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ELECCIONES EN COLOMBIA
Columna
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Las elecciones dividen más

El análisis de los resultados abre contradicciones evidentes. La única solución es hacer otros comicios para preguntar quién ganó el 29 de octubre

Funcionarios electorales comienzan el conteo de votos
Funcionarios electorales comienzan el conteo de votos, en Corferias, Bogotá, el pasado 29 de octubre.Nathalia Angarita

En Colombia el análisis del resultado electoral abre contradicciones evidentes. Que la jornada del 29 de octubre fue un plebiscito de rechazo al Gobierno de Petro; que no fue un plebiscito para el Gobierno y sus políticos ―alegan sus partidarios―; que fue un plebiscito, pero para los gobiernos locales. Los nuevos gobernantes regionales seguramente van a tener una disposición de dialogar con el presidente Gustavo Petro. En los Gobiernos anteriores a Petro, los jefes de Estado redujeron sus apoyos en las grandes ciudades en las elecciones regionales. A su vez, el presidente Gustavo Petro afirmó que había triunfado en 15 departamentos porque los gobernadores y alcaldes elegidos provenían de apoyos a la campaña presidencial.

Otra opinión muy manida es la que los ricos, los privilegiados, no resisten el cambio que significó el Gobierno del “cambio” y se confabularon con los clanes de la politiquería corrupta para derrotar al Pacto Histórico. Son aquellas personas que desean convertir a las ciudades colombianas en una especie de Miamis criollas.

Hay algunos más rotundos como el exvicepresidente Vargas Lleras: “Todos los contradictores del Gobierno resultaron ganadores en esta feria de avales, coavales y adhesiones porque muy pocos de los elegidos hubieran logrado sin apoyo y concurso de quienes antepusimos los intereses nacionales a los propios partidistas y respaldamos a quienes se perfilaban como favoritos con la condición de que levantaran su voz de descontento y evitaran alianzas con el Pacto Histórico”. Olvida el jefe natural de Cambio Radical que ese no fue el caso de Bogotá, donde su partido apoyó a un excelente candidato que nunca fue un aspirante que se perfilara como favorito.

El poeta y escritor William Ospina es más preciso: “Petro es el hombre de los diagnósticos correctos y de las soluciones equivocadas”. Fernando Cepeda, el profesor, es más sarcástico, y hace un símil de los resultados: si en lugar de Carlos Fernando Galán hubiere ganado Gustavo Bolívar, y si en lugar de Alejandro Eder hubiera ganado Roberto Chontico Ortiz, el triunfalismo de la izquierda habría sido rotundo. Sería la demostración del éxito de los primeros 14 meses de Gobierno.

El periodista Leopoldo Villar tiene una mirada diferente. Compara a Petro con López Pumarejo y con Lleras Restrepo. Reconoce que la forma en la que se pronunciaron los electores en los comicios regionales indica que la oposición a las reformas propuestas por el presidente Gustavo Petro conquistó la opinión de gran parte de la población. De este modo, el ambicioso plan de Gobierno del mandatario puede correr la misma suerte de López Pumarejo durante la República Liberal y a la reforma agraria de Carlos Lleras Restrepo en el Frente Nacional. Petro enfrenta la resistencia de quienes siempre se han opuesto a las iniciativas para modernizar la hoja de ruta de la sociedad colombiana.

Como se puede deducir fácilmente por los testimonios que se repiten en los medios de comunicación, las elecciones nos dividieron más de lo que estábamos. La respuesta parecería tenerla el semiólogo Armando Silva: nos creemos más grandes de lo que somos. No saber las cuentas (se refiere a las estadísticas oficiales) es, en todo caso, parte de nuestra falta de rigor nacional.

El periodista Juan Esteban Lewin sostiene que todos dicen que ganaron las elecciones regionales, pero que la pregunta más compleja es: ¿Quién ganó? La respuesta de cada sector o partido político parece coincidir para aumentar la confusión: ”Ganamos nosotros”. Así las cosas, la única solución es hacer otras elecciones para preguntar a los electores: ¿quién ganó las elecciones del 29 de octubre?

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