Lula da Silva visita Bolivia y lleva un poco de oxígeno a Luis Arce
El presidente brasileño rechaza la hipótesis del “autogolpe” de Estado que agitan la oposición boliviana y Evo Morales
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se convirtió en valedor de su colega boliviano, Luis Arce, quien intenta recuperarse de las consecuencias políticas del fracasado intento de golpe de Estado del 26 de junio. Lula pasó un día, el 9 de julio, en Santa Cruz, junto con más de cien empresarios brasileños, para la firma de un conjunto de acuerdos bilaterales. El gesto le ha dado oxígeno a Arce, que es blanco de las críticas de la oposición, sobre todo las de su exmentor Evo Morales, y enfrenta la decepción de la población por el manejo de la economía. “Esta visita simboliza más que la reanudación de una relación de amistad, representa la comunión de dos países cuyas trayectorias han sido paralelas”, señaló Lula. Arce contestó que ha comenzado “una nueva era” en las relaciones bilaterales.
El presidente brasileño venía de la cumbre de Mercosur en Asunción, la primera a la que asistió Bolivia como miembro pleno del bloque. Allí convalidó que Arce había enfrentado un golpe de Estado, contradiciendo a su amigo, el expresidente Evo Morales, quien antes había pedido disculpas porque “Arce engañó y mintió al pueblo boliviano y al mundo” respecto a lo sucedido cuando el general Juan José Zúñiga, entonces comandante del Ejército, movilizó carros blindados contra el Palacio Quemado, la sede del Gobierno en La Paz. Arce y Morales protagonizan desde hace dos años una dura batalla por el liderazgo de la izquierda boliviana.
En Mercosur, Lula felicitó a los países de la región y a los bolivianos por su apoyo a la democracia y le recomendó seguir atentos, porque “falsos demócratas intentan debilitar las instituciones y ponerlas al servicio de intereses reaccionarios”. En Santa Cruz sumó un llamado a “la unidad de las fuerzas democráticas contra la ultraderecha”, citando como ejemplo las elecciones parlamentarias francesas del 7 de julio.
Aunque el presidente Arce discursó en el acto de clausura de las negociaciones que estas demostrarían que “Bolivia es más que gas”, el acuerdo más importante fue el celebrado entre los ministros de Hidrocarburos de ambos países, uno proveedor y el otro comprador de gas desde los años noventa. El convenio busca acelerar la exploración de nuevos yacimientos por parte de la petrolera estatal brasileña Petrobras y plantea la construcción de una planta de fertilizantes de nitrógeno en la frontera. “Hay una directriz de nuestros dos gobiernos de que Petrobras va a invertir en el país”, señaló a la prensa el ministro boliviano, Franklin Molina.
La actual crisis económica de Bolivia se originó en la aguda caída de la producción de gas, como resultado del agotamiento de los yacimientos que tenía y la falta de nuevos proyectos de prospección. Hace una década, el país extraía unos 60 millones de metros cúbicos diarios de gas y ahora solo produce la mitad, de la cual vende el 70% a Brasil y el restante lo reparte entre Argentina y el mercado interno.
Gracias al yacimiento Vaca Muerta, Argentina dejará de comprar gas boliviano a partir de septiembre. Esto liberará unos cuatro millones de metros cúbicos diarios de gas que podrían terminar en Brasil, pero que este país ya no quiere comprar a través de Petrobras, porque en tal caso tendría que pagar el “precio histórico” fijado hace décadas, que hoy es de 12 dólares por millón de BTU. En cambio.
Grupos industriales de San Paulo viajaron con la delegación brasileña a Santa Cruz, interesados en adquirir la cuota argentina y, por tanto, a un precio rebajado, que llaman “competitivo”, de unos ocho dólares el millón de BTU. Es muy probable que a los cuatro millones de metros cúbicos de gas de Bolivia se sumen otros dos millones producidos por Argentina. Los especialistas pronostican que el negocio de Bolivia será cada vez más el de trasladar el gas argentino al Brasil aprovechando la infraestructura de tubos que ya posee.
Por otra parte, empresarios y funcionarios de ambos países hablaron de la ayuda que puede darle Brasil a Bolivia en tres áreas que se han tornado muy importantes para el país andino: biocombustibles, biotecnología agrícola y litio.
Brasil es un gran productor de combustibles provenientes de vegetales y Bolivia apuesta por el biodiésel y el etanol para aliviar la carga que le significa la importación de gasolinas fósiles en un momento en el que sus reservas de divisas se han volatilizado. El país necesita inversiones que le permitan aumentar su capacidad de producción, pues en este momento esta no alcanza para paliar su déficit energético.
El mayor productor de soja del mundo también es un destacado desarrollador de semillas genéticamente modificadas. Los agroindustriales bolivianos, que recibieron con mucha expectativa la visita de Lula, desearían introducir de manera amplia estas semillas en los campos cruceños, pero el Gobierno de Arce se resiste. Este tema se mantuvo fuera de los acuerdos alcanzados entre ambas naciones. En cambio, Brasil formalizó su intención, sujeta a posteriores negociaciones, de comprar litio, fertilizantes y energía eléctrica provistos por Bolivia. También se firmaron acuerdos migratorios, de seguridad fronteriza y lucha contra el narcotráfico.
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