el baile. Y verme ahí, en una serie con éxito… Con el tiempo me di cuenta de que era seguir desarrollando mi profesión, que es la danza, donde contaba algo con el cuerpo, una interpretación no verbal. Pero antes sí, o cantabas, o bailabas o actuabas. Junto era imposible. Perdías credibilidad.
P. ¿Cómo vivieron la explosión de fama que les trajo la serie?
B. L. Yo fui consciente realmente en las giras. Era como estar en una nube, era tan loco… Creo que hubiera necesitado más apoyo para entender lo que me estaba pasando. Empecé la serie con 18 años, y por mi timidez, era más para adentro que el resto. La manera que tenían mis padres de ayudarme era que, cuando estábamos en casa, habláramos de otra cosa para que yo no le diera importancia. Pero yo no tenía un momento de desahogo, de decir, me está pasando esto. Es angustioso no poder salir a la calle sin maquillar o la sensación de que la gente tiene una expectativa de ti, porque en la ficción todos somos perfectos, pero en la realidad, la gente me decía, “anda, pero si es muy pequeña, si es una enana”, y me afectaba mucho. Con el tiempo entendí, y eso es una gran lección que me llevo, que en realidad lo que le choca a la gente no es que les decepciones, es que tienen una visión de lo que tú eres distorsionada.
M. Á. M. Yo lo viví con mucha alegría y lo gestionaba como podía. Había hecho un par de proyectos de bastante éxito, Compañeros, Al salir de clase, y había vivido los fans en la calle, firmar autógrafos… Pero esto fue muy grande, se mezcló el éxito de una serie de máxima audiencia con el éxito de un grupo de música juvenil que llenaba estadios. Quizá lo más complejo era la vida personal.
M. C. Los paparazzi persiguiéndonos a toda velocidad, con un miedo que pasábamos increíble…
M. Á. M. De momentos complicados recuerdo contestar a preguntas de la prensa por temas personales, que si esta señorita [Mónica Cruz] y yo éramos pareja o no...
M. C. Yo venía de la época de Joaquín Cortés, y de bailar cada día para 10.000 personas o en Radio City Music Hall en Nueva York… y así durante siete años. Aprendí con él todo lo que sé de baile, me dio la oportunidad de pisar los mejores teatros del mundo, pero era Joaquín el responsable de todo. Y aquí éramos nosotros, y aun teniendo mucho callo de subirme a un escenario con mucha gente, asusta. Pero si eres artista y te gusta, tiras para adelante. Y también está la inconsciencia de los 20 años. Con la edad, te planteas más las cosas y te vuelves más miedosa.
P. La serie terminó y luego vendría el abismo, pasar de estar en lo más alto a luchar cada uno por su lado. ¿Sintieron ese vértigo?
M. Á. M. Por suerte, han pasado más de 20 años y los tres estamos trabajando, no hemos hecho la serie porque no tuviéramos otra cosa que hacer, sino porque merecía la pena el proyecto. Yo no he tenido un parón largo. Inmediatamente después de hacer la serie estaba subido a un escenario y de ahí a cosas diferentes. Quizás sí que estaba aquello de qué pasaba con el personaje. Había sido una serie de mucho éxito, y en ese momento me quería quitar al Tito Rober de encima. Los trabajos que escogí, dentro de las opciones que tenía, intenté que fueran lo más opuestos posible al perfil del personaje. Ahora me doy cuenta de que ni siquiera eso era importante, que la vida te va poniendo cosas en el camino y por mucho que quieras llevar una dirección, te lleva por el sitio que menos te esperas. Cuando llego a Un paso adelante llevaba ocho años trabajando y no estaba en mis planes ponerme a bailar y cantar, y tampoco estaba en mis planes cocinar o dirigir un documental.
B. L. Para mí fue muy difícil, porque de la misma manera que no creo que nadie fuera a ver a Miguel Ángel al teatro para pedirle Morenita, yo empecé mi carrera como cantautora con un disco que nada tenía que ver con la serie y llegaba a los conciertos y me pedían Sámbame, y yo no soy Sámbame, nunca he cantado Sámbame y nunca lo cantaré. La serie fue maravillosa, pero esas canciones no son yo, son mi personaje. Cuando la serie apagó las luces, con ella se iban las canciones también. Pero venía gente a verme y me pedían Sámbame. Tuve que irme a vivir a Francia, empezar de cero, y allí me fue muy bien, pude firmar con un sello pequeño y me facilitó mi carrera en Europa mucho más que en España. Volví y seguía teniendo el peso de Sámbame. No era una guerra con la serie, estaba tan orgullosa y feliz de la serie. Pero Sámbame no era una canción que había elegido para mí como músico. Me tuve que volver a ir a EE UU… Me ha tocado empezar de cero muchas veces. No me quejo, lo digo desde la sinceridad. No me arrepiento de todas las veces que he tenido que empezar de cero, me han hecho más fuerte. ¿He tenido que demostrar con más fuerza que soy compositora? Sí, componiendo para otros, porque cantando mis propias canciones no me daban el valor suficiente. He tenido que coger un camino más largo para llegar a donde estoy hoy, pero estoy feliz, y si volviera a nacer volvería a transitar por ahí.
P. Hablábamos de dar consejos, pero ¿cuál es el mejor consejo que les han dado en sus carreras?
M. C. Yo tengo una retahíla, de todos mis maestros. Luego tengo la educación que nos han dado mis padres y luego el ejemplo de mi hermana mayor [Penélope Cruz] en casa, toda su trayectoria, siempre es un referente.
M. Á. M. Un consejo muy práctico. Paco Rabal decía [imita su voz], “nos pagan por esperar”. Yo tenía 10 años y estaba inquieto por cuándo grabábamos. Y él estaba encantado, se leía su periódico, se tomaba su manzanilla, se echaba su siesta, y nunca metía prisa. Con ese ejemplo, siempre me he gestionado muy bien el tiempo trabajando.
B. L. Ricky Martin, en un momento en el que seguramente necesitaba escuchar eso, me dijo, “¿cómo le vas a devolver al mundo la suerte que tienes de tener una voz? Tienes que devolver al universo, como si fuera una semilla, la suerte que tienes de tener esa voz”. A partir de ese momento entendí que, sin prejuicios y sin miedo, quería ser una voz para las cosas que siento de manera firme, sin importar lo que los demás pensaran.
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