Vasili Mitrojin, espía, ex jefe de los archivos del KGB
El agente de los servicios secretos soviéticos Vasili Mitrojin, que se hizo famoso cuando entregó a los ingleses la lista de los espías del Kremlin en 1992, falleció ayer en Londres, a los 81 años de edad.
Las listas, conocidas como el Archivo Mitrojin, fueron calificadas por el FBI como "los más completos y exactos datos de espionaje que se han recibido de una fuente". Esos datos fueron utilizados en el libro que escribió conjuntamente con el historiador Christopher Andrew.
Mitrojin traicionó a Rusia hace 12 años, cuando golpeó a las puertas de la Embajada de Reino Unido en Letonia, una de las repúblicas bálticas que hasta hace poco habían formado parte de la URSS. Ocho meses después, el ex agente soviético con su familia y su valioso archivo llegaban a Londres.
Sólo en 1996 se supo que un agente del KGB había huido a Occidente y había entregado los nombres de cientos de espías soviéticos. En un principio, ni siquiera en el Servicio de Espionaje Exterior ruso creyeron la noticia. Un portavoz comentó al respecto: "¿Cientos de nombres? Imposible, un agente puede saber el nombre de uno, dos o máximo tres, pero no de cientos".
Pero los rusos se equivocaban. Mitrojin, que trabajó en los servicios secretos soviéticos entre 1948 y 1984 y había sido jefe de los archivos de espionaje exterior soviético durante 12 años, copió datos que sacaba de su oficina en sus zapatos en un comienzo y más tarde simplemente en su chaqueta. En su piso moscovita guardaba los papeles bajo el colchón de su cama y los fines de semana se los llevaba a su casa de campo, su dacha, donde los pasaba a máquina y los escondía bajo el piso. Mitrojin se quedó a vivir en Inglaterra y obtuvo la ciudadanía británica. En 1995 contactó a Andrew, de la Universidad de Cambrigde, para escribir un libro en colaboración.
Fue así como en 1999 apareció La espada y el escudo: el archivo Mitrojin. Francia resultó ser el país con el mayor número de personas que entregaron datos a los soviéticos, seguido de Italia. En cuanto a Inglaterra, en la lista había dos miembros del Parlamento, que para entonces ya habían fallecido, y Melita Norwood, la abuelita espía, que entonces tenía 87 años. Norwood comenzó a trabajar con la British Non-Ferrous Metal Research Association en 1937 y tuvo acceso a secretos de la industria atómica del Reino Unido, que entregó a la URSS. Cuando, gracias al libro de Andrew y Mitrojin, se hizo público, Norwood confesó que no se arrepentía de su proceder, ya que había actuado por convicción, por motivos ideológicos.
Mitrojin pudo haber terminado sus días en Estados Unidos si los norteamericanos le hubieran creído. La primera embajada que visitó en Letonia fue la de EE UU y no la del Reino Unido, pero los agentes de la CIA no confiaron en los documentos de Mitrojin y sospecharon que podían ser falsos. En cambio, el agente del M16 británico fue más perspicaz y concluyó que tenía en las manos material de mucho valor.-
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