Otty Patiño, el exguerrillero que liderará la paz de Petro con el ELN
El dirigente de la guerrilla del M-19, excompañero y amigo del presidente, participó en los procesos de diálogo de ese movimiento con dos gobiernos, hasta lograr la desmovilización total en 1990
Por esta época, hace 34 años, Otty Patiño se sentaba en la mesa de diálogos entre el Gobierno de Virgilio Barco y la guerrilla del M-19, de la que él había sido fundador y que, como uno de sus dirigentes, reconocía que después de más de 15 años de lucha armada ya era hora de desmovilizar. A finales de 1988 se instaló en Santo Domingo, en el Cauca, un proceso que permitió la incorporación de los miembros de ese grupo guerrillero a la sociedad civil. Muchos de sus militantes fueron asesinados y otros se tuvieron que exiliar para sobrevivir. Patiño (Buga, 77 años) vio morir a sus compañeros; el comandante Carlos Pizarro fue una de las víctimas más emblemáticas de la persecución que vivieron tras dejar las armas e intentar hacer política. Pizarro, que aspiraba a la Presidencia, fue asesinado tras el acuerdo de paz, en 1990.
Después de 34 años y de haber visto la guerra por dentro y por fuera, Otty Patiño vuelve a sentarse en una mesa de diálogos. Esta vez como jefe negociador del Gobierno ante el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en un nuevo proceso que empezará este mes en Caracas. El presidente Gustavo Petro le ha dado la responsabilidad a su amigo y compañero del M-19 de sacar adelante lo fundamental para cumplir su promesa de paz. Un acuerdo con el ELN sería el fin de una guerra de más de medio siglo.
Patiño fue un hombre clave en la paz del M-19. Carlos Pizarro, como comandante, le confió liderar el proceso con el gobierno, que ofreció una amnistía a la que se acogieron los excombatientes. También fue una figura relevante como constituyente en la redacción de la Constitución de 1991, reconocida como la “constitución de los derechos humanos”. Su trabajo como funcionario en varias alcaldías del gobierno de Bogotá ―todas de izquierda― lo ha alternado con su faceta de escritor. En uno de sus últimos libros Historia (privada) de la violencia (2017) repasa la turbulencia política de los años cuarenta y cincuenta. Petro ha confiado en un hombre que conoce bien la historia del conflicto colombiano para reactivar el proceso con una guerrilla que hasta ahora ningún Gobierno en los últimos 30 años ha logrado desarmar. Esta vez, el presidente ha nombrado una delegación de figuras cercanas a su proyecto político para hablar con el ELN. Como jefe nombró al histórico comandante del M-19 y dejó a los militares por fuera de la mesa.
Patiño se vinculó siendo un estudiante universitario a movimientos revolucionarios juveniles como el Frente Unido Camilo Torres, pero fue con la creación del M-19 cuando tomó el camino de la lucha armada. Tras el resultado de las elecciones presidenciales de 1970, jóvenes como él decidieron armarse en el M-19 ante el fraude que denunciaban que le había arrebatado el triunfo al candidato de ANAPO (la Alianza Nacional Popular), Gustavo Rojas Pinilla. Fue fundador y comandante del M-19 y tras participar en operativos como la toma a Embajada de la República Dominicana, que mantuvo como rehenes a varios diplomáticos en febrero de 1980, junto a Carlos Pizarro, a mediados de esa década, reconocieron que la lucha armada estaba agotada y que la existencia del M-19 “estaba impidiendo que el país avanzara”, como Patiño lo ha reconocido.
Carlos Velandia, excomandante del ELN, ha visto todos los intentos que han fracasado buscando la paz con esa guerrilla y dice que esta vez el equipo negociador representa con fidelidad las ideas del Gobierno, que ha puesto a la paz como el centro de su política. “Lo importante es que el jefe de la delegación represente con fidelidad al presidente de la República. Si Petro lo ha escogido como su representante, es porque ha depositado en él toda la confianza”, dice Velandia.
Darío Villamizar, exmilitante del M-19, analista político y escritor, dice que ve claridad en el equipo que Petro ha designado para negociar con el ELN. “Generalmente, ubican a otro tipo de personas. Podría haber ocurrido, como en anteriores procesos, que se repitieran algunas figuras que habían estado en otras negociaciones, pero el presidente Petro le está apostando a un cambio, personas como Iván Cepeda, que estuvo en el de La Habana con las FARC; Otty, que tiene toda la experiencia de negociación con el M-19; y María José Pizarro, que ha tenido una carrera destacable, y le aporta vigor y frescura a este proceso”, opina el analista, que describe al jefe negociador, de quien es amigo, como una persona cauta, puntual en cada cosa que dice. “Eso es una garantía para la negociación. Otty no hace las cosas para los micrófonos, no es de un perfil mediático. Es discreto y preciso, creo que eso puede ser un gran aporte como negociador”, considera Villamizar.
Patiño se sentará en la mesa frente a una guerrilla anclada en el pasado, que no quiso unirse a las otras de su época, cuando decidieron abandonar la lucha armada. “Las organizaciones que en los años noventa no hicieron la paz, son las que tienen más raigambre en una cultura de la violencia de los años 40 o 50″, explicaba el nuevo jefe negociador en una entrevista.
En el M-19, Petro fue un dirigente local y Otty nacional, miembro del comando superior, donde se caracterizó por sus opiniones atinadas sobre los momentos políticos que vivía el país, cuenta Villamizar. “Siempre ha sido una persona muy puntual en su análisis, en la guerrilla tuvo un perfil particular porque no era un hombre muy visible, siempre actuó de manera silenciosa”, valora su excompañero.
Otty Patiño llega a la negociación con la ventaja de tener una agenda avanzada y algunos puntos ya discutidos. Su papel será clave para concretar los compromisos de ambas partes, que han dado señales de querer llegar esta vez a un acuerdo. Los enfrentamientos entre el Ejército y el ELN han disminuido desde que Petro llegó a la Presidencia y la guerrilla ha liberado secuestrados como muestra de paz. “Esta mesa tiene la ventaja de que ya hay un camino recorrido hasta 2018, eso hará una gran diferencia esta vez”, dice Villamizar.
Luis Eduardo Celis, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), destaca como un cambio en esta nueva delegación que el jefe del equipo haya vivido el conflicto armado desde sus entrañas y que tenga un vínculo cercano con el presidente, su coequipero en la búsqueda de la paz. “Simbólicamente, fue su jefe en el M-19, se conocen muy bien y desde hace años. Ahora es posible pensar en que se va a avanzar porque hay un Gobierno decidido y el ELN es prioridad. Todo lo que faltó en los cinco anteriores intentos”. Otty Patiño vuelve a participar de un proceso de paz, pero del lado del Gobierno, y con un presidente al que conoce. “Ya que no es posible pensar en la paz y limitarla solamente al desarme de la guerrilla. Un proceso de paz significa que hay transformaciones en el país, que el pacto político que se realice signifique cambios efectivos. No es un proceso de sometimiento ni de rendición, sino un proceso de paz realmente”, decía Patiño al Centro de Memoria de Histórica en 2005, en una descripción parecida a la que hace el presidente Petro de su idea de paz total.
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