Fricciones en la oposición venezolana ante el proceso de primarias en las que debe salir un candidato contra Maduro
Las dudas sobre la participación técnica del Consejo Nacional Electoral es el principal factor de conflicto
La Plataforma Democrática, instancia paraguas de los partidos de la oposición venezolana, está encontrando muchas dificultades para consensuar los mecanismos que le permitan organizar la elección primaria para escoger un liderazgo unificado de cara a los comicios presidenciales de 2024. En la oposición todo el mundo tiene muy presente que la unidad política es una obligación, pero está costando mucho zanjar determinados desacuerdos, y el resultado de estas tensiones podría redundar en deserciones que debiliten su estrategia. La anhelada unidad de la oposición podría ser, en 2024, una circunstancia bastante matizada, en la cual irremediablemente se presente más de un nombre a competir con el chavismo en condiciones desiguales.
La encrucijada que se avecina, que podría convertirse en un parteaguas con consecuencias inevitables, lo constituye la decisión de organizar esta consulta con o sin la asistencia del Poder Electoral del país, una instancia controlada por el chavismo, y que, luego de tantas elecciones polémicas, genera enormes reservas en un sector importante de la oposición.
En los sectores con posiciones más intransigentes frente al régimen de Maduro, como Vente Venezuela, de María Corina Machado, no pactar un protocolo de asistencia técnica con el Consejo Nacional Electoral (CNE) para organizar esta consulta ciudadana es un punto de honor. Machado exige una consulta organizada por cuenta propia con conteo manual. Una óptica similar tiene Andrés Velásquez, de la Causa Radical.
Estos actores insisten en que el CNE hará lo necesario para desnaturalizar la consulta, y se muestran particularmente desconfiados del mecanismo biométrico de las captahuellas, presente en los sistemas automatizados del voto, el cual retiene la identidad del votante con el objeto de cumplir con el principio “un hombre, un voto”, pero que almacena una información que, opinan, puede ser usada en contra del elector, particularmente en una elección como esta, que no es nacional, sino la consulta previa de la disidencia a la revolución bolivariana.
En el campo opositor está muy vivo el recuerdo del famosa “Lista Luis Tascón”, en 2004, que almacenó la data de los ciudadanos opositores que promovieron un referéndum revocatorio para sacar a Hugo Chávez del poder, y que luego fueron castigados, cesados de sus puestos laborales o impedidos a contratar con el Estado como represalia por formar parte de esta iniciativa constitucional.
“Si la Comisión de Primarias claudica ante el CNE no me estarían excluyendo a mí, sino a la gente,” ha declarado María Corina Machado, en una amenaza no tan velada sobre las consecuencias que puede acarrear este anuncio. Algunos políticos opositores dan por descontado en privado que Machado continuaría con su candidatura por cuenta propia. “Si la Comisión de Primaria termina entregando información al CNE terminará pintada en la pared, matarán la elección y eso afectará gravemente la unidad”, dijo Velásquez.
Los partidos opositores más moderados, agrupados sobre todo en torno al denominado G-3 –Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo- también tienen sus dudas, y no dejan de ver los puntos que coloca sobre la mesa Machado, pero en general parecen dispuestos a acordar –como ha ocurrido en el pasado- con el CNE. En una posición similar están los candidatos Henrique Capriles y Benjamín Rausseo.
En esta parcela suele argumentarse que unas elecciones autogestionadas por la oposición serían el doble de costosas –y parte importante de los recursos para organizar cita no han llegado-, y mucho más expuestas a ser saboteadas con cualquier maniobra que quiera ensayar el chavismo: judicializar toda la cita ante cualquier desacuerdo entre candidatos, o sabotearla con militantes chavistas que actúen por cuenta propia.
Ante el panorama, como ha afirmado un importante dirigente opositor que ha preferido mantener su nombre en la reserva, “no habrá decisión buena”, puesto que las dos presentan enormes costos. “Estamos obligados a tomar la que logre la mayor unidad posible”. El centro de gravitación estructurado en torno al G-3, proclive a acordar con el CNE, estaría en condiciones de imponer su mayoría.
Organizar o no la consulta primaria con el CNE es, además, una decisión que la fragmentada oposición venezolana deberá tomar pronto: los tiempos del cronograma electoral se avecinan, se acumulan gestiones logísticas, y podrían no dar los tiempos si el debate con la decisión final se sigue retardando, puesto que, al no haber acuerdos, la decisión final se ha pospuesto en dos ocasiones.
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