Los deportes y los comentaristas de todas las cadenas
Hay que felicitarse por la disminución de los arrebatos patrioteros en la retransmisión de TVE del Campeonato Europeo de Atletismo
Para que se hagan una idea de lo que son las retransmisiones deportivas en televisión conviene recordar un párrafo del estupendo artículo que publicó en EL PAÍS Luis Carandell con el título de Benetiana, el merecido homenaje a Juan Benet y a la tertulia a la que acudía con frecuencia en casa de Pío Baroja: “Fue aquel maduro caballero que tenía la novia esperando en el portal quien salvó el difícil trance. Se puso en pie y dijo solemnemente, en frase que pasó a la historia de la España surrealista: ‘Con permiso del señor obispo, me voy a comer un higo”. Pues bien, en las retransmisiones deportivas el obediente comentarista nos recordaría a continuación cualquier programa de la correspondiente cadena en la que los higos serían las estrellas: “Más vale higo”, “Supervivientes en la higuera” o similares. Claro que también cabría la posibilidad de que animaran a los espectadores a votar el mejor higo de la higuera, y todo ello con la naturalidad de quienes hace tiempo confundieron servicio público con la evidente codicia de los responsables máximos de las cadenas.
Y ya hablando directamente de deportes habrá que felicitarse por la disminución de los arrebatos patrioteros en la retransmisión de TVE del Campeonato Europeo de Atletismo al aire libre, lo que es de agradecer sobre todo si se tiene en cuenta que España quedó en el octavo lugar del medallero y que una de las dos únicas medallas de oro conseguidas es la de un cubano nacionalizado español.
Después está el Campeonato Europeo de Piragüismo en Aguas Tranquilas, en el que, como su propio nombre indica, todo se produce con tranquilidad, incluidos los comentarios de quienes retransmiten las pruebas y las reacciones tanto del público como de los deportistas.
Menos mal que el ardor patriótico vuelve a resurgir en las retransmisiones futbolísticas del Campeonato Europeo de la UEFA, o Eurocopa, con un Juan Carlos Rivero inasequible al desaliento y que celebra los goles con el mismo entusiasmo que los futbolistas en una especie de piña que, suponemos, lamentará Puigdemont por un doble motivo: primero porque el gol lo marca España y, segundo, porque ya puestos a celebrar le encantaría que la piña se transformara en un alarde de los castellers. En fin, que la vida es injusta con ese octavo puesto en el medallero de atletismo para un país que cuenta en su haber prohombres como Santiago Abascal.
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