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Colombia rearma su defensa aérea

En tiempos de deshielo con Venezuela, el Gobierno de Gustavo Petro reemplaza los aviones israelíes Kfir. Falta definir cuáles serán los nuevos

Lucas Reynoso
Revista aérea en Bogotá
Revista aérea en Bogotá, el 20 de julio de 2020.NurPhoto via Getty Images

Los aviones israelíes Kfir están próximos a llegar al final de su vida útil en Colombia. Años de debates para reemplazarlos culminaron el pasado sábado con la confirmación del presidente, Gustavo Petro, de que el Gobierno modernizará la flota aérea. “La Fuerza Aérea contará con una fuerza de superioridad aérea, que reemplazará nuestros viejos aparatos Kfir. Creo que las esposas de los actuales pilotos me lo van a agradecer mucho, porque en realidad ya era un peligro subir sobre esos aparatos”, dijo en un acto con la Policía y las Fuerzas Militares. El Ejecutivo ahora evalúa las opciones disponibles.

La Fuerza Aérea de Colombia cuenta actualmente con alrededor de 10 cazabombarderos Kfir con capacidad de respuesta ante un ataque. Adquiridos a Israel en los años 90, han sido los aviones insignia de la fuerza y han sido refaccionados ya dos veces. Representan menos del 10% de la composición total de la flota, pero tienen una importancia especial porque son los que se utilizan para defender el territorio nacional en caso de enfrentar ataques de otros países. Tienen capacidad de disparar a gran alcance contra otras aeronaves y vuelan a una altura mayor y con más velocidad que aviones como los Super Tucano, conocidos por haber sido utilizados en bombardeos a campamentos de grupos armados y, en general, más orientados al tipo de conflicto interno que ha vivido Colombia.

Colombia discute el reemplazo de los Kfir desde hace 15 años. Distintos gobiernos han considerado la cuestión como estratégica para mantener la capacidad de combate ante posibles amenazas. La decisión final siempre se ha postergado. El Gobierno de Juan Manuel Santos evaluó que no era un buen mensaje en medio de las negociaciones de paz con las FARC. Después, la administración de Iván Duque intentó comprar los aviones estadounidenses F-16, pero la pandemia de la covid-19 y el estallido social de 2021 limitaron el margen político para hacer un gasto que se cuenta en miles de millones de dólares.

Jairo Libreros, profesor de Seguridad y Defensa en la Universidad Externado de Colombia, explica por teléfono que el país andino ha relegado a la fuerza aérea, en contraste con otros estados de América Latina. “Colombia prolongó más la superioridad de las tropas de tierra. Priorizaron el Ejército para atender la agenda interna, con la lucha contra la protesta social y contra los insurgentes”, señala.

No obstante, los presidentes siempre han sido conscientes de las hipótesis de guerra. Dentro de ellas, la preocupación principal ha sido Venezuela. El país vecino varias veces ha movilizado a sus fuerzas armadas a la frontera con Colombia, que además ha denunciado incursiones en su territorio. La situación se tornó más preocupante en 2006 cuando el país vecino adquirió los sofisticados aviones rusos Sukhoi.

Nicolás Urrutia, director asociado de Control Risks y experto en Defensa, comenta por teléfono que las compras de equipamiento de Venezuela durante los últimos 20 años han generado “un desbalance en el equilibrio militar” de América Latina. “Resulta especialmente preocupante la volatilidad de los procesos de toma de decisiones militares de Venezuela. Sin esta inversión, Colombia queda en una posición vulnerable”, remarca. Para el experto, el reemplazo de los aviones es impostergable: “En otros gobiernos era deseable, pero no era absolutamente obligatorio. Quedaba un ciclo de vida útil. Pero hoy ya no da para más”.

Petro, sin embargo, fue crítico con el Gobierno de Iván Duque cuando este intentó reemplazar los Kfir. “La compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos, es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante”, declaró en redes sociales en marzo de 2021, hace menos de dos años. Ahora ha dado un giro de 180 grados, que según los expertos no es inusual porque llegar a la Casa de Nariño da más información sobre las necesidades del país en términos de Defensa y potencia el pragmatismo.

El presidente valora el impacto que la adquisición de aviones pueda tener en industrializar y modernizar el país. Según él, la inversión impactará “en temas de industria” prioritarios para el Plan Nacional de Desarrollo. Discursivamente, la postura es similar a las que adoptaron otros gobiernos de izquierda en la región, como los de Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil. En 2013, el país vecino compró 36 aviones Gripen a la fabricante sueca Saab con la justificación de que la “transferencia de tecnología” era esencial para desarrollar la producción nacional.

El Gobierno evalúa ahora tres opciones principales: los F-16 de Estados Unidos, los Rafale de Francia y los Gripen de Suecia. Todavía no está definido el número de aeronaves que se comprarán, aunque se estima que 24 es el mínimo que necesita Colombia. Los criterios incluyen los precios, el tiempo que demora la entrega, el grado de transferencia tecnológica y la relación con el país de origen de la empresa involucrada. El consultor Urrutia agrega como aspectos esenciales que haya garantías de transparencia. “Las grandes compras de equipo militar son asuntos que se prestan a corrupción, por la frecuente reserva en términos de información y el tamaño de los incentivos económicos involucrados”, explica.

Las estimaciones son que los aviones suecos son los más económicos y los que ofrecen mayores garantías de transferencia tecnológica, algo prioritario para el Gobierno. Pero la propuesta francesa también está en consideración, especialmente tras la reunión en noviembre entre Gustavo Petro y el presidente del país europeo, Emmanuel Macron. Además, el impacto de la adquisición en fortalecer las relaciones bilaterales con el país implicado es importante dentro de las consideraciones. Suecia es el estado que tiene menos vínculos con Colombia de los implicados, pero tiene el contrapeso de ser un país históricamente neutral en conflictos bélicos y con una larga tradición de gobiernos socialistas.

La decisión se tomará en los próximos días, según La Silla Vacía, y Petro ha prometido que la compra no afectará las finanzas públicas “en los momentos más difíciles”. No obstante, no será fácil avanzar en un contexto de dificultades económicas. Aunque los pagos posiblemente comenzarán en la próxima administración, el Gobierno deberá justificar gastos que desconciertan a propios y ajenos.

Las voces críticas ya han comenzado a asomar: el senador Jonathan ‘Jotapé' Hernández (Alianza Verde), por ejemplo, denunció en redes sociales la “incoherencia” del presidente respecto a sus posturas cuando estaba en la oposición. “¿Para qué aviones de guerra si se avecina una paz total y por qué esta gran inversión cuando se avecina una profunda crisis económica?”, resaltó. También han cuestionado la decisión otros críticos del Gobierno, como el exsenador Jorge Robledo, el excandidato presidencial Enrique Gómez y el partido Cambio Radical. Pero incluso lo han hecho aliados de Petro, como el presidente del Senado, Roy Barreras. “Conozco las limitaciones de nuestra flota aérea pero las nuevas y positivas condiciones internacionales, empezando por el restablecimiento de relaciones con Venezuela, aplazan esa urgencia”, escribió este martes en su cuenta de Twitter.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.

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