Milei ablanda su imagen para atraer a votantes moderados
El candidato de la ultraderecha dirige su campaña electoral a los más de seis millones de personas que apoyaron a Bullrich en primera vuelta
Bajo un sol radiante, banderas argentinas se mezclaron este sábado con las amarillas de Javier Milei en el centro de la ciudad bonaerense de Martínez. El candidato ultra a la presidencia de Argentina eligió una zona acomodada del vasto cordón urbano que rodea a Buenos Aires para hacer su primera caravana de cara a la segunda vuelta. El pacto cerrado con el macrismo para derrotar al peronista Sergio Massa en las urnas incluye también un cambio de imagen de Milei, que busca ablandarse para atraer a más votantes. Este sábado, desapareció de escena la motosierra que tantas veces ha levantado en público. Optó además por bajarse de la camioneta que solía usar y caminar varias cuadras, repartiendo apretones de manos, abrazos, selfies y autógrafos a quienes lograban abrirse paso a los codazos para llegar hasta él.
También ha cambiado —y crecido— su público. En Martínez, el núcleo duro de sus seguidores estuvo formado por los varones jóvenes que acompañan a Milei desde que en 2021 dio el salto desde los platós de televisión —donde se labró fama como un iracundo y deslenguado economista ultraliberal que quería quemar el Banco Central— a la política, al frente del partido de ultraderecha La Libertad Avanza. Pero asistieron también muchas mujeres, familias con niños pequeños subidos a hombros y numerosos jubilados. Entre ellos era fácil encontrar a personas que votaron en primera vuelta a la candidata de la alianza conservadora Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich. Con su favorita derrotada, ahora respaldan a Milei. “Lo importante es frenar a Massa para que este país tenga futuro. El peronismo hizo que los argentinos se desacostumbraran a trabajar y a pagar las cosas por el valor que tienen”, dice Pedro, un jubilado de 78 años.
“Acá estamos los que trabajamos, estamos hartos de mantener a vagos”, grita su hija, acercándose al grabador para asegurarse de que se la escucha bien. Los subsidios estatales de los que depende la población más pobre para sobrevivir son un blanco constante de ataques tanto entre los votantes de Milei como en aquellos de JxC que ahora lo apoyan. “Voto a Milei porque está en contra del aborto, quiero que lo prohíba”, dice poco después una jubilada, en referencia a la ley de interrupción voluntaria del embarazo que fue aprobada en 2020. No es la única: en la manifestación destaca el muñeco de un feto gigante, uno de los símbolos de los antiabortistas.
Durante la hora en la que los simpatizantes de Milei lo esperaron bajo el sol, muchos cantaron uno de los himnos más conocidos de su campaña electoral: “La casta tiene miedo, tiene miedo, la casta tiene miedo”. Sin embargo otros parecían incómodos con esa idea de casta política, que hasta la semana pasada incluía también a JxC. Al cantar, modificaban esa frase por “el narco tiene miedo”, en referencia a los vínculos que atribuyen a Massa con el narcotráfico, aunque no hay ninguna causa judicial abierta contra él. Tampoco coreaban con demasiado entusiasmo el “que se vayan todos” que en la primera vuelta fue otro de los hits del mileísmo.
En la primera vuelta, Massa fue el candidato a presidente más votado, con el 36,8% de los sufragios, seguido por Milei, con el 30%. Ambos pelean ahora por ese tercio de votantes que respaldó a los otros tres candidatos derrotados: Bullrich (23,8%), el peronista disidente Juan Schiaretti (6,7%) y la postulante por la izquierda Myriam Bregman (2,7%). Bullrich ha explicitado su apoyo por Milei, una decisión que ha dinamitado la alianza electoral que encabezaba; Schiaretti y Bregman, en cambio, no se han posicionado por ninguno de los dos candidatos.
Candidatos empatados
Las encuestadoras fueron incapaces de predecir el resultado de las primarias y de la primera vuelta. A falta de dos semanas para la elección definitiva, la mayoría de los sondeos marcan un empate técnico entre ambos candidatos. Algunos dan a Massa arriba por entre uno y tres puntos y otros, en cambio, estiran hasta cuatro puntos la ventaja para Milei. La clave está en el gran número de indecisos y es a ellos a quienes apuntan los candidatos. La presa más codiciada son los 6,2 millones de votos de Bullrich, que no conforman un bloque homogéneo. Los que se identifican con el ala más dura del Pro, el partido fundado por el el expresidente Mauricio Macri, están decididos a votar a Milei. Los que responden a las ideas radicales, se debaten, en cambio, entre votar en blanco o a uno de los dos candidatos.
“Quiero hablarles a esos miles de radicales que comparten con nosotros valores democráticos como la educación pública y la independencia de poderes. Voy a hacer el mayor de los esfuerzos en los próximos 30 días para ganarme su confianza”, intentó seducirlos Massa desde la misma noche electoral del 22 de octubre. Massa es candidato a presidente por el peronismo pero también ministro de Economía y tiene en contra una gestión desastrosa: la inflación interanual roza el 140%, el peso se ha derrumbado, la economía está estancada y las reservas del banco central están en rojo.
Su apuesta es repetir la estrategia que le funcionó en la primera vuelta para remontar el tercer puesto que había obtenido en las primarias: azuzar el miedo a Milei. Massa asegura que su Gobierno sería muy distinto del actual y busca posicionarse como un mal menor frente a la incógnita que supone su rival. Por un lado, hace hincapié en que el recorte de subsidios previsto por Milei dispararía el precio del transporte público y de la gasolina hasta valores imposibles de pagar por gran parte de la ciudadanía. Por otro, expresa su rechazo a algunas de las ideas más polémicas defendidas por Milei y su equipo, como la libre portación de armas, la venta de órganos, la ruptura de relaciones con el Vaticano, la posibilidad de que los hombres puedan renunciar a su paternidad si las mujeres les “pinchan un preservativo” y los recortes en ciencia, salud y educación pública.
La campaña de La Libertad Avanza, por el contrario, está enfocada en moderar la imagen de Milei y de sus ideas. “Tranquilos: jubilaciones sí, salud pública sí, planes sociales sí, educación pública sí. ¿Qué cambia entonces? Que los políticos pagan el ajuste”, destaca uno de los mensajes más viralizados estos días por la ultraderecha. El economista ultraliberal ha bajado su perfil en la última semana y ha cedido el protagonismo a su nuevo aliado, el expresidente Mauricio Macri. Hoy coincide “en un 90%” con aquel a quien años atrás llamaba “repugnante”, “fascista”, “mediocre” y “cobarde”. Sus dardos están dirigidos ahora contra Massa, a quien acusa de formar parte de un “gobierno de delincuentes” que ha empobrecido a Argentina.
“No podrá hacer todo lo que dice”, repiten algunos votantes de JxC para justificar su decisión de votar a un candidato que defiende ideas que desaprueban, como la desregulación de armas, el negacionismo climático o la reivindicación de la dictadura que gobernó Argentina con mano de hierro entre 1976 y 1983. Por detrás hay un argumento con unas raíces mucho más profundas: el antiperonismo. Votan a Milei para evitar que Massa llegue a la Casa Rosada. “No nos une el amor sino el espanto”, decía Jorge Luis Borges. El 19 de noviembre muchos votarán en contra y no a favor de un candidato. En una elección tan igualada, probablemente será derrotado el que más espante.
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