Argentina pide a Qatar el arresto del vicepresidente de Irán, acusado del atentado a la AMIA
La Cancillería argentina exige la captura de Mohsen Rezai, buscado por Interpol como supuesto autor intelectual del ataque terrorista que dejó 85 muertos en la sede de la Mutual Israelita en Buenos Aires en 1994
La Cancillería argentina ha pedido este lunes a Qatar que detenga al vicepresidente de Asuntos Económicos de Irán, Mohsen Rezai. Antiguo jerarca militar de la Guardia Revolucionaria Islámica, Rezai (68 años) es acusado de ser uno de los autores intelectuales del atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita (AMIA) en Buenos Aires, un ataque terrorista que dejó 85 muertos y 300 heridos en julio de 1994. Según fuentes diplomáticas consultadas por EL PAÍS, el Gobierno argentino realizó el pedido a Doha tras una solicitud de la fiscalía especializada que investiga el atentado. La alerta se desató tras un reporte de la prensa local qatarí. Rezai, buscado por Interpol desde 2007, visita la península para concretar una serie de acuerdos económicos entre ambos países antes del inicio del Mundial de Fútbol en noviembre.
Mohsen Rezai llegó el domingo por la noche a Doha y este lunes se reunió con el emir de Qatar, con quien celebró que “no hay límite a la hora de incrementar las relaciones” entre ambos países. Es una señal de dónde puede terminar la solicitud argentina. Y no sería la primera vez. A principios de año, Rezai fue uno de los invitados de peso en la toma de posesión de Daniel Ortega en Nicaragua, que después ignoró los reclamos del Gobierno de Alberto Fernández.
Argentina ha perseguido por más de 20 años a los presuntos responsables del atentado sin encontrar respuestas. En 2006, la Fiscalía acusó formalmente al Gobierno iraní de planificar el atentado, pero hasta ahora no ha podido sentar en el banquillo a ninguno de los implicados. En el registro público de personas vinculadas a actos del terrorismo del Gobierno argentino figuran al menos 10 implicados con el atentado a la AMIA. Seis de ellos han ejercido algún alto cargo en el Gobierno iraní, incluido su actual ministro de Interior.
El 18 de julio de 1994, un coche bomba estalló en la puerta del edificio de la AMIA en el centro de Buenos Aires. Murieron 85 personas, 300 fueron heridas y se destruyó un archivo con casi 80.000 libros, discos, pinturas, piezas de arte y testimonios del Holocausto y la resistencia judía en la Segunda Guerra Mundial. Fue el segundo atentado de la década. Dos años antes, la sede de la Embajada en Israel en la capital argentina también sufrió las bombas de un coche conducido por un terrorista suicida. Ese ataque dejó un saldo de 22 muertos y casi 250 heridos. En julio de este año, un informe interno del Mosad, el servicio de inteligencia israelí, atribuyó los ataques perpetrados en los noventa a una célula de Hezbolá que operó desde Buenos Aires sin apoyo operativo del Gobierno iraní, aunque la inteligencia israelita afirma que Irán aprobó y financió los atentados.
El informe contradijo la tesis argentina —apoyada por Israel y Estados Unidos— de que Irán había estado detrás de los atentados. Las investigaciones en Argentina concluyeron que habían sido perpetrados por hombres de Hezbolá, pero avanzaron también contra funcionarios de la embajada iraní en Buenos Aires, a los que acusaron de prestar apoyo operativo. Otra línea de investigación cargó contra lo que llamó una “conexión local”, argentinos sospechosos de haber ayudado en la logística. Carlos Telleldín, el vendedor de la camioneta que explotó en el frente de la AMIA, fue el único detenido, y estuvo preso entre 1994 y 2004. Ninguno de los ciudadanos iraníes señalados por la Justicia argentina ha sido sentado en el banquillo. En septiembre de 2003, el exembajador iraní en la Argentina, Hadi Soleimanpour, fue detenido en Londres acusado de ser partícipe necesario, pero la Justicia británica rechazó su extradición.
Mohsen Rezai era el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán cuando la bomba explotó frente al edificio de siete pisos de la AMIA. Su hijo, Ahmad Rezai, lo culpó del ataque en 1998 tras pedir asilo en la embajada de Estados Unidos en Viena (Austria). Ahmad tenía 22 años cuando declaró que el atentado fue decidido por el entonces presidente, Akbar Rafsanjani, y que los encargados de llevarlo a cabo fueron entrenados en Líbano por la Guardia que dirigía su padre. Apareció muerto en un hotel de Dubai en 2011. Tenía 35 años. El Gobierno iraní, que no lo detuvo en 2005 cuando volvió al país y se declaró arrepentido, culpó al Mosad del asesinato.
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