Los incendios forestales iluminan la precariedad en la que trabajan los bomberos de Colombia
En el país hay apenas 20.000 bomberos que llegan a trabajar 24 horas y que en un día pueden atender 32 emergencias
Fredy Andrés Noguera Plazas creció viendo a su papá ser un “héroe”, buscó convertirse en uno y lo consiguió. Desde hace 17 años es uno de los líderes del grupo especializado de gestión de riesgo contra incendios forestales del Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá. Hace parte de los 20.020 bomberos de Colombia que, agrupados en 877 cuerpos, atienden un amplio tipo de emergencias. Estos hombres y mujeres han sido la primera línea frente a los más 278 de incendios que han sumido al país en una humareda el último mes por cuenta del fenómeno natural El Niño.
En medio de las imágenes desoladoras de decenas de hectáreas de bosques calcinados, los reflectores se situaron sobre un gremio usualmente ajeno al debate público. “He visto un apoyo como nunca antes, estamos siendo reconocidos”, cuenta el cabo Noguera. Esa relevancia ha permitido poner sobre la mesa las difíciles condiciones en las que hacen su trabajo.
Por un lado, en el momento de mayor atención por los incendios, el Gobierno Nacional decidió cambiar por tercera vez, en apenas un año, la cabeza de la Dirección Nacional de Bomberos. Llegó Lourdes Peña, en reemplazo de Arbey Trujillo, quien estuvo solo cuatro meses en el cargo. Por el otro, el concejal de Bogotá, Julián Sastoque denunció que esa entidad está desfinanciada, pues su presupuesto pasó de 91.178 millones de pesos en 2023 a 68.376 millones este año. El mismo Trujillo explicó que como el año pasado no se usaron 38 mil millones, el castigo fue la reducción. “Es una consecuencia de una mala ejecución de la anterior administración. Cuando no se ejecutan los recursos, el Ministerio de Hacienda te sanciona y te los quita: en el próximo presupuesto te los merma”.
El hombre también aseguró en Caracol Radio que los gobiernos locales, de quienes dependen los demás cuerpos de bomberos, no hicieron la gestión necesaria para garantizar los recursos para ellos. “Los bomberos tienen una sobretasa a través del predial, y los municipios no han empezado a hacer el cobro del predial, lo que indica que todavía no va a haber ingresos para los bomberos”. Luis Fernando Velasco, de quien depende ese cuerpo, negó una disminución. “No podríamos quitar los recursos porque es un porcentaje definido, claramente, en una ley”.
La situación en la que trabajan los bomberos ya había sido motivo de alerta varias veces por parte de la Procuraduría General de la Nación. La más reciente fue el pasado martes 30 de enero, cuando subrayó que el problema más grave se presenta en los pequeños municipios: “La preocupación del ministerio público redunda en los problemas que viene ocasionando para la operatividad y el buen funcionamiento de los bomberos, la falta de presupuesto y de logística, sobre todo, en municipios de cuarta, quinta y sexta categoría”, se lee en un comunicado público.
Las cifras respaldan esas inquietudes. Pese a que los bomberos son un servicio público esencial, según datos de la Dirección Nacional de Bomberos, uno de cada cuatro municipios no tiene cuerpos de bomberos. Incluso en Bogotá se pueden evidenciar las carencias, ya que el Cuerpo Oficial de Bomberos cuenta con apenas 17 estaciones, y con 604 hombres y 34 mujeres, para proteger a una población cercana a los 9 millones de personas. En Nueva York, con una cantidad similar de habitantes, suman al menos 15.000. La situación se agrava en municipios pequeños, que ni siquiera tienen cuerpo de bomberos propio y reciben apoyo de grupos vecinos.
Como consecuencia de esas limitaciones, las jornadas de trabajo son extremas. El cabo Noguera cuenta a EL PAÍS que suelen hacer turnos de 24 horas de trabajo, y que en un día pueden llegar a atender 32 emergencias por estación. Aun así, estos cientos de hombres de manera eficaz lograron contener y liquidar en Bogotá, más de una docena focos de fuego que se registraron en un mes. Sin embargo, los incendios forestales son solo unas de ellas, pues además hacen rescates en estructuras colapsadas o atienden emergencias con materiales peligrosos. Una labor extenuante que puede afectar no solo sus vidas, sino sus resultados, al luchar contra temperaturas extremas como las que se han vivido este año y que, según las autoridades, continuarán hasta el mes de abril.
Primeros pulsos
Este miércoles 31 de enero, en la Plaza de Bolívar, un sector de los bomberos había convocado a un sirenazo, como llamaron a una manifestación para llamar la atención del Gobierno. Días antes, el director de la Confederación Nacional de Bomberos, el capitán Nelson Antonio Zuluaica, señaló en Blu Radio que la protesta buscaba, entre otras cosas, obtener un mayor presupuesto. “Tenemos dificultades muy apremiantes, que el Gobierno Nacional está desconociendo. El ministro del Interior ha hecho caso omiso para que el presupuesto sea aprobado este año”.
Poco antes de la hora convocada, el Ministerio de Interior informó en Noticias Caracol que la protesta se aplazaba. Luis Fernando Velasco, encargado de esa cartera, explicó que el martes 30 se logró un acuerdo con ocho puntos con la Dirección Nacional de Bomberos y los delegados regionales. El ministro afirmó que Hacienda asignará “el presupuesto más grande en la historia del Fondo de Bomberos”.
Según se puede leer en el acta del acuerdo, entre lo pactado está la creación de una mesa técnica interinstitucional que debe crear un plan de trabajo para abordar las necesidades más urgentes de los bomberos, y que debe reunirse por primera vez en un plazo máximo de 15 días. El Gobierno se compromete a impulsar un proyecto de ley que permita importar vehículos de emergencia, y estudiar si se pueden exonerar del IVA los bienes y servicios que contraten los bomberos.
Noguera, que responde a EL PAÍS con el sonido de una sirena de fondo mientras da orientaciones aquí y allá, considera que es necesario que los bomberos empiecen a ser valorados, no solo por el Gobierno Nacional. “Mucha gente no es consciente que en segundos podemos hacer la diferencia para la vida y el futuro de una familia. Mis compañeros y yo hacemos grandes esfuerzos porque tenemos vocación y amor por lo que hacemos”, manifiesta. “Esperaría que este reconocimiento se sostenga en el tiempo”, concluye. La sirena sigue sonando y, acto seguido, el cabo sale a atender otra emergencia.
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