Petro mantiene el pulso por Benedetti y varios ministros clave se encuentran al borde de la dimisión
El presidente no parece dispuesto a ceder y mantendrá al asesor pese a las críticas de su Gabinete
![Jorge Rojas, Gustavo Petro y Armando Benedetti en el Palacio de Nariño en Bogotá, el pasado 4 de febrero.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MQWBVG5HYZCMLKM4SMR5OAWDZQ.jpg?auth=d838c8d4c7105d79ee21e662668758af18816a1aae2526861481043ff416a5af&width=414)
![Juan Diego Quesada](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8752eab3-82ee-4f61-b000-50b9602f8c4f.png?auth=ced4d93731686326ef06aa2dc037cc8a872f77c4a75cc0395225f79754f2dd78&width=100&height=100&smart=true)
Gustavo Petro mantiene su pulso por Armando Benedetti. El presidente no cede a lo que considera una presión de algunos de sus ministros más importantes del Gabinete y no destituirá al que fue su jefe de campaña, salvo cambio de parecer de última hora. Benedetti ha protagonizado varios escándalos que incomodan a los funcionarios del Gobierno. Una de las ministras más reputadas, Susana Muhamad, encargada de Medio Ambiente, quiere hablar con el presidente antes de tomar una decisión definitiva. El ministro del Interior, el moderado Juan Fernando Cristo, también medita poner fin a su tiempo en la administración de Petro.
En horario de máxima audiencia, todo el mundo pudo ver el martes a través de internet y los canales de televisión colombianos un caótico Consejo de Ministros en el que el presidente criticó sin piedad la labor de sus ministros y estos, a su vez, le reprocharon a él que incluyera en un Gobierno progresista a asesores Benedetti e incluso a Laura Sarabia, la ahora canciller. La posibilidad de que haya una renuncia masiva de sus ministros es más que real. Petro culpa de lo ocurrido a uno de sus más fieles, Jorge Rojas, que era vicecanciller y ahora director del departamento de la Presidencia. Rojas ha dimitido porque sospecha que la persona que a partir de ahora controlará al Gobierno será Armando Benedetti. El propio mandatario reconoce que sin él no hubiera ganado las elecciones presidenciales de 2022.
El más importante de los líos de Benedetti bajo Petro ocurrió cuando se publicaron unos audios -en realidad los filtró él mismo por sentirse olvidado por Petro- en los que se le oye decir que está dispuesto a hablar con las autoridades para revelar supuestos aportes ilegales a la campaña. Por eso fue destituido como embajador en Caracas. Más tarde, como embajador ante la FAO en Roma, fue denunciado por su esposa por malos tratos en Madrid, donde ambos pasaban unos días. Voces muy importantes de la izquierda colombiana consideran inadmisible que ocupe ahora un cargo tan importante, pero Petro no parece dispuesto a ceder. “Soy terco”, dice a menudo. Defiende a Benedetti alegando que hay un feminismo que “destruye a los hombres” y que todo el mundo merece una segunda oportunidad.
Petro dice que Rojas, un petrista con más de dos décadas a su lado, ha llevado a engaño a la gente señalando que Benedetti será el jefe de los ministros. El presidente ha explicado que el único que manda sobre ellos es él mismo. “Levantó mucha indignidad (los argumentos de Rojas) y por poco acaba el Gobierno, como quiere la extrema derecha”, ha dicho el mandatario. Sin Rojas, ha colocado a su lado a una asesora joven, de 32 años, que viene del Ministerio de Salud: Angie Rodríguez. Ella viene a ocupar el cargo que tenía Laura Sarabia, ahora canciller.
Sarabia tiene uno de los ministerios más importantes, pero al salir de la Casa de Nariño, la residencia presidencial, disminuye su poder de influencia sobre el presidente. La disputa por hablarle al oído ha sido uno de los motivos que han enfrentado entre sí a todos los sectores del Gobierno y a distintas facciones de la izquierda colombiana. El enorme poder que ha ganado Sarabia en estos dos años largos de mandato le ha granjeado muchos enemigos. En el Consejo de Ministros del martes quedó patente la animadversión que muchos sienten hacia ella. Ella misma se ha enfrentado en público a Benedetti, quien antes fue su jefe. Esa inversión de los roles les ha alejado y les ha mantenido en una continua disputa. En el Gobierno de Petro, en estos momentos, todos están enfrentados con todos. El presidente intenta, con reuniones y diálogos con todos, salir de una crisis que amenaza con laminar el año y medio que le queda por delante.
![Gustavo Petro le toma posesión a Laura Sarabia como canciller y a Diego Guevara como ministro de Hacienda, el 29 de enero de 2025.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/G6SCFP4SWRH2PEXDY5PEIU4VEQ.jpg?auth=de52beaff78be156943d7df8135f4e015ffcad88369eabd59cb065df5cd9f914&width=414)
Técnicamente, el presidente tiene razón a la hora de decir que Benedetti no manda sobre los ministros. Pero, en la práctica, la presidencia de Colombia ha funcionado de otra manera, hasta ahora. Era Sarabia quien transmitía las órdenes de Petro a los ministros e incluso a la vicepresidenta, Francia Márquez. Esto provocaba mucho desconcierto entre ellos, que se sentían ninguneados. Muchos dan por hecho que Benedetti será un asesor áulico que intervendrá en los asuntos más importantes para la nación. La ministra de Medio Ambiente, la respetada Susana Muhamad, ha sido muy directa: “Como feminista no puedo compartir gabinete con Armando Benedetti”. Es obvio que él no llega para cumplir un papel secundario. Pese a todos sus problemas a cuestas, es un peso pesado de la política colombiana y tiene una personalidad muy fuerte y una actitud de ordeno y mando. Sus aliados destacan esos valores, pero sus enemigos, que no son pocos, lo tienen por alguien tóxico que pone en peligro el Gobierno del cambio que prometió Petro.
Este no es el único frente abierto para el presidente. En el Catatumbo, una región fronteriza con Venezuela, el ELN sigue cometiendo matanzas espeluznantes contra la población civil y otros grupos armados. El ejército todavía no ha sido capaz de tomar el control de la situación, como reconoció el propio ministro de Defensa en la reunión pública. También pende sobre Petro la amenaza latente de Donald Trump de iniciar una guerra comercial en el caso de que no acepte sin rechistar algunas de sus condiciones. El hecho de que su mismo Gabinete se haya levantado contra él dificulta aún más todos los fuegos que tiene que apagar a su alrededor.
Nadie logra explicar por qué Petro no deja caer a Benedetti, que un mes antes de asumir este nuevo rol pasó 40 días en un proceso de rehabilitación y desintoxicación de drogas y alcohol. Su círculo dice a EL PAÍS que son motivos que no pueden revelar. Muchos analistas aseguran que Benedetti debe manejar información sensible que podría destruir al presidente, pero quienes conocen a Petro dan por supuesto que no aceptaría un chantaje semejante de ninguna persona. Benedetti ha construido su carrera política sobre la base de alianzas con partidos de todo tipo. Fue asesor de Álvaro Uribe y después de Juan Manuel Santos. Ambos lo apreciaban. Santos se distanció de él cuando otros asesores le contaron que Benedetti estaba implicado en casos de corrupción. Tiene en proceso hasta cinco casos distintos, pero solo este viernes ha sido llamado a juicio por uno de ellos, aunque algunos datan de nueve años atrás. Él argumenta que ha sufrido ‘lawfare’ por parte de sus enemigos políticos.
Para Benedetti solo hay un jefe: Petro. Con Sarabia apartada del presidente, el camino para acumular poder se ha pavimentado para Benedetti. Ha logrado un cargo que venía ansiando desde después de la campaña. A Petro le produce un desgaste tremendo mantenerlo a su lado. Esas críticas vienen de su propia gente. La oposición ni siquiera ha tenido que jugar ningún rol. Se trata, en esencia, de un asunto de canibalismo. Sin exagerar, el legado de Petro se encuentra en peligro de muerte.
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