Timbiquí, el pueblo colombiano donde el 99% votó a Petro
El municipio del Pacífico alcanzó el mayor porcentaje de votos a favor de Gustavo Petro y Francia Márquez: 8.633 contra 110.
En Timbiquí no era posible un empate. El domingo pasado, cuando Colombia esperaba un resultado cerrado entre los candidatos presidenciales Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, este pueblo de la costa occidental se preparaba para romper un récord para uno de ellos. En la segunda vuelta electoral, Timbiquí fue el municipio del país con el mayor porcentaje de votos a favor de Petro y su candidata vicepresidencial Francia Márquez: 98,57% para la fórmula ganadora. Fueron 8.633 votos que arrasaron con los 110 votos que logró Hernández, el 1,25%. En Timbiquí todos los mototaxis del casco urbano hicieron campaña pegando stickers con las caras de los candidatos, y en la plaza principal aún cuelga un pendón con la figura de Márquez. A un votante de Hernández, en cambio, es casi imposible encontrarle.
“Queríamos sacar una votación que nos hiciera visibles porque somos invisibles”, dice a EL PAÍS Eblin Dioniosio Rodríguez, un abogado de 40 años que en estas elecciones fue coordinador municipal del Pacto Histórico, la coalición de izquierdas que respalda a Petro. “Los ‘nadies’ ahora somos conocidos, somos alguien”, añade Deyner Ángel Alegría, de 31 años, otro coordinador del Pacto en el municipio.
Rodríguez y Alegría saborean la victoria junto a dos colegas más en un restaurante con vista a la pequeña plaza en la cabecera urbana de Timbiquí, un municipio pesquero, agrícola y minero donde viven en casas de madera unas 26.000 personas, la gran mayoría afrocolombianas, que se sienten muy aisladas. Ubicado en medio de la selva tropical de la costa pacífica colombiana, Timbiquí no tiene conexión al resto del país por carretera, la forma más fácil para llegar es tomando una lancha durante una hora por río, y como muchos otros pueblos del Pacífico no cuenta con una buena red de energía eléctrica. “Timbiquí es tan disperso que algunas comunidades están a seis horas en lancha”, añade Rodríguez.
Sin embargo, Petro le debe su victoria en parte a pueblos aislados como Timbiquí. Para la segunda vuelta, en los cuatro departamentos del Pacífico, Petro y Márquez arrasaron: 81,94% de los votos en el departamento de Chocó; 80,91% en Nariño; 79,92% en el Cauca; y 63,85% en el Valle del Cauca. La participación a favor de Petro y Márquez aumentó en segunda vuelta en un corredor que va desde el municipio de El Tambo (Cauca) hasta Quibdó (Chocó). El candidato de izquierda logró incrementar su votación para la primera vuelta en gran parte por su alianza con Francia Márquez, una activista muy reconocida en la zona. Pero para la segunda creció gracias al trabajo que hicieron sus aliados, durante tres intensas semanas, para reducir la abstención en las zonas más aisladas del país. “He estado sintiendo una leve taquicardia por todo el trabajo que hicimos estas semanas”, dice Rodríguez, medio en chiste y medio enserio. “Yo el día de las elecciones lloré de la emoción, pero luego solo quería irme a dormir”.
El pacto histórico de Timbiquí
Combatir la abstención implicaba primero un reto logístico —mover hasta su sitio de votación a personas que viven aisladas— y luego otro discursivo —convencer a los escépticos o apáticos de salir a votar–. Eso apuntaba a lo más evidente: ir a visitar a todos quienes veían en las elecciones presidenciales algo tan alejado que era como si se tratara del proceso democrático de otro país.
“Logramos que varias personas mayores nos dijeran ‘yo normalmente no voto, pero como usted vino hasta mi casa, yo le voy a dar ese voto de confianza’ “, cuenta Elkin Navarrete, coordinador del movimiento Soy porque Somos, de Francia Márquez, que pasó varias semanas convenciendo a vecinos casa por casa. Alegría, del Pacto Histórico, añade que otras personas no querían votar si no era a cambio de algo: dinero o comida. “Algunas personas nos preguntaban: ‘¿Y dónde está la gaseosa?”, cuenta. “Decíamos que quizás en este momento la gaseosa no está con nosotros, que veníamos a argumentar, y que si nos va bien a todos, pues de pronto todos podemos tomar gaseosa a futuro”.
Para la parte logística, el comité recibió algo de ayuda económica del Pacto Histórico para pagar la gasolina de mototaxis y lanchas, principal transporte del municipio, aunque sus integrantes dicen que muchos lancheros pusieron de su bolsillo para movilizar a la gente. Uno de ellos se lo confirmó a EL PAÍS y contó que salió ese día a las siete de la mañana para transportar votantes. “Tanta gente sacó su lancha ese día que tocaba tener cuidado de no chocarse con otra en el río”, cuenta. Timbiquí tiene tres ríos principales: el que lleva el nombre del municipio, más el Bubuey y el Saija. Los tres tenían el tráfico de una avenida urbana esa mañana de elecciones.
“La gente no entiende que tenemos el transporte más caro del mundo, que es el fluvial, pero que esto lo hicimos porque no se trataba de que yo ganara, sino de que ganara Colombia”, contó otro de los lancheros.
Luego había que encontrar a los apáticos. Rodríguez, el coordinador municipal, dice que después de la primera vuelta miraron con lupa quienes eran los que no habían salido a votar, e identificaron que estos eran los más jóvenes. “Les contamos entonces a los jóvenes sobre cómo Petro hablaba de traer la universidad al territorio, de poder estudiar aquí, porque muchos de sus padres viven de la pesca y es muy poco lo que tienen para sacar a los jóvenes de acá”, añade su colega Alegría. Y es que la sed para acceder a la educación superior es alta en Timbiquí. Si quieren ir a la universidad, los bachilleres normalmente deben irse a vivir a las ciudades de Popayán o Cali, a una lancha y una avioneta de distancia.
El voto de los jóvenes, cuentan, sí se movilizó con ese sueño universitario en mano para la segunda vuelta. Días después, cuando el presidente electo pidió a todos los alcaldes del país “alistar lotes con títulos saneados para construir las sedes universitarias”, el mensaje se leía como si lo enviara directo a los chicos de Timbiquí. Una de las primeras en responder al llamado de Petro fue la alcaldesa del municipio. “Presidente! con casi el 99% de votos a favor de su propuesta, Timbiquí demostró estar listo para apostarle a las transformaciones”, escribió Neyla Yadira Amú Venté. “Los niños y jóvenes merecen todo”.
Hubo otras ideas, además de la universidad, que movilizaron votos en este municipio: la propuesta de una reforma agraria fue central, por ejemplo, porque la mayoría de los habitantes viven en zonas rurales. O la garantía de no regresar al glifosato para acabar los cultivos de coca, y la promesa de buscar la paz en estos territorios donde la guerra se siente desde hace décadas. En el departamento hacen presencia varios grupos armados como el ELN y disidencias de las FARC. El fin de semana de las elecciones, nueve personas fueron asesinadas en el municipio aledaño de Guapi. A pesar de la presencia de los armados, sin embargo, ninguna organización de la sociedad civil o ciudadano registró presiones de esos grupos para que los ciudadanos votaran a favor de un candidato o se abstuvieran.
El voto masivo por Petro y Márquez, más bien, era una continuación del voto por la paz que Timbiquí hizo en 2016, cuando se inclinó por el ‘Sí' en el plebiscito sobre el acuerdo de paz. Unos 5.800 votantes lo aprobaron, y unos 370 lo rechazaron. “Después del proceso de paz nos sentimos más tranquilos, se nos bajó la hipertensión a los que vivimos acá”, cuenta Alegría, del Pacto Histórico. “El acuerdo de paz quizás no fue el mejor, pero para nosotros, que empezamos a vivir más tranquilos, sí fue el mejor”.
El pacto de las mujeres con Francia Márquez
Pero otra piedra angular para la victoria de Petro y Márquez en Timbiquí fueron los grupos de mujeres del Pacífico, que desde hace años vienen organizándose en asociaciones como la red Matamba y Guasá —un grupo afrofeminista que cuenta con al menos 2.000 mujeres del Pacífico—, Mujeres de a Pie, o Las Playadoras. Y frente al discurso machista de Rodolfo Hernández, el otro finalista de la segunda vuelta, no era muy difícil movilizarles.
“¿Cómo voy a votar yo por un viejo que dice que las mujeres deberíamos quedarnos en la cocina?”, dice una vendedora de arepas en la plaza del centro urbano en Timbiquí. “Yo soy madre cabeza de familia de tres niñas, yo voté por el cambio, yo voté para que deje de subir el precio de la canasta familiar”.
Luzbia Hurtado es una trabajadora social de 37 años que hace parte de un grupo de WhatsApp titulado: Francia Márquez Mujeres Poderosas. “Creo que las mujeres tomamos la batuta en la segunda vuelta”, cuenta Hurtado. “Lo creamos varias después de la primera vuelta presidencial, porque la verdad es que nos dormimos para la primera, nos confiamos de que íbamos a ganar”, relata.
Hurtado conversa con EL PAÍS desde la sala de un casa de madera, mientras afuera cae una fuerte lluvia y ella ofrece una copa de Viche –un licor tradicional del Pacífico–. Ella cuenta que la estrategia de las mujeres organizadas por Petro y Márquez era parecida: ir casa por casa a convencer a la gente de salir a votar, difundir mensajes de voz en grupos de WhatsApp haciendo publicidad, acercar a personas a su lugar de votación, u organizar ollas comunitarias para hablar de las elecciones. “Las mujeres en la cocina, en realidad, tienen mucho poder, y es el poder de dar cuidado”, dice Hurtado. El 11 de junio también hicieron un ‘pañuelazo feminista’ en la plaza principal cantando canciones a favor de “una Colombia más humana”.
“Tocaba hacer la uramba”, añade Hurtado, un término que evoca la reunión, o en este caso el que todas hayan puesto algo de su parte –desde la sal hasta el programa político– para conversar con otras.
Francia Márquez tiene en este municipio un enorme poder electoral y no solo porque es una mujer negra del Cauca. Ella, a diferencia de todos los candidatos presidenciales, es la única que visitó Timbiquí en la primera vuelta presidencial, y también se solidarizó con el movimiento de mujeres allí desde años atrás. “Francia vino en 2018 a acompañar a Mujeres Rompiendo el Silencio, un grupo que surgió a partir de un feminicidio”, cuenta Yoceline Ocoró Carabalí, una joven de 27 años que también hizo campaña como parte de la red de mujeres jóvenes. “Ella vino a conversar de feminismo con el pueblo, a hablar de que las mujeres también somos grandes y participamos del desarrollo económico, social y político de un país”, añade. Y tanto viejos como jóvenes la recuerdan allí.
Francia Márquez, añade Carabalí, llevó además desde el Cauca un léxico político que apenas empieza a entender el centro andino del país. Su proyecto de ‘vivir sabroso’, por ejemplo, que defiende una vida más justa y en paz, es quizás nuevo para Bogotá pero antiguo en un lugar como Timbiquí. “Ella tiene un lenguaje creador de realidades, y uno se mira en ese lenguaje”, dice Carabalí. “No votamos acá por una etnia u otra, sino que votamos por una representación que va más allá del color de la piel. Y yo siempre le digo a otros, que este proceso en realidad es para que nos vean allá de verdad desde este contexto”.
Hurtado la sigue y dice que “el país siempre habla en otro lenguaje, y quizás por eso nosotros no nos habíamos metido tanto en la política. La lucha de Francia, en cambio, es muy local para nosotros: ella habla como nosotros y habla allá de nuestro mundo. Llevamos años intentando contextualizar acá los proyectos políticos que vienen desde Bogotá. Ahora queremos que se cree un proyecto político pero desde acá y para Bogotá”.
Al final, lo lograron. Los siete consejos comunitarios afrocolombianos de Timbiquí, y sus cuatro resguardos indígenas, salieron a votar sin importar qué tan lejos o qué tan cara estaba la gasolina. Ese domingo 19 de junio votaron 1.358 personas más que en la segunda vuelta: Timbiquí pasó de una participación del 47% del electorado, a una del 56%. Y aunque se decía que Petro había alcanzado su techo electoral, el Pacífico le consiguió para la segunda vuelta unos 586 mil votos más.
El municipio ahora no solo se enorgullece por ser el mejor productor de viche, el segundo mayor productor de coco, y la casa del famoso grupo musical Herencia Timbiquí. Ahora celebra lograr ser el municipio que más se unió a favor del cambio que ofrecían Petro y Márquez, el que hizo visible a los invisibles. El PAÍS intentó entrevistar a la minoría de Timbiquí, ese extraño 1% que votó por Rodolfo Hernández. No solo son votantes difíciles de ubicar sino que, cuando aparecen, prefieren evitar la conversación. “No quiero que me linchen los otros”, dice uno de ellos, un hombre que prefiere no revelar su nombre, aunque su familia ya sabe que es el único que votó por Hernández y no entienden muy bien porqué. El solo añade: “¿Qué quiere que le diga? Pues sí, esa es la historia, que todos acá votaron por el cambio...ahora vamos a ver qué pasa”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.