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¿Cómo se reparten los puntos del televoto en Eurovisión?

Un total de 15 países, incluido España, dieron la máxima puntuación del voto popular a la representante de Israel

Eurovision
La delegación israelí acompaña a la cantante Eden Golan durante las votaciones de Eurovisión 2024.Leonhard Foeger (REUTERS)
Héctor Llanos Martínez

Para repartir los puntos procedentes de la audiencia de cada país, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) computa los votos de sus espectadores, recogidos por varias vías (llamada telefónica, mensaje de texto o internet). Luego, elabora un ranking con las canciones más votadas en esa nación y puntúa a las 10 primeras.

A partir de ahí, los puntos se ordenan como se hace con el jurado profesional. La propuesta con más apoyos obtiene los 12 puntos de ese país. La segunda clasificada se queda con 10 puntos. A la tercera se le suman 8 puntos a su marcador. Y se completa la lista con los 7, 6, 5, 4, 3, 2 y 1 puntos. El resto de candidatos a partir del puesto 11 de esa lista que queda con 0 puntos.

Ese proceso se repite en 38 ocasiones, los 37 países participantes en Eurovisión 2024 más la recopilación de puntos procedentes del resto del mundo, que computan como un país adicional. Al final de la noche, cuando se han anunciado las votaciones de cada jurado, se muestran de golpe la suma de puntos de cada país, lo que genera sorprendentes cambios en la tabla de clasificación e incrementa la emoción de momento.

¿Por qué Israel ha logrado los 12 puntos de la audiencia española y de muchos otros países?

La respuesta corta es por haber logrado una mayor concentración del voto. La explicación más larga comienza recordando que en cualquier otra convocatoria que invoque la participación popular, ya sean unas elecciones o un programa de telerrealidad, existen patrones de voto, a menudo influenciados por factores externos al tema a decidir. Por mucho que los responsables del festival de Eurovisión repitan una y otra vez que el suyo es un evento apolítico, en algunas ocasiones la política se mezcla con esa intención de voto de la audiencia.

Un ejemplo claro de ello fue el de la edición 2022, en la que ganó Ucrania gracias principalmente al apoyo de los espectadores. Un factor importante para que el Stefania de Kalush Orchestra se llevara la victoria final fue que Ucrania suele gustar en el Eurovisión reciente. Desde que se incorporara a la competición en 2003, ha sido una gran potencia en el certamen, antes incluso de la invasión. Ya ganó en el año 2004 y volvió a hacerlo en 2016 con Jamala, cuyo tema 1944 hacía clara referencia a Crimea. En estos años ha conseguido colarse siete veces en el podio y ha sido top 5 casi la mitad de las veces que ha participado. Pero, el factor determinante que le hizo ganar en 2022 fue la corriente general de solidaridad con una nación atacada, pocos meses después de que comenzara la invasión de Rusia en su territorio.

Eurovision 2023 Liverpool
Kalush Orchestra, el grupo ucranio que venció en Eurovisión en 2022.Luca Bruno (AP)

Como decíamos el año pasado, Eurovisión se basa en el relato. Quien logra colarse en la conversación global, haciendo que la historia detrás de una simple intervención musical de tres minutos sea entendida casi de inmediato por espectadores de muchos países distintos, logra que muchos votos se concentren en su apuesta. Lo hizo Dana Internacional, la primera mujer trans en pisar el escenario de Eurovisión, volvió a hacerlo Conchita Wurst desafiando los roles de género y también lo consiguió un Salvador Sobral que combatía la enfermedad con música.

Este año, los titulares de los medios de comunicación en torno al festival se han centrado en su gran mayoría en la división social que ha generado la presencia de Israel en el certamen, tras su controvertida actuación en Gaza en los últimos meses. Eso ha hecho que muchos espectadores a favor o en contra de Israel que ni siquiera siguen Eurovisión se hayan sentido interpelados por este debate y hayan decidido organizarse para mostrar (en forma de voto eurovisivo) el apoyo o el rechazo a Israel sin tener en cuenta la calidad de la canción Hurricane ni de su cantante Eden Golan.

Cuando la joven de 20 años salió al escenario este sábado, millones de personas conocían la historia detrás de su canción. Mientras, entre buena parte de la audiencia las propuestas de Bélgica o Malta, por poner dos ejemplos de países que no lograron el apoyo popular suficiente para sobrevivir a las semifinales, habían pasado por completo desapercibidas para la opinión popular. Y Eurovisión es un concurso en el que se vota en positivo en vez de en negativo. Generar reacciones en la audiencia, aunque muchas de ellas sean negativas, suele favorecer en el voto popular porque se las positivas se registran de forma directa y si convierten en puntos.

¿Cómo fue la secuencia de hechos que provocó esa concentración del voto para Israel?

Un ejemplo de cómo ese debate ideológico saltó a Eurovisión es este mensaje en redes sociales que compartió este sábado Pilar Rodríguez Losantos, presidenta no ejecutiva del medio cercano a la extrema derecha OK Diario. Mostró a sus seguidores que acababa de invertir más de 20 euros en enviar 20 votos (los máximos posibles por cada terminal telefónico) a la propuesta de Israel. Y les invitó a que hicieran lo mismo de forma masiva.

eurovision 2024
Baby Lasagna, representante de Croacia, en la primera semifinal de Eurovisión.JESSICA GOW (EFE)

Israel se había clasificado este jueves en la semifinal, en una ronda en la que solo podía votar el público y no el jurado profesional. Eso alertó a muchos seguidores tanto a favor como en contra de la presencia de Israel en el festival. Y así se polarizó la intención de voto. Un mensaje en redes que aseguraba que la cadena RAI italiana había filtrado por error los votos recibidos en esa semifinal disparó todavía más esa polarización. Aunque la UER sigue sin dar como válidos esos datos, el hecho de que Israel concentrara en ese ranking el 39% de los votos frente al 7% de la siguiente opción más apoyada disparó de inmediato a Hurricane en las casas de apuestas y la colocó en segunda posición a 48 horas de celebrarse la final.

Muchos usuarios de redes sociales en contra de Israel tomaron nota y decidieron organizarse igualmente para contrarrestar esa corriente de apoyo ajena a la música. La opción más lógica para ello era apoyar a la única propuesta que en ese momento se mostraba con posibilidades de vencer a Israel: el artista Baby Lasagna de Croacia. De esa forma, el voto se concentró todavía más en la canción que ya era la favorita. Los resultados del sábado confirman esta lucha de voto ajena al propio festival. Croacia fue la que logró más puntos de la audiencia (337) e Israel fue la segunda (323).

¿Y entonces, por qué no ganó Israel con tantos 12 que logró?

Es cierto que Israel se llevó los 12 puntos en nada menos que 15 votaciones de las 37 posibles (no podía votarse a sí misma). Pero, recordemos que aun así quedó segunda en el televoto y no primera. Además, las decisiones de los jurados profesionales de los 37 países participantes en Eurovisión 2024 (uno menos que en el televoto porque la categoría resto del mundo no contaba con jurado profesional) suponían casi un 50% de los puntos a repartir.

Bien sea porque esos jurados encontraron propuestas mejores que Hurricane o porque muchos de sus miembros se sumaron a la guerra de votos en bloque desencadenada en redes sociales, lo cierto es que apoyaron muy poco a la canción de Israel. La diferencia entre los puntos profesionales que obtuvo (52) y los populares (323) es abismal y muy poco común, si se compara con los patrones del resto de países clasificados entre los 10 primeros. E incluso si se compara con ediciones anteriores.

Por todo eso, muchos seguidores opinan que tanto el apoyo que recibió Israel por parte del público como la escasa puntuación otorgada por el jurado están distorsionadas por una realidad externa a la calidad artística, como ya lo pensaron el año que ganó Ucrania con independencia de su postura en ambos conflictos bélicos.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.
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